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Cofosis



La sordera es la dificultad o la imposibilidad de usar el sentido del oído debido a una pérdida de la capacidad auditiva parcial (hipoacusia) o total (cofosis), y unilateral o bilateral. Así pues, una persona sorda será incapaz o tendrá problemas para oír. Esta puede ser un rasgo hereditario o puede ser consecuencia de una enfermedad, traumatismo, exposición a largo plazo al ruido, o medicamentos agresivos para el nervio auditivo.

La pérdida de audición se produce cuando se disminuye la sensibilidad a los sonidos que normalmente se sienten.[1]​ Los términos de deterioro o con problemas de audición son generalmente reservados a las personas que tienen insensibilidad relativa a los sonidos en las frecuencias del habla. La gravedad de la pérdida auditiva se clasifica de acuerdo con la necesidad de ampliar el aumento del volumen por encima del nivel normal antes de que el oyente lo pueda detectar.

La sordera se define como un grado de deterioro que una persona es incapaz de comprender el habla, incluso en la presencia de amplificación.[1]​ En sordera profunda, incluso los sonidos más fuertes producidos por un audiómetro (un instrumento utilizado para medir la audición mediante la producción de tonos puros a través de una gama de frecuencias) no pueden ser detectados. En sordera total, no se percibe ningún sonido en absoluto, independientemente de la amplificación o método de producción escuchado.

En el caso humano, al someter el tímpano a 150 decibelios éste se rompe, quedando la persona sorda.[2]

Otro aspecto de la audición implica la claridad percibida de un sonido en lugar de su amplitud. En los seres humanos, este aspecto se mide generalmente por medio de pruebas de percepción de habla. Estas pruebas miden la capacidad para entender el habla, no sólo la detección del sonido. Hay tipo de trastornos muy raros que afectan la audición y la comprensión del habla.[3]

La sordera también se da por desgaste de los oídos; esto explica por qué los adultos no pueden oír algunas frecuencias que personas de menor edad sí pueden.

Para comprobar el grado de sordera de una persona, se le hace una prueba de audiometría, de manera que una persona con sordera puede tener problemas en la percepción correcta de la intensidad (decibelios) o de la frecuencia (hertzios) de sonidos relacionados con el lenguaje oral, y es frecuente que se den resultados diferentes para cada oído. La pérdida de la capacidad auditiva generalmente se describe como leve, benigna, moderada, severa o profunda, dependiendo de dicha prueba. Generalmente, cuando una persona cuya pérdida de la capacidad auditiva supere a los 90 dB, se considera entonces persona sorda.

Podemos considerar diversos criterios a la hora de clasificar las diferentes tipologías de pérdida auditiva o sordera.

Causadas por enfermedades u obstrucciones en el oído exterior o medio (las vías de conducción a través de las cuales el sonido llega al oído interior), las pérdidas auditivas conductivas normalmente afectan a todas las frecuencias del oído de manera uniforme.

Son en los casos en los que las células ciliadas del oído interno, o los nervios que lo abastecen, se encuentran dañados. Estas pérdidas auditivas pueden abarcar desde pérdidas leves a profundas. A menudo afectan a la habilidad de la persona para escuchar ciertas frecuencias más que otras, de manera que escucha de forma distorsionada el sonido, aunque utilice un audífono amplificador. No obstante, en la actualidad, las grandes prestaciones tecnológicas de los audífonos digitales son capaces de amplificar solamente las frecuencias deficientes, distorsionando inversamente la onda para que la persona sorda perciba el sonido de la forma más parecida posible como sucedería con una persona oyente.

Se refiere a aquellos casos en los que existen aspectos de pérdidas conductiva y sensoriales, de manera que existen problemas tanto en el oído externo o medio y el interno. Este tipo de pérdida también puede deberse a daños en el núcleo del sistema nervioso central, ya sea en las vías al cerebro o en el mismo cerebro. Es importante tener cuidado con todo tipo de golpes fuertes en la zona auditiva, ya que son los principales causantes de este tipo de sordera.

