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Cosacos de Zaporozhia



Los cosacos de Zaporozhia (en ucraniano: Запорожці o Запорозькі козаки, Zaporózhtsy o Zaporózki kozakí; en ruso: Запорожцы) fueron los cosacos que poblaron la región de Zaporozhia, en el centro-sur de la actual Ucrania. La hueste cosaca de Zaporozhia creció con rapidez en el siglo XV en la época de su asociación con Polonia-Lituania.[1]

El nombre de Zaporogos proviene de la localización de un campamento fortificado cosaco, el Sich de Zaporozhia, originalmente construido en el área conocida como Zaporozhia (de las palabras ucranianas y rusas «Za» (За, después, detrás de) y «Porohy» ("Пороги", rápidos): la «tierra allende los rápidos» del río Dniéper.[2]

En el transcurso del siglo XVII, así como entrado el siglo XVIII, los Cosacos de Zaporozhia se convirtieron en una potente fuerza militar, civil y política que desafió la autoridad de la Mancomunidad Polaco-Lituana, al Zarato ruso, al Imperio otomano y a su Estado vasallo, el Kanato de Crimea. La hueste pasó por una serie de conflictos y alianzas que implicaron a los tres poderes, que llevaron a su destrucción a finales del siglo XVIII por parte del Imperio ruso.

No está claro cuándo se comenzaron a formar las primeras comunidades rutenas en la parte baja del río Dniéper, pero se considera generalmente que este hecho tuvo lugar antes de la invasión mongola de Rusia en 1240. La que fue en sus días la poderosa Rus de Kiev, se deshizo y muchos de sus habitantes marcharon para encontrar un santuario en las vastas regiones esteparias del bajo Dniéper.

En los siglos XVI-XVII, se denominaba cosacos de Zaporozhia a todos los cosacos del río Dniéper sin excepción. Hasta entonces fueron llamados cosacos de la Horda (Ordýnskie Kazakí). Los rusos los llamaron Cherkasy de Zaporozhia (Zaporózhskie Cherkasy) o simplemente Cherkasy, hasta el siglo XIX inclusive.

La historia de los Zaporózhtsy (cosacos de Zaporozhia) en sus inicios se relaciona directamente con los klobukos negros (Chorni Klobuki), una de las comunidades cosacas que poblaban parte de los territorios pertenecientes a las colonias de Génova en la costa norte del mar Negro. Por la misma época, esta comunidad fue considerada leal a la autoridad de los kanes de Crimea. Por su parte, los klobukos negros son los descendientes directos y más cercanos de los torkos y los berendéi (antepasados lejanos de los cosacos de Kubán).

Los territorios entre los ríos Bug del Sur y Dniéper, al sur de los ríos Sínie Vody ('aguas azules') y Tiasmyn, fueron poblados durante mucho tiempo por los cosacos de Zaporozhia y sus antepasados, aunque desde 1240 hasta 1739 permanecieron dentro de las fronteras de los dominios tártaros. Hasta el siglo XVI, y como parte del acuerdo en su alianza con los kanes tártaros, los cosacos de Zaporozhia enviaban sus tropas al servicio del Ejército tártaro. Al principio del siglo XIV, el historiador griego Jorge Paquimeres menciona este dato en sus escrituras. Lo mismo afirma un tratado de no agresión del año 1471, acordado entre el kan Mengli Giray y el gran duque de Moscú: «… Ni yo, kan Mengli Giray con mi Ejército, ni otros kanes, ni tampoco los cosacos agredirán tus tierras y los dominios de tus principados…»

