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Columba livia



La paloma bravía (Columba livia),[2]​ también conocida como paloma asiática bravía, paloma asiática doméstica o paloma doméstica, es una especie de ave columbiforme de la familia Columbidae (palomas, tortolitas y coquitas)[3]​ nativa del sur de Eurasia y del norte de África. En México se considera como exótica-invasora; el género Columba alberga a las denominadas palomas del viejo mundo.[3]

Es el ancestro de las palomas domésticas, con las que se cruza, lo que demuestra su estrecho parentesco. Se parece mucho a la paloma doméstica gris típica, pero las domésticas presentan gran variedad de coloraciones y formas diferentes. Los adultos miden generalmente entre 29 y 37 cm de largo y tienen una envergadura alar de 62 a 72 cm.[4]​ Su peso oscila entre los 238 y 380 g, aunque las palomas domésticas o semidomésticas suelen sobrepasar este peso normal.[5][6]​ Su pico es negruzco con cera blanca en la base, patas rojizas o rosas, ojos ámbar (oscuros en el juvenil). No hay dimorfismo sexual pero el plumaje es muy variable entre individuos. El patrón original es cabeza, nuca y pecho color gris pizarra con lustre verde-púrpura sobre cabeza y vientre gris pálido. Alas grises con dos barras negras y rabadilla blanca que se hace gris pizarra hacia la cola y cuyas puntas son blancas.

El área de distribución natural de las palomas bravías se limita al sur de Europa, el norte de África y el suroeste de Asia. Tras su domesticación, su distribución se amplió a la mayor parte de todos los continentes (salvo la Antártida) especialmente América del Norte, Cono Sur de América y zonas templadas meridionales de Australia. En México habita en todas las entidades del país.[3]​ Suele vivir en acantilados y barrancos, anidando en paredes rocosas. Las palomas domésticas y asilvestradas han sido introducidas en más hábitats de todo el mundo, especialmente ciudades. Usan las construcciones humanas del mismo modo que las poblaciones naturales usan los muros rocosos. Es sabido que causan daño considerable a edificios y monumentos debido a su heces corrosivas.

Esta paloma ha sido introducida en todo el mundo como fuente de alimentación o como caza. Sin embargo, son una amenaza a la salud de la población ya que pueden transmitir variedad de enfermedades a los humanos, a  las aves de corral y a la fauna silvestre; lo anterior, por contacto con las deposiciones de las palomas o por exposición prolongada a sus heces y plumas. No obstante, la fama de las palomas de animales insalubres para los humanos se ha exagerado.[7]

Los adultos de la subespecie nominal miden entre 29 y 37 cm de largo y tienen una envergadura alar de 62 a 72 cm.[4]​ El peso de las palomas bravías salvajes o asilvestradas oscila entre los 238 y 380 g, aunque las palomas domésticas o semidomésticas suelen sobrepasar este peso normal.[5][6]​ Su plumaje es en general de color gris azulado, más oscuro en la cabeza, cuello y pecho, donde además presentan iridiscencias verdes y violáceas. Se caracteriza por presentar dos bandas negras y tener el obispillo blanco. Las coberteras inferiores de sus alas son blanquecinas y que la punta de las rémiges es negruzca. Su cola tiene una banda negra en el extremo rematada con un fino borde blanco. El iris de sus ojos es naranja, rojo o dorado, y tienen un fino anillo ocular desnudo gris azulado. Su pico es negruzco y presenta en su parte superior una llamativa cera blanquecina, y sus patas son de color rojo purpúreo. Tiene las siguientes medidas estándar: una media de 22,3 cm de cuerda máxima del ala, entre 9,5 y 11 cm de longitud de cola, 1,8 cm y entre 2,6 y 3,5 cm de tarso.[5]

La hembra es muy similar al macho pero la iridiscencia de su cuello es menos intensa y más restringida a los lados y zona posterior, y su pecho es menos voluminoso y más oscuro.[5]​ Los juveniles son similares pero con menos lustre.

La paloma bravía silvestre fue descrita científicamente por el naturalista alemán Johann Friedrich Gmelin en 1789 como Columba livia;[8][9]​ aunque las palomas domésticas ya habían sido descritas por Linneo en 1758, en la décima edición de su obra Systema naturæ,[8]​ con el nombre de Columba domestica,[10]​ y se reagruparían en una sola especie. Su pariente más cercano dentro del género Columba es la paloma rupestre, seguidas por: la paloma nival, la paloma de Guinea y la paloma etíope.[5]

Se reconocen al menos diez subespecies de paloma bravía:[11][8]

La etimología de su nombre científico procede del latín. Columba es la palabra latina que significa «paloma»,[12]​ y su nombre específico, livia, es la forma femenina del término livor, «azulado».[13]​ Curiosamente su nombre común en español, paloma, no procede del nombre latino del ave, sino que deriva de otra palabra en latín, palumbus, que significa «paloma torcaz», lo que parece indicar que antiguamente estas últimas eran la palomas más abundantes.[14]