Autores como Valmaseda y Díaz-Estébanez (1999) hablan de esta cuarta tipología, que hace referencia solo y exclusivamente a lesiones en los centros auditivos del cerebro.

Se mide en decibelios y se clasifica en pérdida leve, moderada, severa o profunda (cofosis):

Para comprobar el grado de sordera de una persona, se le hace una prueba de audiometria, de forma que una persona con sordera puede tener problemas en la percepción correcta de la intensidad (decibelios) o de la frecuencia (hercio) de sueños relacionados con el lenguaje oral, y es frecuente que se den resultados diferentes para cada oído. La pérdida de la capacidad auditiva generalmente se describe como leve, benigna, moderada, severa o profunda, dependiendo de la mencionada prueba. Generalmente, cuando un niño con una pérdida de la capacidad auditiva supere a los 90 dB, se considera entonces que necesita un método educativo específico para personas sordas.


Umbral por encima de 90 dB. Puede ser debido a malformaciones internas del canal auditivo o a la pérdida total de los restos auditivos por motivos genéticos. Entre todas las personas sordas, el porcentaje de personas que padecen cofosis es muy pequeña, casi insignificante, ya que se trata de una malformación (ausencia de cóclea, por ejemplo).

La etiología de la discapacidad auditiva puede ser por causas exógenas como la rubeola materna durante el embarazo, incompatibilidad del factor Rh... y que suelen provocar otros problemas asociados (dificultades visuales, motoras, cognitivas). O bien puede ser una sordera hereditaria, la cual, al ser recesiva, no suele conllevar trastornos asociados.

El momento en el que aparece la discapacidad auditiva es determinante para el desarrollo del lenguaje del individuo, por lo que se pueden distinguir 3 grupos:

Pueden estar involucrados genes recesivos o dominantes. Los más comunes son el síndrome de Stickler y el síndrome de Waardenburg entre los de genes dominantes y el síndrome de Pendred, de síndrome el acueducto vestibular grande y el síndrome de Usher entre los de genes recesivos.

Algunos medicamentos pueden causar daños irreversibles al oído; entre ellos se encuentra el grupo de los aminoglucósidos. Otros medicamentos tienen efectos negativos pero son reversibles.

Se estima que la mitad de los casos de deterioro de la audición y la sordera son evitables.[1]​ Hay toda una serie de estrategias preventivas que son eficaces incluyendo la inmunización contra la rubeola para reducir las infecciones congénitas, la inmunización contra H. influenza y S. pneumoniae para reducir los casos de otitis mediana, y evitar o proteger contra la exposición excesiva al ruido.[1]​ La educación sobre los peligros de la exposición al ruido peligroso aumenta el uso de protectores auditivos.[4]

La pérdida auditiva se describe como:

Sordera verdadera o pérdida del umbral de intensidad de audición.


En Argentina las obras sociales y las empresas de medicina prepaga cubren el tratamiento de la hipoacusia, los audífonos y prótesis auditivas y la rehabilitación. También cubren el implante coclear, que es un dispositivo electrónico que se pone detrás del oído y posibilita a la persona sorda la recuperación parcial de la audición.

En Argentina las empresas de telefonía domiciliaria y móvil deben proveer equipos para personas con discapacidad auditiva y dar un servicio adecuado para permitirles la comunicación.

Las personas con discapacidad auditiva tienen prioridad en la instalación de este servicio de telefonía cuando el teléfono sea su única forma de comunicarse y no deben pagar una mayor tarifa por usar estos teléfonos, las tarifas deben ser iguales a las de los teléfonos domiciliarios convencionales.

Las empresas de telefonía móvil están obligadas a vender equipos compatibles para personas hipoacúsicas y los equipos especiales no pueden ser superiores a los de los equipos habituales.

Si la sordera es especialmente aguda, puede afectar considerablemente en la forma en que la persona sorda se relaciona con su entorno humano, al encontrarse con una seria limitación en su capacidad de encontrar una vía de comunicación por el canal auditivo, es decir, con el lenguaje oral. Sin embargo, el modo en que se entienden las consecuencias de esa incapacidad puede variar considerablemente, de manera que dos perspectivas fundamentales acerca del modo de entender la sordera.

