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Cine del Reino Unido



El cine del Reino Unido ha tenido una gran influencia en el desarrollo tanto tecnológico como comercial y artístico del cine, y es una de las industrias cinematográficas más respetadas en el mundo. A pesar de una historia plagada de producciones exitosas, el cine británico se caracteriza por un debate en curso sobre su identidad (que incluye aspectos económicos y culturales) y las influencias del cine estadounidense y europeo; sin embargo, es justo afirmar que, durante los años 1940, disfrutó de una breve "Edad de oro", con la producción de los estudios de J. Arthur Rank y Alexander Korda. La industria cinematográfica británica ha generado algunos de los más importantes actores, directores y películas de todos los tiempos, una lista extensa que incluye a Alfred Hitchcock, David Lean, Laurence Olivier y Anthony Hopkins.

La producción cinematográfica en el Reino Unido ha experimentado una serie de booms y recesiones. Aunque pueden usarse muchos factores para medir el éxito de la industria, el número de películas británicas producidas cada año[1]​ provee una visión de conjunto de su desarrollo: la industria experimentó un crecimiento exponencial en un primer momento de desarrollo en la década de 1910; pero, durante los años 1920 experimentó una caída debido a la competencia y prácticas comerciales del cine estadounidense. La Ley de películas cinematográficas de 1927 introdujo medidas protectoras que llevaron a la recuperación y a la más alta producción de todos los tiempos en 1936, con un total de 192 películas. Luego, la producción declinó por varios años. Tras la Segunda Guerra Mundial, la producción fílmica se recuperó con un largo período de relativa estabilidad y una creciente inversión norteamericana; pero otra recesión golpeó a la industria a mediados de los años 1970, llegando a un mínimo de producción en toda su historia, con solo 24 películas filmadas en 1981. La baja producción continuó a lo largo de los años 1980, pero se incrementó nuevamente en los años 1990 con inversión pública y privada renovada.

Si bien los niveles de producción cinematográfica brindan una visión de conjunto, la historia del cine británico es compleja con varios movimientos culturales desarrollándose independientemente. Algunas de las películas más exitosas fueron realizadas durante las denominadas "recesiones", como es el caso de Chariots of Fire (1981) que fue nominada a siete Premios Óscar y ganó cuatro, incluyendo el Oscar a la mejor película.

El cine moderno es generalmente visto como descendiente del trabajo de los hermanos Lumière en Francia en 1892, cuya muestra llegó por primera vez a Londres en 1896; sin embargo, las primeras imágenes en movimiento desarrolladas en celuloide fueron realizadas en Hyde Park, Londres, en 1889, por William Friese Greene. El 21 de junio de 1889, este inventor británico patentó su cámara 'cronofotográfica' que, aparentemente, era capaz de tomar hasta diez fotografías por segundo usando película de celuloide perforada. Un informe sobre la cámara fue publicado en la revista británica Photographic News el 18 de febrero de 1890. El 18 de marzo, Friese Greene envió un recorte de la historia a Thomas Alva Edison, cuyo laboratorio había estado desarrollando un sistema de película conocido como el quinetoscopio. El informe fue reimpreso en la revista Scientific American.[2][3]​ Friese Greene hizo una demostración pública en 1890, pero la baja frecuencia de imágenes por segundo combinada con la aparente falta de seguridad del dispositivo hizo que esta fuera fallida. A inicios de la década de 1890, experimentó con cámaras estereoscópicas, pero no tuvo mucho éxito. En 1891, Friese Greene se declaró en bancarrota y, para cubrir sus deudas debió vender los derechos de la patente de la cámara 'cronofotográfica' por £500. La tasa de renovación nunca fue pagada y, finalmente, la patente venció. A pesar de ello, su película es la primera instancia conocida de una imagen en movimiento proyectada.

Las primeras personas que construyeron y utilizaron una cámara de película de 35 mm en Gran Bretaña fueron Robert W. Paul y Birt Acres, quienes filmaron la primera película británica titulada Incident at Clovelly Cottage en febrero de 1895. Esta cámara denominada la "cámara Paul-Acres" fue la primera hecha en el Reino Unido.[4]

Poco después, varias compañías fílmicas británicas habían abierto para atender la demanda de nuevas películas, como es el caso de Mitchell y Kenyon en Blackburn (Lancashire). Las primeras películas británicas tuvieron, a menudo, un tono melodramático y existió una preferencia distintiva por argumentos que ya eran conocidos por la audiencia; en particular, adaptaciones de obras de Shakespeare y novelas de Charles Dickens.

