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Canal Imperial de Aragón



El Canal Imperial de Aragón es una de las obras hidráulicas más importantes de Europa. Es un canal de riego y de navegación de 110 km construido de 1776 a 1790 entre Fontellas (Navarra) y Fuentes de Ebro (Aragón). Su construcción tenía por objeto mejorar el regadío de la antigua Acequia Imperial de Aragón, llevando el agua del río Ebro hasta Zaragoza y permitiendo extender el regadío en la región. Asimismo estableció un servicio de transporte de viajeros y mercancías entre Tudela y Zaragoza.

El plan fue diseñado durante la Ilustración para construir canales en España a semejanza de Inglaterra y Francia. El canal proyectado en el siglo XVIII tenía dos aspiraciones:

De todo el proyecto sólo se llevó a cabo una parte, con cuantiosas inversiones y obras adicionales.

El Canal Imperial de Aragón fue una obra hidráulica de primer orden en su tiempo. El emperador Carlos I impulsó su creación y Juan Cabrero, Arcediano de Zaragoza, había dado 2000 ducados para empezar su construcción, desde Gallur, en mayo de 1528. En 1771 el Consejo de Castilla, presidido por el conde de Aranda, creaba el cargo de protector con poderes para hacer toda clase de reformas necesarias para la consecución de la empresa, designando para ocuparlo a su cuñado Ramón Pignatelli. A partir de 1776 se reanudan las obras con nuevo ritmo y aprobándose un nuevo plan de construcción.[1]​ Tenía tres objetivos: suministro de riego, fuente de energía y vía de comunicación.

Construyó materialmente el cauce y la obra civil (1776-1790) venciendo obstáculos de todo tipo como el azud de El Bocal, el gran acueducto del Jalón, el cauce hasta Zaragoza, multitud de puentes y almenaras, las esclusas y molino de Casablanca, el Ojo del Canal, el acueducto del Barranco de la Muerte, las esclusas de Valdegurriana y otro juego de esclusas más para la navegación aguas abajo. También construyó las dependencias de la institución en Zaragoza, en la conocida como Casa del Canal.

Organizó la navegación por el mismo (1789) dentro de un plan de navegación integral del Ebro para comunicar los mares Cantábrico y Mediterráneo. Acondicionó e incluyó en la empresa el Canal de Tauste (1781).[2]

El 15 de agosto de 1790 se dio por finalizado el Canal Imperial de Aragón de 110 km tras colocarse la última piedra de la presa de El Bocal, Navarra.

Con un desnivel total de 125 metros en todo su recorrido de 110 km, la pendiente del Canal es tan sólo de 80 cm/km (un 0,08 %), lo que hace posible la navegación en ambos sentidos.[3]

En el Canal se construyeron tres grupos de esclusas, que están en el término municipal de Zaragoza, donde el Canal tiene un desnivel de 30 metros:

En 1782 las obras del Canal Imperial de Aragón llegaban a Zaragoza, las aguas del Ebro cruzaban el río Jalón, se construía el puente sobre el río Huerva y las llamadas esclusas de San Carlos.[1]

El agua llegaba a Zaragoza el 24 de junio de 1784 a través de un canal de madera y por fin el 14 de octubre de este mismo año, el artífice de la obra llegaba a Zaragoza a bordo de una barcaza, recibido por el pueblo y autoridades con alborozo.

Las obras principales duraron dos años más, de modo que el 30 de noviembre de 1786 fueron inaugurados el Puerto de Casablanca, que incluía dos esclusas para el paso de barcos y un molino de harina. Al día siguiente se inauguraba el Puerto de Torrero.[1]​ Pocos días después se instalaba la primera fuente mandada montar por Pignatelli como prueba de la llegada de las aguas a Zaragoza y de ahí su inscripción:

La traída del agua a Zaragoza por el canal Imperial tuvo como consecuencia principal una reforma agraria llevada a cabo también por Pignatelli. Su incidencia social se produjo gracias a la ampliación de la extensión del riego que permitió a todos asegurar y regularizar las cosechas evitando las crisis de subsistencia o de alimentos, muy corrientes en la época. También permitió poner en cultivo y repartir tierras incultas.