La población cosaca bajo el protectorado de los kanes tártaros de aquella época consistía en tres comunidades: las de los cosacos asentados en localidades de Porosie entre Dniéper y Bug; la de los cosacos semiasentados en Perekop; y finalmente la de los cosacos nómadas, en Belogorodsk. Los primeros abandonaron al kan al final del siglo XV, inmediatamente después de que el kan Mengli Giray accediese a reconocer la autoridad del sultán turco. Esta comunidad se dirigió a los territorios aledaños al Gran Ducado de Lituania y a partir de entonces abiertamente participó en las guerras contra el Imperio otomano turco. Las comunidades cosacas de Perekop y de Belogorodsk abandonaron a los kanes tártaros algo más tarde, e incluso durante varios años más llevaron a cabo asaltos a las localidades de Polonia y de Lituania. En el año 1516, el kan Mehmed I Giray tuvo que dar explicaciones por escrito a las autoridades del reino polaco-lituano, asegurando que los cosacos de Belogorodsk que invadían en numerosas oportunidades Polonia, no obedecían sus órdenes. Los documentos polacos de aquella época describen a los cosacos de Belogorodsk como bravos y temibles guerreros, destacando su corte de pelo, muy peculiar: «…cabezas completamente afeitadas, pero dejan crecer un largo mechón y lo guardan detrás de la oreja…»

Al final del siglo XV, los territorios entre el Dniéper y el Bug, Transporosia y el delta del río, fueron abandonados – miles de familias cosacas se dirigieron al norte. Posteriormente se establecieron en la Ucrania Lituana, poblada tiempo antes por los Chorni Klobuki, a lo largo de los ríos Ros y Sula. Según el historiador A.I. Rigelman, «el rey polaco-lituano, Segismundo I, al entregar las tierras a los cosacos, además les otorgó y oficializó numerosos privilegios, ventajas tributarias y libertades especiales muy amplias».

Vieron finalmente las ventajas del patrocinio de un rey cristiano y de los cosacos de Perekop. Como describe Rigelman: “…Celosamente notaron las ventajas de los cosacos que llegaron antes y finalmente también se asociaron con las autoridades ucranianas y de los hetman’s. Como tenían mucha destreza en asuntos militares de costumbre, ahora también sirvieron lealmente a Polonia. Todos los cosacos que se establecieron en la Ucrania Lituana, continuaron llamándose cosacos de Zaporozhia, aunque ahora muy lejos de aquellos territorios en el delta del río Dniéper.

Los cosacos de Belogorodsk, tradicionalmente nómadas, prudentemente rehusaron unirse con Lituania y Polonia, ya que hasta hacía muy poco asaltaban incansablemente sus localidades. Estos se desplazaron hacia las fronteras del Principado de Moscú y junto con los cosacos de Azov dieron inicio a las comunidades cosacas Severyukos y de cosacos del Don. Los cosacos de Belogorodsk, después de una larga época bajo la autoridad de los kanes para ese entonces ya estaban bastante «tartarizados» y algunos incluso llevaban ahora nombres musulmanes.

Ya en los primeros años de su incorporación a la República de las Dos Naciones, los cosacos de Zaporozhia demostraron las ventajas de su empadronamiento con el Rey. Las autoridades polaco-lituanas, después de numerosas e infructuosas incursiones militares a la península de Crimea y a las costas turcas del mar Negro, decidieron encargar la defensa de las fronteras del sur del reino directamente a los cosacos de Zaporozhia. A cambio otorgaron a las comunidades cosacas patrocinio, financiamiento, dominios de tierra, y a los líderes cosacos - incluso títulos de nobleza. A su vez, cualquier conquista o botín obtenidos por los cosacos en sus incursiones militares, fueron generosamente compartidos con las autoridades polaco-lituanas. El nivel de aceptación del servicio efectivo de los cosacos de Zaporozhia subió año tras año. Además del – enriquecimiento y estatus muy por encima de un habitante común del reino, cosacos jóvenes fueron enviados a cursar sus estudios en las mejores escuelas e universidades de la Mancomunidad Polaco-Lituana. Además de las autoridades cívicas y políticas, también grandes empresarios y comerciantes polacos y lituanos consideraban como una gran ventaja y un negocio rentable la asociación con los líderes de la comunidad cosaca.