En 1903, el productor estadounidense Charles Urban, una de las figuras más significativas del cine británico anterior a la Primera Guerra Mundial, formó su propia compañía, la Charles Urban Trading, y se trasladó a Londres en 1908, en lo que se convertiría en el hogar de la industria cinematográfica británica. En 1903, creó una película sobre ciencia de un minuto de duración llamada The Cheese Mites,[5]​ que presentaba ácaros arrastrándose alrededor a un trozo de queso stilton.[6]​ Se trataba de un documental de ciencia, posiblemente el primero[7]​ y, como tal, sorprendió a los espectadores. También afectó el precio y aumentó las ventas de microscopios baratos, causando que los productores incluyeran paquetes de ácaros como muestras.[8]

En 1904, Charles Urban filmó un documental mudo de 12 minutos denominado "Living London". Esta película fue descubierta en el Archivo Nacional Filmográfico de Australia en octubre de 2008 y muestra a los londinenses de la época ocupándose de sus negocios en un día típico.[9]

En 1906, el socio de Urban, George Albert Smith (1864-1959) desarrolló un sistema de película aditiva de dos colores (rojo y verde) que Urban lanzó en 1908 y que, desde 1909, fue conocido como kinemacolor y disfrutó de gran éxito mundial hasta 1914. La película a kinemacolor británica más famosa fue un documental mudo épico de dos horas y media de duración titulada With Our King and Queen Through India (1912), también conocida como The Durbar in Delhi. En ella, se representó la Corte noble de Delhi (Delhi Durbar) que celebraba la coronación de Jorge V del Reino Unido.[10]​ Durante la Primera Guerra Mundial, Urban trabajó en propaganda británica produciendo los documentales Britain Prepared y Fight for the Dardanelles[11]​ (ambas en 1905).

Luego, Urban editó el clásico La Batalla del Somme (1916), considerado el primer documental de guerra en la Historia. La primera proyección fue visionada por el primer ministro Lloyd George el 2 de agosto de 1916 y, el 10 de agosto, se proyectó en el Scala Theatre de Londres, cuando la batalla aún no había finalizado. Una sesión privada de proyección se realizó el 2 de septiembre en el castillo de Windsor en presencia del rey Jorge V.[13]

El impacto del documental en la opinión pública fue considerable,[13]​ con una audiencia que alcanzó los 20 millones de espectadores en sus primeras 6 semanas. El documental se distribuyó como propaganda en diversos países con el objeto de servir de apoyo a la causa de los aliados y, en particular, en los EE. UU. que en aquel entonces se mantenía al margen de la guerra como potencia neutral. El documental fue llevado durante la misión del capitán Alfred Bromhead[13]​ en Rusia.

Algunas películas de temática británica han tenido enorme éxito comercial en el mundo. Las siete películas más taquilleras en el mundo de todos los tiempos tienen alguna dimensión británica, sea histórica, cultural o creativa: Titanic, notables de James Bond, dos episodios de El Señor de los Anillos, dos de Piratas del Caribe y dos de Harry Potter. La primera película culturalmente estadounidense de la lista, Star Wars, en la posición nº 9, fue filmada principalmente en el Reino Unido. Si se añaden otras cuatro películas de Harry Potter, El Señor de los Añillos, las tres películas sobre un ogro escocés ambientado en un cuento de hadas británico (Shrek), alrededor de dos tercios de las veinte películas más comerciales, con unos ingresos combinados de alrededor de $13 mil millones, poseen una dimensión británica sustancial.[14]

El mercado británico es muy pequeño para que la industria cinematográfica británica pueda producir exitosamente blockbusters al estilo de Hollywood por un período sostenido.[15]​ En comparación con la estadounidense, la industria cinematográfica británica no ha sido capaz de producir éxitos comerciales internacionalmente; por lo que mantiene una actitud compleja y dividida hacia Hollywood. Por una parte, Hollywood provee trabajo a los directores, actores, escritores, equipo de producción y estudios británicos, permite que la historia y relatos británicos se conviertan en películas y abre a la industria cinematográfica británica los mercados estadounidenses y mundial, limitados a la participación de unos pocos. Por otra parte, la pérdida de control y de beneficios, así como los requerimientos de los distribuidores estadounidenses son vistos a menudo como una amenaza y distorsión de la cultura cinematográfica británica.



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