x
1

Convento de San Francisco (Moguer)



El Convento de Nuestra Señora de la Esperanza,[1]​ más conocido como Convento de San Francisco se encuentra en Moguer, provincia de Huelva (España). Esta declarado Bien de Interés Cultural con la tipología de Conjunto Histórico de los Lugares Colombinos.[2][3]

El edificio actual, tiene una superficie de 807 m2 (1.220 m2 construidos), correspondientes a la Biblioteca Iberoamericana y el Claustro, que son de titularidad municipal, y 570 m2 (717 m2 construidos), correspondientes a la iglesia y sus dependencias, cuyo titular es el Obispado de Huelva.

El templo, de estilo manierista, consta de una sola nave de cajón muy profunda cubierta con bóvedas de cañón con lunetos, coro alto muy alargado a los pies, y presbiterio plano sobre pedestal, cuya planta coincide con el cementerio de los frailes. La cúpula es ovalada y cuenta con un programa pictórico de hacia 1700. Ocupa su centro la escena de la estigmatización de San Francisco mientras que en las pechinas figuran medallones con pontífices de la orden franciscana: Alejandro IV, Nicolás V, Sixto IV y Sixto V. Los paramentos interiores estucados en blanco se quiebran a base de pilastras y cornisas de sencillo diseño. La nave se caracteriza por su desnudez: los retablos fueron trasladados a la parroquia después de 1936, a excepción del retablo mayor. Igual suerte corrieron otros objetos de arte, hoy expuestos en el monasterio de Santa Clara, sede del Museo Diocesano de Arte sacro. Varios sucesos coinciden en el tiempo con la desmembración y destrucción del patrimonio artístico del convento: el saqueo perpetrado por los franceses (1810); la exclaustración e inmediata desamortización eclesiástica (1836); el abandono secular del edificio; y, finalmente, la guerra civil de 1936. Desde el exterior destaca la severidad de los muros de la iglesia con su sistema de contrafuertes, visibles en el grabado de Espinalt y García (1781). La espadaña (siglo XVII) y la portada principal de acceso a la iglesia (siglo XVI) nos remiten de nuevo al maestro Hernán Ruiz.

El claustro es un espacio manierista del último cuarto del siglo XVI, de planta sensiblemente cuadrada y adosado al muro norte de la iglesia. Está formado por dos plantas de arquerías sobre columnas, salvo en su lado norte donde sólo tiene la arquería inferior. En el patio se conserva un aljibe con restos de estuco pintado. La escalera ha recuperado su grandiosidad después de las distintas restauraciones. Se accede a ella a través de un vano con arco de medio punto adovelado, mayor que los huecos adintelados que aparecen a ambos lados. Esta solución responde a la tipología de "serliana" cuyo modelo introduce Hernán Ruiz en el primer cuerpo de campanas de la Giralda de Sevilla. Los tres arcos sobre columnas remarcados por un almohadillado del piso superior potencian la espacialidad de la escalera. En el primer tramo se conserva un trozo de estuco (siglo XVI) con motivos geométricos.

El claustro y las nuevas dependencias anexas -propiedad del Ayuntamiento tras la Desamortización-, funcionan como sede del Archivo Histórico Municipal y Biblioteca Iberoamericana. Contiene varios fondos: el denominado Archivo Municipal con documentación del Ayuntamiento desde el año 1481 al 1982; los Protocolos Notariales del Distrito de Moguer (Niebla, Bonares, Lucena del Puerto, Palos de la Frontera y Moguer) con escrituras públicas otorgadas desde 1536; y Juzgados con documentación que van de los años 1843 a 1903. Este último fondo enlaza con la sección Escribanía de Cabildo (1543-1879) del Archivo Municipal. Tiene además una biblioteca especializada de apoyo al Archivo, con tres áreas básicas: América, Andalucía y Legislación.

El retablo mayor (de unos 15 metros de altura) fue ejecutado para esta iglesia conventual en la segunda mitad del siglo XVIII, sustituyendo a otro de época y estilo diferentes realizado hacia 1600 según consta documentalmente. Su artífice, aunque desconocido, realizó esta obra siguiendo los cánones inaugurados por Jerónimo Balbás en el retablo de los Reyes de la Catedral de México. Puede atribuirse a Manuel García de Santiago. El uso del estípite concuerda con el majestuoso y refulgente decorado barroco en versión rococó, mucho más atrevido que en épocas anteriores, y tan frecuente en la ornamentación de muchas iglesias andaluzas e hispanoamericanas. Todo el retablo forma un cuerpo dorado gigantesco con variadísimas molduraciones. Los estípites organizan la composición en tres amplios sectores. Otro elemento novedoso que nos remite a Duque Cornejo es el cortinaje o dosel que remata la hornacina de San Francisco. A través de una de las puertas existentes en el cuerpo inferior de dicho retablo se accede a la sacristía, antaño repleta de numerosos relicarios. Este de San Francisco de Moguer guarda una gran semejanza con el retablo de San Buenaventura de Sevilla.

Su iconografía responde al ideal franciscano de la época. El crucificado que lo remataba y las imágenes policromadas de los dos santos franciscanos, que antaño flanqueaban el camarín de la titular, fueron destruidos en el año 1936. El resto de la imaginería se ha conservado. San Francisco de Asís obra de León Ortega de 1963.

Obras modernas son la Virgen de la Esperanza y el Cristo del Amor, talladas por Moreno Daza en la década de 1950 y remodeladas posteriormente por Antonio León Ortega y la Virgen nuevamente por Elías Rodríguez Picón. León Ortega realizó también la imagen de San Francisco del retablo mayor. Las imágenes del Cristo de los Remedios (Ángel Rengel, 2000) y la Virgen del Rosario (José María Leal) pertenecen a la Hermandad del Cristo de los Remedios. También se conserva la llamada Cruz Franciscana, obra del siglo XVIII artísticamente decorada.