Una tradición de cooperación con los grandes líderes polacos difícilmente pudo tener lugar al ser la comunidad cosaca «enriquecida» con nuevos pobladores, en su mayoría esclavos y campesinos fugados de los magnates y terratenientes polacos. Por tanto, la hipótesis que trata de generalizar en relación a los cosacos (tanto de Zaporozhia como de otras comunidades cosacas en Ucrania y Rusia) el hecho de que los esclavos y campesinos fugados a las estepas formaban una poderosa organización que posteriormente colaboró gustosamente con sus antiguos explotadores, se ve muy débil, por no decir absurda. Los cosacos nativos mantenían excelente relación de cooperación con la aristocracia y grandes terratenientes polacos. En aquella época, los antagonismos sociales entre los cosacos todavía no tenían lugar. Por tanto, los líderes cosacos con facilidad se relacionaban con personajes de otras naciones y pueblos que contaban con autoridad y propiedades en su poder. Además, la participación y patrocinio de los nobles y titulados ucranianos, polacos y lituanos en incursiones militares cosacas, les entregaba el disfraz necesario de la objetividad política y necesidad estratégica de un verdadero Estado (los cosacos no contaban con una estructura propia de este tipo). La responsabilidad por los asaltos y combates se compartía con la autoridad oficial y cualquier inconveniente político se resolvía a más alto nivel y sin involucrar a los representantes cosacos propiamente dichos.

Esta relación mutuamente conveniente incluso derivó en que en el año 1562, el Sejm (o Seym, el parlamento) polaco-lituano estableciese por decreto la remuneración anual a los cosacos de Zaporozhia, un presupuesto financiero necesario «… a que ellos [cosacos] pudieran mantener en debido estado su Ejército en disposición permanente para defender a Polonia y Lituania, además de otorgar el derecho al espacio territorial ubicado entre ríos Dniéper y Dniéster hasta las fronteras tártaras… que pudieran establecer y fundar allí sus asentamientos y ciudades, donde se unirán y residirán todos, en su totalidad.»

«Los cosacos de Zaporozhia se esforzaron en lograr el desarrollo productivo de los terrenos entregados a su comunidad. En un tiempo muy corto los cosacos levantaron y fundaron numerosos asentamientos, pueblos y ciudades enteras. A las localidades olvidadas o abandonadas por sus residentes anteriores les daban una nueva vida» (Rigelman). Fue el momento en que los cosacos de Zaporozhia se unieron con los cosacos Cherkasos procedentes del Cáucaso —«Chigos» en el año 1527, hecho descrito por Sigismund Gerbershtein (Herberstein). En año 1562, estos últimos fundaron la ciudad de Chihirin, además de formar un Regimiento de Guardia de Piatigorsk al servicio del Gran Ducado de Lituania. Según distintos fuentes, fue la época en que los cosacos de Zaporozhia instigaron y emprendieron incursiones militares marinas lejanas, específicamente en el mar Negro. Como testifican las escrituras del Kiev, el primer ataque marino de los cosacos de Zaporozhia se ejecutó en año 1576.

En año 1569 el Sejm (parlamento) polaco-lituano en la ciudad de Lublin, resolvió unificar Lituania con Polonia, con un rey elegido, al mando de un estado de nombre Mancomunidad de Polonia-Lituania o Rech Pospolita. Lituania se condicionaba con renunciar a sus derechos exclusivos del dominio sobre toda la Ucrania. Hasta entonces las autoridades de Lituania no permitían en Ucrania ninguna migración desde Polonia. Ahora, después de la resolución, los polacos con entusiasmo tomaron la «colonización» de la recién adquirida región.

