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Caza mayor



La caza mayor es aquella en que se persigue a los animales catalogados como tales, en países como España son el jabalí, ciervo. gamo, cabra montés, corzo, muflón y arrui, en ocasiones también pueden incluirse el lobo y el oso.[1]

De las numerosas formas de practicar la caza mayor, dos son las más comunes: el rececho y la batida (o montería). La primera consiste en localizar al animal, perseguirlo procurando no ser visto, efectuar la aproximación final y disparar. La batida se practica por un grupo de cazadores que se ayudan en la labor de perseguir y acorralar las piezas: por lo general un grupo de estos cazadores permanecen en puestos fijos, a la espera, y otro grupo, llamado batidores, levantan y ahuyentan a los animales hacia los puestos en los que se encuentran los primeros. El aguardo y el vaqueo son modalidades de caza a la espera consistentes en esperar a la pieza en los lugares de paso fijo o en los comederos con objeto de abatirla.

Las monterías consisten básicamente en dos grupos de cazadores, unos de ellos se sitúan en diferentes puestos, y los otros (normalmente trabajadores de los cotos) ayudados de perros de caza, levantan y hacen huir a las presas hacia los puestos. Han existido y existen diferentes tipos de montería según el territorio donde se lleva a cabo, la manera de entender la caza y la utilización de unas u otras razas de perros. Normalmente las presas que se cazan en monterías son venados (u otros cérvidos) y jabalís. En ciertas áreas de España, como los Montes de Toledo o Sierra Morena, existen grandes cotos de caza que basan su negocio en las monterías. Incluso algunas personas viven de ello.

Así se llama la caza a caballo o a pie por grupos de monteros perfectamente organizados. Cada grupo está formado por el montero mayor, que es el que dirige la cacería, los monteros llamados en Francia piqueurs que se ocupan de los perros, etc., cada uno con una misión concreta. Antes de comenzar la montería, se elige la pieza -previamente se ha registrado el monte con la ayuda de un sabueso para localizar o detectar las distintas piezas-. El montero mayor efectúa la elección -normalmente la que tenga el trofeo más valioso- y una vez localizada se inicia el ataque de la jauría de perros en pos de la misma. Cada jauría, dirigida por un montero, está compuesta por un número muy variable de perros: desde 10 a 40 o más. Los monteros se comunican por medio de las fanfarrias, las cuales proporcionan un auténtico lenguaje musical. El animal lanzado (ciervo, corzo, gamo, zorro, jabalí, etc.) es acosado y perseguido por los perros y cuando se encuentra agotado -la caza puede durar unas horas o todo el día- interviene el hombre, picador o botón, que le atraviesa el corazón con un cuchillo de caza. Una parte de la carne del animal se entrega a los perros y normalmente el pie del mismo es ofrecido por el montero mayor a uno de los invitados.



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