El condado de Besalú fue uno de los condados existentes en la Marca Hispánica durante la primera mitad del siglo IX. Su independencia fáctica llegó en el siglo X.
En sus orígenes, el condado de Besalú fue un pagus (territorio con un gobierno descentralizado) del condado de Gerona que comprendía la La Garrocha y algunos territorios vecinos desde Montgrony y Setcases en la actual comarca del Ripollés, hasta Agullana y Figueras (en la actualidad Alto Ampurdán) y Bañolas en la actual comarca del Pla de l'Estany.
En una fecha desconocida, Wifredo el Velloso, conde de Gerona (878-897) separó el pagus de Besalú del condado de Gerona y encomendó su gobierno a su hermano Radulf a quien nombró conde de Besalú a condición de que a su muerte el condado pasaría a los descendientes de Wilfredo.
A la muerte de Wifredo (897) sus hijos - Wifredo Borrell, Miró, Sunifredo y Suniario- optaron por gobernar conjuntamente todos los dominios de su padre y administrarlos bajo la presidencia del primogénito. Muy pronto, sin embargo, cada uno de los condes co-gobernantes tuvo descendencia, por lo que se tuvo que abandonar la idea de la herencia conjunta. A partir de entonces, cada hijo transmitió de forma individual a sus herederos la parte del conjunto condal que regia: Wifredo, junto con Suniario, el condado de Barcelona, el de Gerona y el de Osona; Sunifredo el condado de Urgel; y Miró Cerdaña, Conflent y Condado de Berga.
Wifredo Borrell murió en el año 911 sin descendencia masculina y, tal y como lo había previsto, los condados pasaron a su hermano Suniario, el menor de los hijos de Wifredo el velloso, que aún era menor de edad a la muerte de su hermano mayor.
Suniario tuvo que enfrentarse con su hermano Miró de Cerdaña quien, como hijo mayor de los que aún vivían, pretendía obtener la herencia de Barcelona. La disputa se resolvió con un acuerdo por el que Suniario obtenía el reconocimiento de Miró a cambio de cederle el Ripollés, que hasta entonces pertenecía al condado de Osona.
Los conflictos entre ambos hermanos no tardaron en reaparecer. En una fecha incierta entre el año 913 y el 920, murió el conde Rodolfo de Besalú. En ese momento, Miró, terminó imponiéndose y Besalú, aunque siempre había pertenecido al condado de Gerona, se vinculó al condado de Cerdaña. A la muerte de Miró en el 927, sus condados pasaron a sus hijos en régimen de cogobierno indivisible. Pero, al ser menores de edad, su madre, la condesa viuda Ava, ejerció la regencia.
Al alcanzar la mayoría de edad, asumieron plenamente sus funciones condales: el primogénito Sunifredo tomó el gobierno de Cerdaña; Wifredo II, subordinado a Sunifredo, fue conde de Besalú; Oliba Cabreta colaboró con Sunifredo en el gobierno del condado de Cerdaña; y Miró Bonfill se hizo eclesiástico.
Entre estos cuatro hermanos, la idea de gobierno compartido se mantuvo siempre. Por eso, en todo momento actuaron de forma solidaria. Así, Sunifredo en el 944 solicitó un precepto real en favor del monasterio de San Pedro de Roda para afirmar su independencia respecto a Bañolas; en el 943 participó activamente en la defensa de Besalú y de Ripoll contra Suniario; por su parte, Wifredo II de Besalú, en representación de sus hermanos, acudió a la corte del rey Luis de Ultramar a solicitar privilegios de inmunidad para el monasterio de San Pedro de Camprodón, fundado en colaboración con Sunifredo. También solicitó un precepto por el que los cuatro hermanos recibían los bienes del vizconde Unifredo, que les había traicionado durante la expedición de Ermengol de Osona.
En el 957 se produjo en Besalú una revuelta nobiliaria en la que, seguramente, estuvieron implicados los hijos del antiguo conde Rodolfo. La revuelta culminó con el asesinato de Wifredo II. Sunifredo consiguió dominar el alzamiento, confiscó los bienes de los sediciosos y se anexionó el condado.
A la muerte de Sunifredo (965), el nuevo jefe de la dinastía pasó a ser Oliba Cabreta, que gobernó Cerdaña y encomendó el condado de Besalú a Miró Bonfill que, actuando como subordinado de su hermano, lo dirigió incluso después de convertirse en obispo de Gerona en el 971.
A la muerte de Miró Bonfill en el 984, Oliba Cabreta quedó como único gobernante de los dominios de su linaje hasta que en el 988 se retiró al monasterio de Montecasino donde se hizo monje. Entonces su condados se los repartieron entre sus hijos, Oliba que se quedó con Ripoll y Berga, Wifredo II al que correspondió Cerdaña y Conflent y Bernardo Tallaferro que se quedó con Besalú.