Se formaron entidades cívicas y militares Kíevskoe y Bretslávskoe, donde establecieron sus residencias los nobles (szlachta), líderes políticos y magnates polacos. De acuerdo a la resolución del Seym, «…los desiertos (estepas) aledaños al río Dniéper», deberían ser poblados en el plazo más corto posible. Al Rey elegido le entregaron la autoridad de repartir terrenos a los nobles en arriendo o en propiedad indefinida, según el cargo. Los hetmans polacos, mandos militares, políticos y autoridades de inmediato se convirtieron en propietarios privados de grandes territorios, aún absolutamente despoblados pero de tamaño mayor que algunos principados en Europa. Estos, a su vez, repartían en arriendo partes de sus propiedades a los terratenientes nobles szlachta (o shliajta) de menor categoría. Emisarios de los nuevos propietarios polacos reclutaban pobladores y trabajadores en las plazas polacas de Jolmshina, Polesie, Galichina y Volyñ, para su traslado a la nueva región. Se prometía a cambio ayuda en el traslado, abundancia de tierras fértiles y productivas, actividades libres de impuestos por un periodo entre 20 y 30 años y se garantizaba defensa de los asaltos tártaros. A las tierras de Ucrania empezaron a llegar con entusiasmo miles de pobladores eslavos, sin sospechar que para algunos sus estatus de campesinos libres se transformaría en una condición de temporeros sin derecho.

Durante los siguientes 50 años se fundaron en la región decenas de nuevas ciudades, centenares de asentamientos de colonos, en las cercanías de los territorios poblados por los Cosacos de Zaporozhia, donde estos últimos se habían establecido antes autorizados por decreto del Rey lituano. Fue el momento en que se alteró en la región la autoridad como tal. Antes, bajo la administración de Lituania, los dueños y señores de Poltava, Mirgorod, Kániv, Cherkasy, Chigirin, Bila Tserkva eran sólo cosacos, con sus atamanes, democráticamente elegidos por la comunidad. Ahora en todos los poblados se instalaron los intendentes (starshina’s) polacos nombrados por el Rey, que se comportaban como conquistadores, ignorando totalmente las normas administrativas existentes en la comunidad cosaca local. Inmediatamente, entre los cosacos de Zaporozhia y los representantes de la nueva autoridad polaca comenzaron a surgir múltiples inconvenientes y malentendidos de todo tipo - primero en relación con el derecho a la propiedad sobre la tierra; después en lo referente al estatus de la población cosaca no-militar - ya que se pretendía transformarlos en simples campesinos arrendatarios, al igual que a los polacos colonos; por fin en relación con la intervención de la autoridad polaca en las normas administrativas tradicionales cosacas y la ofensa al estatus primario tradicional cosaco – el orgullo de ser gente libre.

Antes de la llegada de los polacos, la autoridad lituana no intervenía tradicionalmente en las elecciones internas cosacas –atamanes y hetmanes, eran elegidos libremente, aunque subordinados al rey—. A partir de entonces, la nueva autoridad polaca imponía una nueva condición, distinta: los cosacos no eran tratados como ciudadanos de la Rech Pospolita con derechos plenos, sino como un pueblo dominado e inferior, que además debería pagar la cuenta por su participación en los ataques e invasiones a Polonia en tiempos de los tártaros.

Todo lo anterior obligó a los cosacos de Zaporozhia a unir aún más sus filas, y se mantenían apartados de los colonos e pobladores ucranianos y polacos no pertenecientes a su comunidad, tratando de mantener intacta su identidad nacional cosaca. Sin embargo, con el tiempo, incluso entre ellos surgió una fuerte y significativa división social. En la segunda mitad del siglo xvi, los cosacos nativos de Zaporozhia claramente se dividen en cuatro grupos sociales.

El primer grupo, los del Bajo Dniéper, por ningún concepto aceptaban autoridad alguna, excepto la de sus atamanes electos; no toleraban ninguna presión o intervención en sus asuntos internos y externos; la población cosaca estaba muy militarizada, y este grupo fue el primero en formar la base para la futura república de Sich.

