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Cajas de ahorro



Una caja de ahorros es un tipo de entidad de crédito, junto con los bancos, las cooperativas de crédito y el Instituto de Crédito Oficial. Son instituciones de crédito sin ánimo de lucro y con finalidad social, con marcado carácter territorial. A diferencia de los bancos, los cuales son sociedades anónimas, las cajas de ahorros tienen carácter fundacional, motivo por el que deben destinar, por ejemplo, una parte de sus dividendos a fines sociales y tienen representación de impositores, fundadores, empleados, administraciones públicas y grupos de interés en la Asamblea General, órgano superior de gobierno.

Existen cajas de ahorros en países europeos como:

Estas cajas de ahorros están asociadas en el seno del Grupo Europeo de Cajas de Ahorros, salvo las cajas suizas.

También existen en:

Existe una asociación mundial de cajas de ahorros, el Instituto Mundial de Cajas de Ahorro.

En España, el origen de muchas cajas de ahorros está en los Montes de Piedad, que eran casas de empeños orientadas a los pobres y que no entregaban interés sobre los depósitos.[1]​ Tradicionalmente, las cajas se han dedicado únicamente al fomento del ahorro mediante la captación de depósitos, por los que pagaban una tasa de interés, y a efectuar préstamos sobre el monto depósito, pero no financieros. Además, su clientela tradicional han sido particulares y pymes, y su ámbito de actuación solía ser local o regional. Sin embargo, en España, en 1977 se eliminaron las restricciones legales a su actividad (Reforma de Fuentes Quintana), lo que les permitía ofrecer los mismos servicios que los bancos. Actualmente, la Ley 26/2013 obliga de nuevo a las Cajas de Ahorros a operar dentro de su comunidad autónoma de origen y a no sobrepasar un activo de 10 000 millones de euros, centrándose en la captación de depósitos (no más del 35% del total de su comunidad autónoma de origen) y la financiación de PYMEs.

Sus órganos de gobierno son elegidos por la Asamblea General, compuesta de 30 a 150 consejeros, representativos de los empleados, las administraciones públicas, los fundadores y grupos de interés del área donde opera.

Actualmente en España ha finalizado un proceso de reforma que implica la transformación en fundaciones bancarias de todas aquellas cajas de ahorros poseedoras bien de un activo superior a 10 000 millones de euros, bien de una cuota superior al 35% del total de los depósitos en su comunidad autónoma; perdiendo la autorización para actuar como entidad de crédito y conservando un mínimo del 10% de participación en el nuevo banco al que transfieran su actividad financiera. Las fundaciones bancarias tienen como finalidad la gestión de la obra social y de la participación financiera en una entidad de crédito. La nueva regulación supone la desaparición de todas las cajas de ahorros existentes con excepción de Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ontinyent y Caja de ahorros Colonya, Caixa d'Estalvis de Pollença. No obstante, la posibilidad de crear nuevas cajas de ahorros sigue existiendo, regulada en el Decreto 1838/1975.[2]

La Caja de Ahorros de Empleados Públicos de Chile fue creada por ley el 19 de junio de 1858 y la iniciativa de su creación partió de dos de los más hábiles y probos funcionarios de la administración del Presidente Manuel Montt: don Juan Nepomuceno Jara y don Rafael Minvielle.

En la actualidad la Caja de Ahorros de Chile sigue funcionando, aunque se encuentra en un proceso judicial consecuencia de las polémicas y escándalos de quien fuera el administrador general por prácticamente 60 años: Sergio Gordon Cañas.

Tan solo en México existen poco más de 600 cooperativas entre autorizadas y no autorizadas, mientras escuchamos que algunas desaparecen o se fusionan con grandes empresas.[3]



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