También son del siglo XVIII la reja de hierro forjado que separa el presbiterio del resto del templo y las pinturas murales que representan a los Papas Alejandro IV, Sixto IV y Sixto V y Nicolás V en cada una de las pechinas, y el escudo de la Orden Seráfica en el centro de la cúpula. Los azulejos que ornamentan con sus motivos vegetales y hagiográficos (San Sebastián), el frontal partido por la escalinata de acceso al altar mayor pueden datarse hacia el Seiscientos.

En el último tercio del siglo XV el convento franciscano del Corpus Christi resultaba insuficiente para una comunidad de frailes en aumento incapaz de atender las demandas sociales y religiosas de la población. Por este motivo, los señores de Moguer, Pedro Portocarrero y su mujer Juana de Cárdenas, fervientes devotos de la orden seráfica, mandaron construir a su costa un nuevo convento bajo la titularidad de Nuestra Señora de la Esperanza a pocos metros de la fundación original.

Los franciscanos se trasladaron al mismo en 1482. El nuevo edificio conventual llegó a albergar a un número respetable de religiosos. Hacia el último tercio del siglo XVI eran treinta los frailes. La cifra más alta fue alcanzada en 1655 con treinta y cuatro. Con posterioridad la comunidad fue reduciéndose hasta descender a cuatro miembros en 1834. Un par de años más tarde tendría lugar la exclaustración, pasando todos sus bienes, incluida la residencia conventual, con la única excepción de la iglesia, a dominio público. Los franciscanos ejercieron en Moguer a través de una escuela de niños y cátedra de gramática un apostolado religioso y cultural relevante. Por otro lado, la proximidad al monasterio de Santa Clara revela la estrecha relación que existió entre ambos desde su fundación.

La notable influencia que la orden de San Francisco ejerció sobre la población ayudó al mantenimiento del convento. El patrimonio económico con que contaba era más bien modesto si lo comparamos con el del Monasterio de Santa Clara. Subsistía gracias a una serie de rentas y, sobre todo, a los donativos y limosnas de los particulares y señores de Moguer. El importe se destinaba a finales concretos: sustento de la comunidad, reparos y ampliación del edificio, adquisición de objetos de culto, obra social y educativa, servicio litúrgico, jornales de los empleados, etc. Otros ingresos procedían de las capellanías y memorias fundadas en la iglesia del convento, de los sermones y misas de difuntos, y de las cofradías instituidas en dicho cenobio (Soledad, Vera-Cruz, Misericordia, etc.).

Las obras del edificio conventual se iniciaron en las últimas décadas del siglo XV, aunque las intervenciones más importantes se llevaron a cabo en la centuria siguiente Queda algún rasgo de la época de los Reyes Católicos en la base de la espadaña. A lo largo de los siglo XVI y XVII el convento fue sometido a numerosas reparaciones, realizadas por alarifes locales. En 1584 Gaspar Ruiz, carpintero, se comprometió por 90 ducados a labrar treinta y cinco vigas para el entresuelo del refectorio nuevo. En 1598 Bernardo García y Alonso García Lobo procedieron a la reparación y afianzamiento de parte del claustro, caja de la escalera principal y dependencias anexas al templo. Este cenobio llegó a contar con la biblioteca más rica de toda la provincia de Huelva durante la Edad Moderna.

La vinculación americana del convento de San Francisco se inicia a finales del siglo XV alcanzando su pleno desarrollo en las dos centurias siguientes. Del convento de San Francisco salieron, para la evangelización del nuevo mundo, numerosos religiosos con destino a la isla Española, México, Michoacán, Yucatán, Florida, Tucumán y Perú. Destacan entre ellos: Fray Andrés de Moguer, religioso dominico que destacó por ser el primer cronista de la labor de los frailes de Santo Domingo en el virreinato de Nueva España; y Fray Antonio de Olivares, natural de Moguer, que marchó para Nueva Galicia en 1663 a la edad de 35 años. A él se debe la fundación de la que hoy es ciudad de San Antonio en Texas, en los Estados Unidos. En múltiples ocasiones el convento recibía limosnas de manos de aquellos moguereños que buscaban la protección divina antes de embarcar con destino al Nuevo Mundo.

La reconstrucción de la iglesia tras el terremoto de Lisboa de 1755 fue la actuación más importante. En 1818 los invasores franceses lo saquearon. En el momento de la exclaustración definitiva (1836) el conjunto contaba con una amplia residencia y terreno de huerta que más tarde pasó a dominio público. Madoz comenta en su diccionario el aspecto de ruina y precariedad que presentaba el edificio a mediados del siglo XIX.

Después de la marcha de los frailes la zona residencial del convento fue reconvertida en función a las necesidades de la población: las dependencias circundantes al claustro, y parte de este, se usaron como viviendas; en el solar que ocupó la huerta se construyeron las escuelas públicas, accediéndose a ellas por la plaza de la Soledad, antiguo atrio del convento. Igualmente y en paralelo al muro de la huerta, se edificaron once viviendas de protección oficial.

En 1961 la crujía del refectorio fue demolida construyéndose en su lugar el antiguo centro de salud. En 1991 y dentro del convenio Colón 92, este centro de salud fue demolido para construir en su lugar la biblioteca Iberoamericana y archivo histórico, también se restauró la iglesia y el claustro del primitivo convento.

Desde ella procesiona en la Semana Santa Moguereña la Ilustre y Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Triunfal Entrada de Jesus en Jerusalén y María Santísima de la Esperanza y la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santo Cristo de los Remedios y Nuestra Señora del Santo Rosario.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Convento de San Francisco (Moguer) (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!