El área de distribución natural de las palomas bravías se limita al sur de Europa, el norte de África y el suroeste de Asia, pero tras su domesticación su distribución se amplió a la mayor parte de todos los continentes, salvo la Antártida; especialmente en América del Norte, el Cono Sur de América y las zonas templadas meridionales de Australia. Las palomas salvajes y asilvestradas se extienden por una vasta área de distribución, con una extensión global de unos 10.000.000 km². Su población es muy grande, se estima que solo en Europa es de entre 17–28 millones de individuos.[1]

El registro fósil indica que las palomas bravías se originaron en Asia, y los restos óseos desenterrados en Israel confirman su presencia allí al menos hace trescientos mil años.[15]​ Sin embargo, la prolongada historia compartida de esta especie y los humanos hace muy difícil saber la extensión exacta de su área natural original.[6]​ Suele habitar en los acantilados y barrancos, generalmente en la costa. Las palomas domésticas y asilvestradas han sido introducidas en muchos más hábitat de todo el mundo, especialmente en las ciudades, y usan las construcciones humanas del mismo modo que las poblaciones naturales usan los muros rocosos. La especie fue introducida en Norteamérica en 1606 en Port Royal, Nueva Escocia.[16]

Las palomas suelen encontrarse en parejas en la época de reproducción, pero el resto del tiempo son gregarias.[5]​ Las palomas duermen en los salientes de los acantilados, muros y demás estructuras elevadas, pero nunca en las ramas de los árboles, en las que no pueden mantenerse agarradas. Las palomas, especialmente las palomas mensajeras, son conocidas por su capacidad para poder orientarse y encontrar el camino de regreso a su hogar desde grandes distancias. A pesar de esta capacidad las palomas bravías suelen ser sedentarias y raramente se alejan de sus región natal.[6]

Las palomas se alimentan en el suelo en bandadas o individualmente. Cuando son molestadas las palomas alzan el vuelo en grupo con un ruidoso batir de alas característico.[17]​ Las palomas en la naturaleza son principalmente granívoras, que se alimentan de semillas de cereales, leguminosas y otras plantas herbáceas,[16]​ aunque también se alimentan de brotes, frutos, insectos, gusanos y caracoles. Normalmente las palomas beben después de haber comido, al igual que otras aves de dietas secas, aunque también consumen agua para bajar su temperatura corporal en días calurosos.[18]​ Todas las palomas se caracterizan por su forma de beber. Son capaces de tragar agua de manera continua con la cabeza agachada y el pico sumergido, a diferencia del resto de aves que tienen que levantar la cabeza e inclinarla hacia atrás para poder tragar el agua.

Las palomas bravías crían en cualquier época del año, aunque el máximo se produce en primavera y en verano. El emplazamiento del anidamiento son los saliente de los acantilados, y superficies similares de las edificaciones, además de en el interior de las grietas y huecos de ubicación similar.[19]

Su nido consiste en un entramado endeble de hierba y ramitas, apoyado contra la pared y generalmente a cubierto.[6]​ Generalmente ponen dos huevos blancos. La incubación es compartida por los dos progenitores y dura entre diecisiete y veintiún días.[20]​ Los pichones recién eclosionados están cubiertos de plumón amarillento claro y tienen un pico prominente rojizo con una banda oscura. Los polluelos son alimentados mediante regurgitación con la conocida como leche de paloma. La leche de paloma es un fluido nutritivo producido en el buche de ambos progenitores de todas las especies de palomas y tórtolas. Los pichones tardan unos treinta días en desarrollarse y dejar el nido.[4]

La esperanza de vida de una paloma en la naturaleza oscila entre los tres y los cinco años y llega a vivir hasta los quince años en cautividad.[17]​ La principal causa de mortalidad en la naturaleza son los depredadores y la caza humana.

En su hábitat natural las palomas se alimentan de semillas de pasto y bayas, insectos y arañas. En zonas urbanas se alimentan también de restos de comida que encuentran en la basura, o por suministro directo por parte de personas. Algunas razones por las cuales las personas alimentan a las palomas son: empatía, diversión, tradición y como medio de interacción social.[21]

Cuando el suministro de alimentos es lo suficientemente abundante, las palomas pueden llegar a formar grandes bandadas y reproducirse durante todo el año, lo cual sucede en las ciudades debido al continuo suministro de alimento de origen antropogénico.

Las palomas bravías y las silvestradas son una de las presas preferidas de las rapaces de toda su área de distribución, y su única defensa es su habilidad de huida volando. Las palomas asilvestradas que viven en casi todas las ciudades del mundo y áreas circundantes son cazadas por una gran variedad de aves de presa. El halcón peregrino y el gavilán común son sus principales depredadores naturales. Hasta el 80% de la dieta de los halcones peregrinos de muchas ciudades se compone de palomas asilvestradas.[22]​ Pueden ser cazadas por rapaces de tamaños comprendidos entre el halcón americano y el águila real, como los busardos, búhos reales y azores, y sus nidos pueden ser expoliados por las gaviotas y los córvidos.[23]​ Entre los mamíferos que también pueden atacarlas se encuentran las martas, las jinetas, las zarigüeyas y los mapaches, además de los gatos.[20]​ Las palomas también son cazadas por los humanos, y son consideradas carne de caza que se consume en muchos de los países donde son nativas desde la antigüedad.[24]