Consciente de la pobreza del campesinado, ideó una gran empresa a semejanza de las emprendidas en Francia, Holanda e Inglaterra: un canal que uniera el Cantábrico con el Mediterráneo, viejo sueño aragonés, para exportar sus productos ganaderos y hortofrutícolas. De manera que, además de servir de comunicación mercantil y postal porque sería navegable, con su caudal abundante abastecería de regadío a unas tierras fértiles pero secas, que se comprarían a bajo precio por las clases menos favorecidas para las que realmente era el proyecto. Tenía un pensamiento político y social teñido de un reformismo de corte radical tendente a favorecer al labrador frente a los privilegiados. La necesidad de poner en riego todas las tierras (desde 1782) y de cambiar y percibir con efectividad la contribución por el riego (desde 1788), puntos clave de la reforma agraria emprendida, le llevaron a pleitear con nobles como el marqués de Ayerbe, el duque de Villahermosa, con el mismo cabildo al que pertenecía y la temible Casa de Ganaderos zaragozana, que era un reducto de la oligarquía ganadera.[2]​ Los grandes terratenientes encontraban más rentable dejar sin cultivar ciertos terrenos y destinarlos a pasto extensivo de sus ganados.

En cuanto a la navegación, el otro objeto del canal, nunca se cumplió plenamente ya que el cauce no se alargó más abajo de Zaragoza. En el siglo XIX se intentó prolongar el cauce hasta Tudela y construir esclusas en Zaragoza para comunicarlo con el Ebro, pero esta idea por los altos costes, no llegó a realizarse.

La navegación del canal, que ha perdurado hasta hace poco, fue establecida por Pignatelli. Comenzó a funcionar en 1789 y ofreció un servicio de transporte de mercancías y viajeros. En 1833 J. Palacios escribió:

La existencia de aduana entre Navarra y Aragón dificultó el tráfico interregional de mercancías; no obstante, el canal cumplió con efectividad su mermado papel de vía de comunicación comarcal. El tráfico alcanzó un cierto volumen en los últimos años del siglo XVIII pero quedó cortado a causa de la guerra de la Independencia. A mediados del siglo XIX ya se había recuperado, pero el establecimiento en 1861 del nuevo ferrocarril Zaragoza-Alsasua, con un recorrido paralelo al del canal, hundió el tráfico. La construcción de otras líneas de ferrocarril hizo perder fuerza a las ideas de prolongar el canal y hacer navegable el Ebro; no obstante, ninguna de las dos desapareció.

El Canal Imperial de Aragón discurre por 110 km entre Fontellas (Navarra) y Fuentes de Ebro (Zaragoza).

Desde 1818 las oficinas estuvieron ubicadas en la llamada Casa del Canal, en la zaragozana plaza de Santa Cruz.[7]

Actualmente las oficinas de la Comunidad General de Usuarios del Canal Imperial de Aragón se ubican en el número 1 de la avenida de América de Zaragoza, El edificio contiene el archivo y la biblioteca de la institución, con interesantes fondos del siglo XVIII.

El riego del canal se divide en tres zonas compuestas por las comunidades que siguen:

El canal es gestionado en la actualidad por la Confederación Hidrográfica del Ebro, que a su vez es un organismo autónomo del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.[8]

Canal en Zaragoza

Canal en Zaragoza

Canal en Zaragoza

Canal en Zaragoza

Esclusas de Valdegurriana

Esclusas de Valdegurriana

Esclusas de Valdegurriana

Esclusas de Valdegurriana

Esclusas de Valdegurriana

Esclusas de Valdegurriana

Acueducto del Jalón en Grisén

Murallas de Grisén

canal en Grisén



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