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Calculista mental



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Calculista mental o calculista ultrarrápido es un término utilizado para describir a una persona con una habilidad prodigiosa en alguna tarea relacionada con el cálculo mental (como sumar, restar, multiplicar o dividir números grandes). La mayoría de los casos apuntan a que se trata de un don innato, aunque algunos calculistas han manifestado que han incrementado sus capacidades mediante el adiestramiento nemotécnico. Puede ser una habilidad aislada (presente en personas con otras capacidades cognitivas limitadas, como Jedediah Buxton (1707-1772),[1]​ muy posiblemente autista) o estar ligada a una considerable inteligencia general (como Alexander Aitken (1895-1967), un brillante matemático).[2]​ Es una capacidad muy llamativa que no poseen demasiadas personas, hasta el punto de que desde el siglo XIX algunos calculistas se convirtieron en atracciones de feria. En la actualidad, esta capacidad ha dado origen a un deporte mental, disputándose regularmente campeonatos oficialmente organizados.

Las causas concretas que provocan que determinadas personas desarrollen habilidades numéricas especiales, todavía no están del todo claras. Se sabe que se presentan con mayor frecuencia entre personas diagnosticadas con algún tipo de trastornos del espectro autista (hasta entre un 10% y un 16% de ellas), y muy especialmente en aquellas que presentan el síndrome de Asperger.[3]

Al parecer, la aparición de este tipo de capacidades puede estar propiciada por una expansión del hemisferio cerebral derecho asociada con alguna causa que provoque un menor desarrollo del hemisferio izquierdo. De hecho, el psicólogo Win Van der Brink informó en 1980 de un caso de un niño de 9 años con una herida en la cabeza que le afectó al habla. Tras el accidente, fue incrementando sorprendentemente sus habilidades numéricas. Del mismo modo, en pacientes preseniles se han observado casos en los que determinados procesos de demencia están asociados con la aparición de facultades para el cálculo. Otra atractiva hipótesis, formulada por Geschwind y Galaburda, sugiere que el sobredesarrollo prenatal del hemisferio cerebral derecho en fetos masculinos, podría estar provocado por el efecto de su propia testosterona, lo que también podría explicar en parte la menor incidencia de este tipo de fenómenos en las mujeres.[3]

Según la Organización Mundial de la Salud,[4]​ aproximadamente uno de cada 160 niños puede sufrir algún tipo de trastorno del espectro autista. Por otro lado, se sabe que aproximadamente un 20% de estos niños presentan hipercalculia,[5]​ normalmente asociada con otros trastornos que impiden que sus potenciales capacidades numéricas lleguen a alcanzar su máxima expresión. Además, se sabe que cerca del 80% de personas diagnosticadas de autismo, sufren algún tipo de retraso mental.[6]​ Operando estos tres factores (160/0,2/0,2 = 4000), se puede estimar que como máximo, una de cada 4000 personas podría estar potencialmente "superdotada" para el cálculo de grandes números debido a la presencia de algún trastorno autista. Esta cifra presenta un orden de magnitud comparable al de la prevalencia del síndrome de Asperger, estimada entre uno de cada 33.000 y uno de cada 1200 nacimientos.[7]

Por otro lado, la mayoría de los estudios indican una mayor presencia de este tipo de afecciones entre los varones que entre las hembras (hasta hace no mucho, se consideraba de 4,5 a 1, aunque la ampliación del concepto clínico de autismo ha hecho variar esta cifra a la baja),[6]​ lo que a su vez repercutiría en la menor proporción de mujeres con habilidades singulares en el cálculo de grandes cifras.