En el año 1002, Oliba se hizo monje del monasterio de Ripoll y Berga fue anexionada a Cerdaña mientras que Ripoll se anexionó al condado de Besalú. Finalmente, como Wifredo II y Bernat Tallaferro tuvieron descendencia, Cerdaña y Besalú se separaron definitivamente con lo que se formaron dos linajes condales totalmente distintos originados en el tronco común de Oliba Cabreta, nieto de Wifredo el velloso. Además del condado de Besalú, Bernat Tallaferro recibió en herencia de su padre el pagus de Vallespir, Fenolleda y Perapertusa.
Los condes de esta dinastía de Besalú fueron:
Tras la muerte del conde Guillermo II en 1066, en Besalú se estableció un gobierno conjunto entre Bernardo II, hermano del conde muerto y Bernardo III, hijo de Guillermo II, menor de edad. A causa de la falta de carácter de Bernardo III de Besalú (1066-1111), el gobierno efectivo del condado fue ejercido por Bernardo II incluso después de que su sobrino alcanzara la mayoría de edad. Por eso, en 1100, la muerte de Bernardo II y el inicio del gobierno en solitario de Bernardo III creó en Besalú un vacío de poder que el conde Ramón Berenguer III de Barcelona supo aprovechar.
En 1107, Bernardo III aceptó casarse con Jimena, hija del conde de Barcelona y de María Rodríguez, hija de Rodrigo Díaz de Vivar y Jimena Díaz. En los acuerdos matrimoniales, Ramón Berenguer IIII cedía a su hija y a su yerno el condado de Osona y el obispado de Vich con todos sus castillos; a cambio, en caso de morir sin descendencia, Bernardo III nombraba heredero de Besalú al conde de Barcelona. En el momento de celebrarse el matrimonio en el que el suegro era más joven que el yerno, Bernardo III ya tenía cincuenta años y Jimena era una niña de unos siete u ocho años. Por tanto, el acuerdo de boda no era más que un subterfugio para legalizar la cesión de Besalú. El conde de Besalú que, al llegar soltero a los cincuenta demostraba no haberse preocupado ni siquiera de asegurar una continuidad dinástica, encontró en su suegro alguien capaz de llenar el vacío dejado por la muerte de Bernardo II.
En 1111, Bernardo III murió sin descendencia, tal y como era previsible y Ramón Berenguer III se convirtió en conde de Besalú. Se planteó entonces un conflicto con el conde Bernardo Guillermo de Cerdaña, feudatario del conde de Besalú; el pleito se resolvió con la renuncia del conde de Cerdaña a los feudos de Fenollet, Vallespir, Castellnou y Perapertusa a cambio de ciertas compensaciones. Por otra parte, en 1112, Ramón Berenguer III agradeció a su hermanastro Eimeric II de Narbona su alianza contra Bernardo Ató en el conflicto de Carcasona y le cedió Fenollet y Perapertusa.
En 1351, el rey Pedro IV de Aragón al nombrar a su heredero le otorgó el título de Duque de Gerona, elevando este condado a la categoría de ducado; el ducado comprendía los territorios del condado de Gerona, el de Besalú, el de Ampurias y el de Osona, instituyendo así el título de Príncipe de Gerona que procede, por tanto, de la Corona de Aragón.
El condado de Besalú dispuso de moneda propia desde 969 aunque hasta 1020 solamente existen referencias documentales. Posteriormente se conocen tres tipos de dineros de plata, acuñados entre 1020 y 1111. Los grabados de este condado están considerados unos de los mejores del arte románico.
En el condado de Besalú estaban muchas de las abadías más destacadas de los condados catalanes:
Sin embargo, no existía un obispado propio. Por eso, las parroquias de Besalú dependían de diócesis forasteras como eran el obispado de Vich, el obispado de Gerona o el de Elna. En 1017, el Papa Benedicto VIII concedió el obispado propio a Bernardo Tallaferro que se había desplazado a Roma para solicitarlo. Tras desestimarse las propuestas de San Juan de las Abadesas y de Saint-Paul-de-Fenouillet, la sede del nuevo obispado se estableció en Besalú y se designó obispo a Wifredo, abad de San Juan de las Abadesas e hijo de Bernardo Tallaferro. A la muerte del conde en 1020, los obispos de Gerona y de Vich reclamaron sus antiguas parroquias; el obispo Wifredo de Besalú, falto de protección política, se retiró al monasterio de San Juan de las Abadesas y la diócesis de Besalú fue abolida.
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