Estudios recientes (a partir de los trabajos de William C. Stokoe en 1960, fundamentalmente) proponen abordar la sordera desde un punto de vista antropológico. Un colectivo de personas sordas que se comunican entre sí por medio de una lengua de signos puede ser considerado una comunidad lingüística minoritaria, con una cultura propia. La literatura especializada hace muchas veces la distinción entre Sordera, con una mayúscula inicial, para referirse a la antropológica, y sordera, para la definida clínicamente.

Dependiendo de los casos, una persona sorda normalmente puede desarrollar una idiosincrasia con las personas que se comunican por el canal visual, es decir, con la lengua de signos (LS), considerándose como una colectividad cultural y social propia diferenciada, normalmente con la definición de Comunidad Sorda. El vínculo social entre los sordos signantes suele ser muy fuerte debido, sobre todo, al aislamiento social con respecto a los oyentes, provocado por el escaso conocimiento de su problemática común, o estilo de vida, así como la escasa relación social por motivos de entendimiento lingüístico o también por ideas preconcebidas que las personas tienen acerca de los sordos las cuales pueden ir cambiando mediante la completa interacción dentro de su cultura.

De hecho, en esta colectividad se definen a sí mismos como personas sordas signantes, y suelen clasificar su entorno social entre oyentes a las personas que no tienen sordera (entre los que puede haber algún oyente signante, si conoce una LS), y al resto de las personas sordas que, dependiendo del país, pueden formar parte también de la Comunidad Sorda. Entre las personas sordas, además, los sordos signantes se distinguen de las personas sordas oralistas, es decir, quienes no utilicen habitualmente una LS o usan una comunicación bimodal (léxico de una LS con estructura gramatical de una lengua oral). Por último, están los sordos implantados, es decir, quienes llevan un implante coclear en vez de un audífono, que pueden ser signantes u oralistas.

En cambio, las personas sordas oralistas, es decir, aquellas personas sordas que han recibido una intensa reeducación del lenguaje oral en su infancia y que no usan una lengua de signos como lengua vehicular (a menudo como consecuencia de una prohibición expresa de los educadores), suelen adoptar una actitud de invisibilidad social respecto a su condición de persona sorda, a veces incluso no reconociéndose como tales (recurriendo a otras definiciones como discapacitado auditivo, hipoacúsico, medio oyente, etc.). Asimismo, este grupo suele asociar como personas sordas únicamente aquellos que son signantes, o bien diferenciándose de ellos definiéndolos como personas sordomudas, especialmente a aquellos no hablan un lenguaje oral correctamente en el aspecto gramatical.

Esta última definición, la de sordomudez, por otra parte, es considerada peyorativa por los sordos signantes, pues consideran que "hablan" (por canal visual, en LS). Asimismo, consideran que un alto analfabetismo de la lengua oral entre las personas sordas no tiene ninguna relación con la mudez, sino a un fracaso del método oralista en el sistema educativo en su infancia y juventud. De hecho, llamar "sordomudo" a una persona sorda por no hablar en lengua oral correctamente, equivaldría llamar "manco" a una persona por no escribir con la grafía correcta, o "ciego y manco" por no saber leer y escribir. Por último, en el sentido estricto, la "sordomudez" solo sería aplicable a aquellos que padezcan sordera y, además, son incapaces de generar sonidos humanos por la ausencia o el daño en las cuerdas vocales, siendo aspectos independientes entre sí.

Debido a unos ciertos factores que han vivido de manera común entre todo el colectivo sordo, con el paso del tiempo se han ido formando varias federaciones y asociaciones de personas sordas donde pueden encontrar todo tipos de ayudas, facilidades, actividades de ocio y compañía. A nivel mundial, hay dos que son las más importantes: la World Federation of the Deaf (WFD) o también llamada Federación Mundial de Sordos (FMS) y la Unión Europea de Sordos (EUD).