El segundo grupo social se encontraba concentrado en el hetmanato de la Ucrania lituana, donde la actividad principal de la población cosaca era civil —agricultura y ganadería—. Mucho más aferrados a sus terrenos y a su modo de vida, en las nuevas condiciones impuestas por las autoridades polacas a menudo se alzaban en contra de estas y en algunas ocasiones simplemente se marchaban para unirse con sus hermanos de Zaporozhia en el Bajo Dniéper.

El tercer grupo fue el de los llamados cosacos renegados (del segundo grupo). Estos cosacos fueron atraídos por las autoridades polacas a su servicio: a cambio, todos los miembros de sus familias recibían derechos especiales similares y relativos (no iguales) a la nobleza polaca (en polaco, szlachta), lo cual les permitía elevar su estado en la sociedad civil polaca.

El cuarto grupo de orden social cosaco fue creado por los mismos polacos artificialmente: los caudillos cosacos seleccionados para otorgarles títulos de nobleza con todos sus derechos en el interior de la Mancomunidad en reconocimiento por su destacado servicio a los intereses de la corona de Lituania y Polonia. Estos recibían de manos del rey los privilegios del título junto con pequeñas haciendas y terrenos en propiedad. Desde el año 1576, la autoridad polaco-lituana seleccionaba a los futuros hetmanes cosacos entre esta nueva nobleza cosaca, cargo que oficializaba el título de «Hetman de su Excelencia el Rey, del Ejército de Zaporozhia y de ambas costas del Dniéper». Aunque en ocasiones participaban en misiones militares conjuntas, los cosacos del Bajo Zaporozhia nunca reconocieron esta autoridad y jamás acataron sus órdenes. Fue el inicio de la división entre los cosacos de Zaporozhia.

Aprovechando el relativo beneplácito de las autoridades lituanas y polacas para sus actividades en las estepas del sur, los cosacos de Zaporozhia empezaron a retomar la iniciativa y aumentar sus acciones militares en los territorios turcos pertenecientes al Imperio otomano, específicamente en la región de los ríos Dniéper y Bug. Nuevamente establecieron en los porogs (los rápidos) del río una fortificación bien alejada de los asentamientos cosacos seguros en el interior de la Ucrania lituana, comenzaron a enviar a este campamento a su juventud, transformando este hostil lugar –Sich de Zaporozhia de Bazavluk—, en una verdadera academia de guerra de la época. Tanto los turcos como los tártaros, aunque siguieron con su política de hostilidades y asaltos permanentes a las localidades de Polonia, Lituania y Moscovia, advirtieron la capacitad de respuesta militar cosaca y se conformaron con soportar la existencia de un campamento militar de los cosacos de Zaporozhia en su territorio.

A las alturas del año 1569 en esta región, perteneciente a la Mancomunidad Polaco-Lituana y alrededor de la Sich de Zaporozhia, no había prácticamente nadie más que los cosacos. A pesar de su logrado patrocinio polaco-lituano, los cosacos no dejaban de lado las relaciones con otras comunidades cosacas hermanas en Ucrania y Rusia. Cada vez que se planeaba algún proyecto militar nuevo, la Sich de Zaporozhia se llenaba de voluntarios cosacos llegados de las localidades de los ríos Ros y Sula, incluso del Don en Rusia. Sin embargo, hacia el año 1576, bajo el reinado de Esteban I Báthory, 10 regimientos cosacos defendían de los tártaros y de los turcos la nueva república, Rech Pospolita, en sus fronteras sur y sur-este.