En cualquier caso, tanto los datos históricos como los actuales, indican que la capacidad de manejar grandes cifras es extraordinariamente rara.[8]

En 2005, un grupo de investigadores dirigido por Michael W. O'Boyle, un psicólogo estadounidense que trabajó en Australia y después en la Universidad Técnica de Texas, utilizó el escaneo de imagen por resonancia magnética de la hemodinámica durante la operación mental en prodigios matemáticos, y observó aumentos en el flujo sanguíneo dirigido a partes del cerebro responsables de las operaciones matemáticas durante una tarea de cálculo mental, mayores que los incrementos habituales.[9]

Aunque en todas las grandes civilizaciones antiguas (desde Egipto hasta China, pasando por Mesopotamia y la India) se manejaron operaciones numéricas con asiduidad, las primeras referencias documentales que pueden considerarse noticias de personas concretas posiblemente dotadas con una capacidad extraordinaria para manejar grandes cifras con facilidad, proceden del mundo grecorromano. En este sentido, se pueden citar grandes matemáticos como Arquímedes (287-212 a.d.C) y Diofanto (200-284), cuyas obras demuestran sin lugar a dudas su capacidad para manejar cifras enormes, aunque no ha quedado constancia de la velocidad con la que podían hacerlo. En el caso de Arquímedes, son célebres su cálculo de la aproximación de pi mediante dos polígonos de 96 lados, así como su obra conocida como el Arenario, en la que ideó un sistema de grandes números para calcular la cantidad de granos de arena que podrían caber en el universo. Por su parte, Diofanto propuso y resolvió numerosos problemas relacionados con números enteros y sus potencias, entre los que se puede citar su descomposición del número 10 como suma de tres fracciones compuestas por numeradores y denominadores todos ellos cuadrados enteros (10 = 1745041/505521 + 1651225/505521 + 1658944/505521).[11]​ Además, en este periodo histórico todavía no se utilizaba el sistema de cifras posicional moderno, lo que seguramente complicó la consecución de estos logros aritméticos.

La caída del Imperio Romano supuso un declive en occidente del progreso general de las matemáticas, que sin embargo siguieron prosperando en la India y en el mundo árabe, con figuras como el indio Brahmagupta (590-665) o el árabe Al-Juarismi (780-846), que como en el caso de los matemáticos clásicos grecorromanos, a juzgar por sus trabajos, posiblemente debieron de poseer una habilidad innata para manejar grandes cifras. Baste citar un problema clásico solucionado por Brahmagupta, que implica manejar grandes cifras: 61x² + 1 = y²; cuya menor solución entera es x = 226153980, y = 1766319049.[12]

A partir del siglo XVII es cuando empiezan a tenerse referencias bien documentadas sobre personas excepcionalmente dotadas para manejar grandes números. Uno de los primeros ejemplos notables es el matemático inglés John Wallis (1616-1703), que ya desde su infancia mostró su habilidad como calculista, lo que le valió para adquirir fama como criptógrafo al ser capaz de descodificar un trascendental mensaje cifrado durante la Guerra Civil entre los realistas y los parlamentarios.[13]

Durante el siglo XVIII se pueden citar tres casos que ilustran la imprevisible distribución de la aparición de la capacidad de manejar grandes cifras en todo tipo de personas, independientemente de su extracción social. Por un lado, se puede citar a Leonhard Euler (1707-1783) (uno de los matemáticos más brillantes de la historia, capaz por ejemplo de comprobar que el número de Fermat 232 + 1 = 42949672972 es divisible por 641)[14]​ y por otro a Jedediah Buxton (1707-1772) (un granjero inglés posiblemente autista) y a Thomas Fuller (1710-1790) (un esclavo de Virginia), todos ellos dotados con una prodigiosa capacidad numérica.

En el siglo XIX aparecen físicos y matemáticos de primerísima fila (como Ampère (1775-1836), Gauss (1777-1855), Hamilton (1805-1865) o Riemann (1826-1866); casi todos niños prodigio), junto con otros tipos de personas que pudieron sacar provecho de sus habilidades numéricas en sus empleos (como el ingeniero británico George Parker Bidder (1806-1878), el astrónomo estadounidense Truman Henry Safford (1836-1901) o el astrónomo alemán Johann Zacharias Dase (1824-1861)). Un caso especial es el de Zerah Colburn (1804-1840), uno de los primeros en convertir su habilidad en el centro de un espectáculo. Curiosamente, Colburn y Hamilton compitieron en una exhibición pública organizada en Dublín en 1813, cuando el primero tenía 9 años de edad y el segundo 8.[15]​ Como resultado de su derrota, Hamilton dedicó menos tiempo a estudiar idiomas y más tiempo a las matemáticas.[15]​ Otro caso especial es el del estadounidense Daniel McCartney (1817-1887), que además de un prodigio del cálculo, era invidente.