En España encontramos la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE),[7]​ que está formada por todas las federaciones y asociaciones del país. Normalmente cada comunidad autónoma tiene una federación y existen más de 115 asociaciones provinciales y locales de personas sordas.

Ha habido una gran controversia dentro de la comunidad sorda culturalmente con los implantes cocleares. En la mayor parte, hay poca objeción a los que han perdido la audición más tarde en la vida, o adultos culturalmente sordos (voluntariamente) que han elegido de estar proveídos de un implante coclear.

Muchas personas en la comunidad sorda se oponen firmemente al hecho que un niño sordo esté equipado con un implante coclear (a menudo con el asesoramiento de un médico especialista); los nuevos padres pueden no tener suficiente información sobre la crianza de niños sordos y realizan programas de exposición oral que hace hincapié en la capacidad de hablar y escuchar sobre otras formas de comunicación, como la lengua de signos o la comunicación total. Otras preocupaciones incluyen la pérdida de la cultura y las limitaciones de los sordos sobre la restauración de la audición.

La mayoría de los padres y los médicos dicen a los niños que no tienen que jugar deportes o participar en actividades que pueden causar lesiones a la cabeza, por ejemplo el fútbol, el hockey, o el baloncesto. Un niño con una pérdida auditiva puede preferir mantenerse alejado de lugares con mucho ruido, como por ejemplo conciertos de rock, partidos de fútbol, aeropuertos, etc., puesto que esto puede causar un desbordamiento de ruido, un tipo de dolor de cabeza que se produce en muchos niños y adultos cuando están cerca de los ruidos fuertes.

La lengua de signos se transmite a través de la comunicación manual y del cuerpo en vez de la transmisión acústica. Esto puede implicar combinar simultáneamente formas de la mano, la orientación y el movimiento de las manos, brazos o el cuerpo y expresiones faciales para expresar de manera fluida los pensamientos de la persona.

No hay una sola "lengua de signos". En las comunidades de personas sordas se desarrolla esta lengua. Mientras que utilizan el espacio para la gramática de una manera que las lenguas orales no lo hacen, las lenguas de signos presentan las mismas propiedades lingüísticas y utilizan la misma facultad del lenguaje como lo hacen las lenguas orales. Centenares de lenguas de signos están en uso en todo el mundo y se utilizan en los núcleos de la cultura sorda local. Algunas lenguas de signos han obtenido algún tipo de reconocimiento legal, mientras que otros no tienen ningún estatus. Las lenguas de signos para sordos no se basan en las lenguas habladas en la región, y a menudo tienen una sintaxis muy diferente en parte, pero no completamente, por su capacidad de utilizar las relaciones espaciales para expresar aspectos de significado. (Véase Relaciones de las lenguas de signos con los idiomas hablados.)

El abad Charles-Michel del Épée fue la primera persona que abrió una escuela para sordos. El Épée enseñó la lengua de signos francesa a los niños, y empezó la propagación de muchas escuelas para sordos en Europa. Thomas Gallaudet viajaba a Inglaterra para iniciar una escuela para sordos. Su inspiración fue una niña de nuevo años, que vivía junto a su casa. Al ver a conquistar sus luchas realizadas Gallaudet quiso enseñar y ver a otros niños conquistar sus propias discapacidades. Gallaudet fue testigo de una demostración de las habilidades de enseñanza de sordos de Roch-Ambroise Cucurron Sicard, Jean Massieu, y Laurent Clerc, los maestros de la enseñanza de los niños sordos en la época. Después de la demostración, Gallaudet estudió con los maestros franceses y perfeccionar sus habilidades de enseñanza. Un golpe acabó el aprendizaje Gallaudet y Clerc viajaron a los Estados Unidos y abrieron la primera escuela para sordos en Hartford, Connecticut. El American Sign Language, o ASL, iniciada a evolucionar a partir principalmente de la francesa, y otras influencias externas.[8]