Las palomas pueden ser portadoras de una variada fauna de parásitos.[25]​ Pueden hospedar helmintos intestinales como la Capillaria columbae y Ascaridia columbae. Entre sus ectoparásitos están piojos ischnóceros como Columbicola columbae, Campanulotes bidentatus compar, los piojos amblioceros Bonomiella columbae, Hohorstiella lata, Colpocephalum turbinatum, los ácaro Tinaminyssus melloi, Dermanyssus gallinae, Dermoglyphus columbae, Falculifer rostratus y Diplaegidia columbae. Además la hipobóscida, mosca de las palomas Pseudolynchia canariensis es un chupador de sangre típico que parasita a las palomas en los climas tropicales y subtropicales.

La paloma bravía fue domesticada por el hombre hace miles de años, dando lugar a la aparición de la paloma doméstica (Columba livia domestica) que se ha usado para el consumo de su carne, como mensajeras y como mascotas. En la actualidad existen numerosas razas y variedades de éstas, en diversos tamaños, colores y formas; aunque todas conservan el obispillo blanco, y la mayoría tienen las dos bandas oscuras en las alas características de la especie.

El arte y la ciencia de criar palomas domésticas se conoce con el nombre de colombicultura. El simple afecto por las palomas en general, se denomina colombofilia.[26]​ Los egipcios y los babilonios fueron los primeros en criar palomas y fueron seguidos por griegos y romanos.[27]​ En la antigua Roma se desarrolló la cría de palomas como complemento de la agricultura, para consumir su carne y también con fines religiosos y rituales.[28]​ En la Edad Media la cría de palomas era un privilegio reservado a la nobleza.[27]

Las palomas se usan como mensajeras desde la antigüedad, los romanos ya las utilizaron desde la época de la república. Las palomas mensajeras se usaban con profusión en la Edad Media con fines militares, comunicando alertas y movimientos de tropas. Algunas palomas domésticas llegaron a ser utilizadas en Europa también en el ámbito del comercio como mensajeras regulares, práctica que llegó hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando cayó en desuso ante la aparición de nuevos, más rápidos y fiables medios de comunicación a distancia, como el telégrafo. Una de las razas de palomas mensajeras creada especialmente por los aficionados belgas alrededor de los años 1850 para realizar carreras, desempeñó un importante papel como mensajera en los últimos conflictos bélicos en los que intervinieron, como la Guerra franco-prusiana, la Primera y Segunda Guerra Mundial, llegándose a usar hasta la Guerra de Corea, y muchos de los ejemplares intervinientes resultaron distinguidos con medallas militares por sus extraordinarias prestaciones, que permitieron salvar innumerables vidas.[20]

Algunas palomas domésticas se han asilvestrado y llevan una vida semisalvaje en la multitud de ciudades donde habitan, y originando poblaciones silvestres en las zonas circundantes.[15]

Las razas de palomas domésticas que por sus formas, colores o habilidades (como es el caso de las acróbatas), son denominadas respectivamente «de mesa, exhibición, lujo o fantasía», cuentan con una enorme variedad de asombrosos representantes, como las dragonas, carriers, bagadais, gallinas, mundanas, carneau, buchonas, colipavas, capuchinas, moñudas, turbitas, golondrinas, rizadas, tambores, etcétera, etcétera. Por ser tan excéntricas, Darwin las llamaba «monstruos creados por el hombre» (que aprovechó principalmente la aparición de determinadas mutaciones genéticas).

La fama de las palomas de animales insalubres para los humanos se ha exagerado mucho.[7]​ El contacto con las deposiciones de las palomas supone un riesgo menor de contraer histoplasmosis, criptococosis y psitacosis,[29]​ y la exposición prolongada a sus heces y plumas puede causar la pneumonitis conocida como pulmón del cuidador de aves. Por ello, en algunas ciudades de Estados Unidos y Europa se controlan las poblaciones de palomas usando diferentes métodos[30]​. Algunos métodos utilizados para disminuir este riesgo a la salud humana son: prohibición de alimentarlas, exterminación o uso de anticonceptivos, aunque existe debate sobre cuál es la mejor forma de atender el problema[21]​.

En cambio, las palomas son un riesgo potencial por ser posibles portadoras, como otras aves, de la gripe aviar. Pero un estudio ha demostrado que las palomas adultas no son susceptibles de contraer la cepa más peligrosa de gripe aviar, la H5N1, por lo que no pueden trasmitírsela a los pollos.[31]​ Y se ha descubierto que son «resistentes o tienen una susceptibilidad mínima» a otras cepas de la gripe aviar, como la H7N7.[32]​ Otros estudios han mostrado que presentaban signos clínicos de lesiones neurológicas resultantes de la infección, pero que no trasmitían la enfermedad a los pollos que estaban en contacto directo con ellas.[33][34]



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