De allí en adelante la vida de los Cosacos de Zaporozhia empieza a estar ligada al destino de los Grandes Principados de Lituania y de Polonia. En condiciones de amenaza permanente por parte de los turcos y tártaro-mongoles nació la necesidad de servir bajo las órdenes de la poderosa dinastía - los gedimínidas en Lituania. Al mismo tiempo, los cosacos de Belogorsk y de Azov manifestaron su apoyo explícito a la dinastía de los Rúrikovich en el Principado de Moscú - enemigos férreos de la ambición polaco-lituana de apoderarse de la corona rusa. Más tarde y como protesta en contra de esta alianza obligada y dominio nacieron y se formaron dos " repúblicas cosacas" en el río Don (cosacos del Don) y en el Bajo Dniéper (cosacos de Zaporozhia), tras lo cual se inicia el renacimiento y fortalecimiento de la independencia cosaca, y se forman centros principales de unificación del pueblo Cosaco, en que los cosacos de Zaporozhia jugaron un rol muy importante, específicamente en la liberación del pueblo ucraniano del poderío polaco-lituano.

En año 1590, el canciller polaco Juan Zamoyski propuso al Sejm el decreto sobre la subordinación de todos los cosacos a un Hetman nombrado por el Rey. Esto significó la violación de las normas tradicionales básicas internas cosacas: la autoridad (atamán) debería ser elegida - no nombrada; y la subordinación debería considerar solamente la autoridad directa del Rey - no del Sejm (parlamento). El rechazo y repudio a las normas impuestas creció paulatinamente, aunque los cosacos seguían con sus compromisos adquiridos y participaban en todas las misiones militares del interés de Mancomunidad: en 1614 bajo el mando del atamán Sagaydachniy invadieron las costas de Asia Menor e incendiaron la ciudad de Sinop; en 1615 destruyeron Trapezund (actualmente Trabzon o Trebisonda) y se acercaron a Estambul, además de quemar y hundir numerosos barcos de la Armada turca en el río Danubio y en las cercanías de la ciudad de Ochákov; en 1618 junto con príncipe Ladislao emprendieron una invasión del Principado de Moscú y ayudaron a Polonia a capturar las ciudades de Smolensk, Chernígov y Nóvgorod-Síverski.

Sin embargo, inmediatamente después de regresar de esta larga misión, el Hetman Zholkevskiy ordenó a los cosacos la desmovilización - término militar desconocido para los cosacos, regresar a sus casas e iniciar actividades civiles bajo el estatus de simples campesinos con sus derechos respectivos. Solamente se permitió dejar en el servicio activo a 3000 cosacos, ahora bajo un nuevo estatus – “reestr” (empadronados militarmente por Estado). El Atamán Sagaydachniy cumplió con la orden, hecho que desató el descontento generalizado entre los cosacos. La totalidad de los cosacos nativos desmovilizados se dirigió a Zaporozhia, en el Bajo Dniéper, junto con sus familias.

Solamente dos años después de este acontecimiento, en año 1620, los turcos derrotaron al Ejército polaco en las cercanías del río Tsetsera, asesinaron al hetman polaco Zholkevsky y el Sejm (parlamento polaco) fue obligado a solicitar ayuda de los cosacos para responder y defenderse de los turcos. Los cosacos negociaron su participación, posteriormente salieron en sus embarcaciones al mar Negro y con sus asaltos punitivos a las costas del Imperio otomano frenaron el avance de la Armada turca. A la vez, 47.000 de los cosacos de Zaporozhia participaron en defensa de Jotýn), sitiado por los turcos. Fue una ayuda decisiva, ya que contra los 300.000 turcos, Polonia contaba solamente con 25.000 del ejército polaco. Al encontrar una fuerte oposición, los turcos aceptaron la negociación y suspendieron el bloqueo. Pero los cosacos perdieron a su atamán Sagaydachniy, fallecido por heridas el 10 de abril de 1622.

