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Ciencia marginal



La ciencia marginal, también llamada ciencia límite o ciencia fringe, es un término que se refiere a ideas cuyos atributos incluyen ser altamente especulativas o basarse en premisas ya refutadas.[1]​ Las teorías científicas marginales suelen ser propuestas por personas que no tienen una formación académica tradicional en ciencias, o por investigadores ajenos a la disciplina dominante.[2][3]​ El público en general tiene dificultades para distinguir entre la ciencia y sus imitadores,[2]​ y en algunos casos un "anhelo de creer o una sospecha generalizada de los expertos es un incentivo muy potente para aceptar las afirmaciones pseudocientíficas".[2]

El término "ciencia marginal" abarca desde las hipótesis novedosas que pueden probarse mediante el método científico hasta las hipótesis salvajes ad hoc y el mumbo jumbo. Esto ha dado lugar a una tendencia a desestimar toda la ciencia marginal como el dominio de los pseudocientíficos, los aficionados y los chiflados.[4]

Un concepto que en su día fue aceptado por la comunidad científica dominante puede convertirse en ciencia marginal debido a una evaluación posterior de las investigaciones anteriores.[5]​ Por ejemplo, la teoría de la infección focal, que sostenía que las infecciones focales de las amígdalas o los dientes son una causa primaria de las enfermedades sistémicas se consideró en su día un hecho médico. Desde entonces se ha descartado por falta de pruebas.

Los científicos consideran que las ciencias marginales son altamente especulativas o enérgicamente refutadas, en contraposición a las protociencias, que son plausibles como ciencias emergentes.

Aunque hay ejemplos de científicos que apoyan ideas contrarias a sus propias disciplinas de conocimiento, las teorías de la ciencia marginal son desarrolladas por personas sin experiencia dentro de ciencias académicas tradicionales o por investigadores sin vinculación a las corrientes de disciplinas principales.

Michael W. Friedlander sugiere que las ciencias marginales son necesarias para las ciencias principales, «no para atrofiarlas», los científicos deben evaluar la plausibilidad de cada nuevo descubrimiento de la ciencia marginal, pues algunos hallazgos entrarán más tarde dentro de lo aceptado, mientras que otros nunca recibirán confirmación. El público en general tiene dificultades para distinguir entre la ciencia y sus imitadores y en algunos casos el anhelo de creer o una sospecha generalizada entre los expertos es un incentivo muy potente para aceptar afirmaciones pseudocientíficas.

Tradicionalmente, el término «ciencia marginal» se utiliza para describir las teorías y los modelos inusuales de descubrimiento que han establecido su base en el principio científico. Esas teorías pueden ser defendidas por un científico reconocido por la comunidad científica (por lo general debido a la publicación de los estudios revisados por el científico), pero esto no es siempre el caso. Es probable que la ciencia cometa o no errores, pero en términos generales, la ciencia marginal está de acuerdo con normas aceptadas, y su carácter de resistencia al cambio es una marca de la sana crítica como una reacción.

Algunos de las actuales, ampliamente difundida, teorías (como la tectónica de placas) tienen sus orígenes en la ciencia marginal, y mantuvieron una opinión negativa durante décadas. Cabe señalar que la confusión entre la ciencia y la pseudociencia, entre errores científicos honestos y descubrimientos científicos genuinos, no es nueva, y es una característica permanente del paisaje científico [...] La aceptación de las nuevas ciencias puede venir despacio.

Los límites categóricos entre ciencia marginal y pseudociencia son muy discutidos. La ciencia marginal es vista por la mayoría de los científicos como racional, pero poco probable. La validez de la ciencia que no ha logrado los reconocimientos de un consenso científico se debe a una variedad de razones, incluyendo pruebas incompletas o contradictorias. Las ciencias marginales pueden ser protociencias que aún no son aceptadas por la inmensa mayoría de los científicos. Un científico marginal puede hacer observaciones a través del método científico. Si es que una ciencia fringe es aceptada por los científicos tradicionales ha estado basado mayoritariamente en la calidad de los descubrimientos hechos por una ciencia fringe dada.

La expresión «ciencia marginal» a veces se considera peyorativa. Por ejemplo, Lyell D. Henry, escribió que «ciencia marginal [es] un término que sugiere también excentricidad». Esta creencia puede ser inspirada por el comportamiento extraño de cierto investigadores de ciencia marginal (coloquialmente conocido como científicos locos)

Michael W. Friedlander sugiere algunas directrices para responder a la pseudociencia y a la ciencia marginal, y plantea que lo de estas ciencias es un problema más difícil de manejar «al menos en lo que respecta al procedimiento» que una simple mala conducta científica. Sus tácticas sugeridas incluyen una asertividad impecable, revisar las fuentes citadas sin sobrevalorar la ciencia ortodoxa, una comprensión completa del ejemplo de la deriva continental de Wegener, ejemplos de ciencia ortodoxa donde se investiguen propuestas y ejemplos preparados de errores de científicos marginales.

Hacia fines del siglo XX, críticas inspiradas en la religión citaron teorías de científicos marginales con el apoyo limitado de la comunidad científica, en intentos por clasificar como controversiales algunos campos de investigación científica (en particular, la paleoantropología, la sexualidad humana, la evolución, la geología y la paleontología) que contradicen la interpretación literal o fundamentalista de varios textos religiosos. Al describir el debate y la investigación en estos campos fundamentales, como prueba de las deficiencias o defectos, estos críticos argumentaron que las controversias dejaron abierta una ventana para la posibilidad de la intervención divina y del diseño inteligente.

Sin embargo, epistemólogos han notado que estos esfuerzos motivados por la religión tienen sus raíces, generalmente, en malentendidos de la ciencia: el método científico suele ser considerado como un diálogo sin fin que apunta al debate perpetuo y la duda, y no hacia conclusiones inviolables. Como afirma Donald E. Simanek: «Con mucha frecuencia las hipótesis especulativas y tentativas de vanguardia son tratadas como si fueran verdades científicas y así aceptadas por un público ansioso de respuestas», ignorantes del hecho de que, «a medida que la ciencia progresa de la ignorancia hacia la compresión, debe pasar por una fase transitoria de confusión e incertidumbre».

La prensa también desempeña un papel importante en la creación y propagación de la opinión de que ciertos campos de estudio científicos generan controversia. En el texto Optimización de la comprensión pública de la ciencia: una perspectiva comparada, de Jan Nolin y colaboradores, los autores afirman que «Desde una perspectiva de los medios de comunicación, es evidente que la ciencia vende controversia, no solo por su valor dramático, sino también porque suele estar conectada a asuntos sociales.»

La serie de televisión estadounidense Fringe se ocupa de este tema de una manera dramática.



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