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Conquiliología



La conquiliología (gr. κογχύλιον, "conchita" y -λογία, "tratado")[1]​ es el estudio científico de las conchas de los moluscos, una rama de la malacología. Los conquiliólogos pueden estudiar las conchas para conseguir entender la diversa y compleja taxonomía de los moluscos, o simplemente apreciarlas por su valor estético.

La definición a veces se amplía (especialmente en Europa) para incluir el estudio de los animales moluscos, lo que técnicamente es la malacología, al mismo tiempo que incluyen otros invertebrados marinos, como los equinodermos, cnidarias y crustáceos.

La conquiliología se ocupa de todas las conchas de moluscos, sin embargo, los calamares y otros cefalópodos no tienen conchas externas (con la excepción de los Nautilus), habiendo desarrollado sólo un hueso interno o concha, utilizado para flotación o soporte. Algunas especies han perdido completamente su "esqueleto" (interno o externo), mientras que en algunos ha sido reemplazado por una estructura de soporte cartilaginosa. Debido a esto, los conquiliólogos se ocupan principalmente de los gasterópodos, bivalvos, poliplacóforos y escafópodos.

La recolección de conchas, el predecesor de la conquiliología, se remonta hasta el momento en el que había personas y playas: alguien paseando por la playa pudo recoger una concha por su belleza y es posible que también fuese al día siguiente a buscar más. El hecho de que mucha gente ya estuviese usando los moluscos como una fuente de alimentación, añadido a su abundancia, facilitó su introducción en las vidas de las personas. Desde la Edad de Piedra se han encontrado collares de conchas, algunos de los cuales fueron encontrados en áreas alejadas de las costas indicando que fueron objeto de algún tipo de comercio o intercambio. Collares de conchas y otras joyas son encontradas en la mayoría de las excavaciones arqueológicas, incluyendo ruinas Aztecas antiguas, excavaciones en la antigua China, el valle del Indo, y yacimientos Nativos Americanos. Durante el Renacimiento, la gente comenzó a tener mayor interés en la belleza de objetos naturales para incluir en sus cuartos de maravillas. Las conchas se convirtieron en una gran parte de esas colecciones. Hacia el final del siglo XVII, la gente comenzó a ver las conchas con un interés científico. Lister entre 1685 y 1692 publicó Historia Conchyliorum, que fue el primer libro detallado sobre conchas, con más de 1000 planchas grabadas.

Las conchas han sido coleccionadas durante milenios, pero no siempre solo por su belleza:

Muchos conquiliólogos se dedican a estudiar los moluscos que son directamente provechosos o perjudiciales para el ser humano. El estudio de los moluscos provechosos, como los bivalvos comestibles, como las almejas y mejillones, o la ostra de la perla, se centra principalmente en su ecología y hábitos, siendo de gran importancia el entendimiento de su cría y cómo aumentar su producción.

Por el contrario, gran parte del estudio de los moluscos perjudiciales se centra en su fisiología, con el fin de desarrollar controles eficaces sin aumentar los efectos colaterales no deseados. Un ejemplo de un molusco "introducido" e invasivo es el del mejillón cebra, que se extendido por todo el continente Norte Americano causando daños valorados en miles de millones de dólares. Se han realizado esfuerzos importantes para encontrar controles biológicos, como pueden ser parásitos y enfermedades específicos a la especie en cuestión, además de controles genéticos.

Se suele identificar a los moluscos mediante guías de coleccionismo generalistas o regionales (por ejemplo, el Compendium of Seashells de Abbott y Dance), y libros específicos sobre diferentes taxones de moluscos (monográficos) o "iconografías" (textos cortos - principalmente fotografías), con ilustraciones y descripciones por escrito, más que por claves de identificación como en el caso de las plantas. Debida a la gran diversidad dentro de las muchas especies y sus familias, la elaboración de guías útiles resulta sumamente difícil. Incluso para los expertos, el gran número de especies y el desconocimiento de sus características complica su clasificación. Así, muchos moluscos siguen sin clasificar por los científicos, se publican los datos de muchas nuevas especies todos los años. Se calcula que existen unas 100.000 especies en todo el mundo.



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