Después de esta ayuda significativa y decisiva, cosacos de Zaporozhia consideraban que ganaron con creces todo el derecho para recibir la recompensa y el pago, prometido por los polacos, inclusive un aumento especial por participación no planificada en Jotýn. Pero la comisión ordenada por el Sejm para estudiar el tema, en vez del pago decidió nuevamente reducir las tropas cosacas a 4000 combatientes. El resto debería cambiar de oficio «hasta nuevo aviso». En respuesta a esta decisión humillante y traicionera, los cosacos del Hetmanato se unieron con los de Zaporozhia Bajos, eligieron como en viejos tiempos a los atamánes (hetmanes) – Oliver Steblevets-Golub, Bogdan Konj, Zara, Maxim Grigoróvich, Zhmaylo. Lógicamente, a los nuevos elegidos no reconocieron ni el Rey ni tampoco el Hetman oficialmente nombrado por él. Desafiando abiertamente a la autoridad polaca de la Rech Pospolita (véase también Rzeczpospolita), los siguientes tres años los cosacos de Zaporozhia en forma unilateral establecieron relaciones diplomáticas con Moscú y reiniciaron actividades militares independientes en contra del Imperio otomano. Simultáneamente ahora deberían defenderse de los polacos. En noviembre de 1625 sufrieron una derrota en cercanías de Krylovo y fueron obligados a reconocer la autoridad del Hetman nombrado por Rey. Las tropas cosacas nuevamente fueron reducidas a 6 000 combatientes y los cosacos terratenientes deberían decidir: aceptar definitivamente la autoridad y supremacía de los panes (caballeros polacos) o abandonar sus terrenos y entregarlos a los colonos de la Mancomunidad Polaco-Lituana o Rech Pospolita. Fue inicio de una fragmentación definitiva de la comunidad nativa de cosacos de Zaporozhia, algunos aceptaron engrosar las filas del ejército polaco en calidad de soldados empadronados (reestr); otros se conformaron con dejar el oficio bélico y se dedicaron a la agricultura y ganadería, mezclándose paulatinamente con la población de ucranianos y colonos polacos y lituanos; otros, con todas sus pertenencias y acompañados por sus familias se desplazaron a Zaporozhia, Bajo Dniéper.

Para este entonces, los cosacos del Bajo Dniéper intervinieron en las relaciones entre los tártaros de Crimea y los turcos del Imperio Otomano. El kan Shagin Giray adoptó una política de no obediencia a los turcos y solicitó para sus propósitos ayuda a los cosacos de Zaporozhia. En la primavera del 1628, los cosacos ingresaron a Crimea bajo el mando del atamán Iván Kulaga. A estos se unieron los cosacos procedentes de Ucrania, bajo el mando del hetman Mijaíl Doroshenko. Juntos, derrotaron a los turcos y a su aliado tártaro Dzhanibek Giray en las cercanías de Bajchisarái y se dirigieron a Caffa (Teodosia). Sorprendentemente, quien inicialmente solicitó su ayuda –el kan tártaro Shagin Giray— abandonó sus objetivos y negoció la paz con los turcos. Los cosacos fueron obligados a retroceder y abandonar rápidamente la península de Crimea, perdiendo a su hetman, Mijaíl Doroshenko fallecido en el combate de Bajchisarái.

Mientras, las diferencias y descendimiento entre los cosacos del Hetmanato y los cosacos de Zaporozhia del Bajo Dniéper, crecieron año tras año, hasta llegar a una enemistad abierta. Zaporozhia del Bajo Dniéper se convertía en una república independiente y por el contrario - los cosacos patrocinados por el Hetmanato en Ucrania proclamaban su lealtad a la Mancomunidad Polaco-Lituana. Los cosacos de Zaporozhia iniciaron una ofensiva al norte, capturaron al Hetman Chiorniy, nombrado por Rey, le presentaron acusación por traición y corrupción, efectuaron un juicio bajo las normas cosacas y lo ejecutaron. Posteriormente a esto, los cosacos del Bajo Dniéper, al mando del atamán del kosh (koshevóy atamán) Tarás Triasilo, asaltaron al campamento polaco en el río Alta, lo invadieron y ejecutaron a todos las tropas polacas capturadas. Así se dio inicio al levantamiento cosaco del año 1630, cuando a los rebeldes se unieron también los cosacos del reestr (o registro, es decir, empadronados por la corona). Este levantamiento se concluyó con la batalla de Pereyáslavl. Según el escritor polaco de la época Piasetskiy, esta guerra interna entre los cosacos y polacos, a estos últimos «les costó más víctimas, que la guerra con Prusia». Los polacos se retractaron de su postura inicial y aceptaron mejorar sustancialmente las condiciones de los cosacos: se autorizó aumentar el reiestr oficial cosaco a ocho mil combatientes y todos los cosacos de Ucrania y de Zaporozhia (Dniéper Bajo) fueron amnistiados por su participación en el levantamiento.