Las personas sordas han visto históricamente como se ha deshabilitado el acceso en una educación pública libre y adecuada. Un niño con problemas de audición tiene que recibir un plan de educación individualizado, como la IEP, que considera que proporciona "el lenguaje y las necesidades de comunicación del niño. El IEP tiene que incluir oportunidades para la comunicación directa con compañeros y profesionales. También tiene que incluir el nivel académico del estudiante, y, finalmente, tiene que incluir toda la gama de necesidades de los estudiantes"[9]​ El gobierno también distingue entre la sordera y la pérdida de audición. El Departamento de Educación de los Estados Unidos afirma que la sordera es la pérdida severa que una persona no puede procesar cualquier tipo de información oral, incluso si esta persona tiene algún tipo de mejora audioprótesis de audición. El Departamento de Educación de los Estados Unidos afirma que una deficiencia auditiva es cuando la educación de una persona se ve afectada por la posibilidad de ser capaz de sentir. Esta definición no se incluye en el término sordera. Porque una persona pueda necesitar servicios especiales, la persona tiene que sentir más de 20 decibelios y su rendimiento educativo se tiene que ver afectado por la pérdida de audición. Esto es lo que el gobierno dice sobre las políticas gubernamentales y los servicios individualizados.

Hay opiniones variadas sobre el tema entre los que viven en comunidades de sordos, y los que tienen familiares sordos que no viven en comunidades de sordos. Las comunidades de sordos son donde típicamente sólo se utilizan lenguas de signos.

Muchos padres que tienen un hijo con problemas de oído prefieren que su hijo sea al entorno menos restrictivo de su escuela. Esto puede ser porque la mayoría de niños sin oído nacen a padres que sienten. Esto también puede ser debido a la reciente campaña para la inclusión en las escuelas públicas.

Se suele entender mal que un entorno menos restrictivo significa integración o inclusión. A veces, los recursos disponibles en las escuelas públicas no se ajustan a los recursos de una escuela residencial para sordos. Muchos padres optan para educar su hijo sordo en una aula de educación convencional, puesto que se los dice que la integración en el ámbito público es el entorno menos restrictivo; cosa que no siempre es así. Aun así, hay colectivos de padres que consideran que el aula de educación convencional no es el ambiente menos restrictivo. Estos padres consideran que poner su hijo en una escuela residencial donde todos los niños son sordos puede ser más adecuado para su hijo, puesto que el personal tiende a ser más consciente de las necesidades y luchas de los niños sordos. Otra razón por la cual estos padres sienten que una escuela residencial puede ser más adecuada que una aula de educación convencional es que el alumno no podrá comunicarse con los compañeros debido a la barrera idiomática.

En una escuela residencial donde todos los niños utilizan el mismo lenguaje (ya sea una escuela con ASL, Comunicación Total, u Oralismo), los estudiantes podrán interactuar con normalidad con otros estudiantes sin tener que preocuparse para ser fiscalizados. Por otro lado, un argumento que mujer apoyo a la inclusión dice que exponer el alumno en personas que no son como él lo prepara para la vida adulta. Mediante la interacción, los niños con discapacidad auditiva pueden conocer otras culturas que, en el futuro, pueden ser beneficiosas para encontrar trabajo y vivir por su cuenta en una sociedad donde su discapacidad los pueda situar en minoría. Estos son algunos de los motivos por los cuales una persona puede querer o no poner su hijo en una aula de inclusión.[9]

Hay muchos mitos sobre personas con pérdidas auditivas, pero no limitadas a:

Cada año se celebra el Día Internacional de las Personas Sordas la última semana del mes de septiembre, concordando con el último domingo. Aunque en España, suele coincidir con el último viernes o sábado del mismo mes.

En este día se reivindican los derechos y demandas de las personas con discapacidad auditiva, y se hacen visible ante la sociedad la riqueza cultural de las comunidades sordas de todo el mundo.

¿Por qué este día? La Fundación Mundial de Personas Sordas (WFD) eligió esta fecha para conmemorar el primer Congreso Mundial de la WFD que tuvo lugar en septiembre de 1951.




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