Esta tendencia se vería repetida de alguna manera durante el siglo XX, en el que se pueden citar a destacados científicos (como el matemático indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920), el estadístico escocés Alexander Aitken (1895-1967) o el físico estadounidense de origen Húngaro John von Neumann (1903-1957), todos ellos célebres por su habilidad con el manejo mental de grandes cifras);[2]​ junto con otras personas que hicieron de su capacidad de cálculo un medio de vida (como el italiano Jacques Inaudi (1867-1950), el estadounidense Arthur F. Griffith (1880-1911), el polaco Salo Finkelstein (1896-c 1950), el neerlandés Willem Klein (1912-1986) o el también estadounidense Willis Dysart (1923-2011)). Algunos de ellos, como Inaudi y Dysart, se hicieron famosos a través de sus espectáculos, mientras que otros no pudieron canalizar adecuadamente en sus profesiones sus capacidades numéricas. El austríaco Hans Eberstark (1929-2001) aunó a su habilidad con los números su facilidad para aprender idiomas; la india Shakuntala Devi (1929-2013) es una de las pocas mujeres que ha destacado en este campo; mientras que lo último que se sabe del ruso Ígor Shelushkov (1946-?) es que había sido internado en un sanatorio psiquiátrico.

En España, se puede citar el caso del ingeniero de caminos Ramón Gras Vidal,[16]​ que durante la década de 1970 asombraba a sus compañeros de carrera por su facilidad para manejar mentalmente grandes números.

Las calculadoras mentales tenían una gran demanda en los centros de investigación como la Organización Europea para la Investigación Nuclear antes de la llegada de las modernas calculadoras electrónicas y computadoras, aunque la inmensa mayoría de las personas dedicadas a esta actividad no podían calificarse como calculistas mentales propiamente dichos, sino más bien como calculadoras humanas. Véase, por ejemplo, el libro de Steven B. Smith de 1983 "The Great Mental Calculators" o el libro de 2016 "Hidden Figures: The American Dream and the Untold Story of the Black Women Who Helped Win the Space Race"[17]​ y Hidden Figures, la película producida a partir del libro.

Como ya se ha señalado, la generalización del uso de los ordenadores ha mermado en gran parte la fascinación que llegaron a suscitar entre el gran público los calculistas mentales, y la exhibición de sus capacidades ha pasado a canalizarse a través de la consecución de récords y de la disputa de competiciones deportivas. La Copa del Mundo de Cálculo Mental invita a competir a los mejores calculistas mentales del mundo cada dos años. El 30 de septiembre de 2018, el japonés Tomohiro Iseda, de 15 años, sucedió al japonés Yuki Kimura, de 27 años, como actual campeón mundial (2018-2020). Tomohiro Iseda es el tercer japonés en ganar la Copa, después de Naofumi Ogasawara (2012) y Yuki Kimura (2016). Shakuntala Devi de India se menciona a menudo en el Libro Guinness de los récords. Neelakantha Bhanu Prakash de la India se cita en el Libro Limca de los récords por superar la velocidad de una calculadora.[18]​ El tamil indomalasio, Yaashwin Sarawanan, fue el subcampeón en 2019 del programa de televisión Asia's Got Talent.

Cada dos años, se invita a las mejores calculadoras mentales del mundo a participar en la Copa del Mundo de Cálculo Mental, una competición internacional que intenta encontrar el mejor calculista mental del mundo y también el mejor en tipos específicos de cálculo mental, como la multiplicación o el cálculo del calendario. Los tres primeros puestos finales de cada una de las copas del mundo que se han organizado hasta la fecha se muestran a continuación.

La Olimpiada de Deportes Mentales se ha organizado anualmente desde 1998. Los ganadores de la Medalla de Oro de Cálculo Mental figuran en la tabla siguiente:

La Organización de Deportes Mentales reconoce a cinco grandes maestros del cálculo mental: Robert Fountain (1999), George Lane (2001), Gert Mittring (2005), Chris Bryant (2017) y Wenzel Grüß (2019), y un maestro internacional, Andy Robertshaw (2008).



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