Posterior a este levantamiento, la Sich de Zaporozhia en el Bajo Dniéper aumentó significativamente su población, gracias a la integración definitiva de muchos cosacos terratenientes y adinerados que finalmente decidieron regresar desde el Hetmanato y de Ucrania. Con esto creció y fortaleció no solamente la autonomía y poder militar de la Sich, y también su capacidad económica. Para el año 1634, bajo el mando y administración del primer zar de la dinastía Románov, Mijaíl Fiódorovich Románov, se puso fin a las pretensiones del rey polaco Vladislao IV Vasa al trono de Rusia. Paralelamente, Polonia estimuló a los cosacos de Zaporozhia aliarse con los ucranianos para establecerse con un principado Ucraniano, marcadamente antirruso. Con este propósito, a principios del 1646 se efectuó una reunión secreta entre el atamán (hetman) de la comunidad cosaca de Zaporozhia, Bogdán Jmelnitski y rey polaco Vladislao IV Vasa.

Las negociaciones no llevaron al resultado esperado por los cosacos y para el año 1648 ellos juntos con los ucranianos volvieron sus armas en contra de la creciente ambición de la Mancomunidad Polaco-Lituana por expandir su dominio sobre la región. Resultado de esto fue la Guerra por la Liberación que duro seis años, entre 1648 y 1654 donde en contra de los polacos se levantaron los pueblos eslavos locales, ucranianos y rusos, liderados por los cosacos de Zaporozhia. En febrero de 1649 las autoridades polacas de nuevo intentaban negociar la paz, ofreciendo un grado de autonomía a las comunidades cosacas a cambio de mantener la autoridad polaca sobre la región pero sin considerar los intereses de los otros pueblos locales, específicamente de los ucranianos. Las negociaciones se frustraron y pocos meses después en el mismo año, Bogdán Jmelnitski formalizó relaciones diplomáticas con el Zarato ruso logrando con esto que los cosacos del Don leales a la monarquía rusa, se unieran en apoyo de la comunidad cosaca de Zaporozhia, liderada por Jmelnitsky. Entre el año 1649 y año 1651 continuaban batallas entre los polacos y fuerzas unificadas ucranianas y cosacas con éxitos intermitentes de ambos bandos.

En otoño del 1653, el ejército polaco encabezado por Juan II Casimiro Vasa, inició una ofensiva desesperada para recuperar y consolidar su autoridad sobre la región. El 1 de octubre de 1653, como resultado de acuerdos y reuniones con Bogdán Jmelnytsky, las autoridades rusas autorizaron su apoyo y oficializaron la participación de Rusia en la guerra por la Liberación. A inicios de 1654, el zar de Rusia Alekséi Mijáilovich Románov declaró oficialmente la guerra a Polonia, que concluyó en año 1667. Según las actas oficiales del Tratado de Pereyáslav, en el año 1654 la población de cosacos nativos e originarios en los territorios aledaños al río Bajo Dniéper, contaba con no menos de 300-500 000 personas de ambos sexos —todos pertenecientes a la comunidad de cosacos de Zaporozhia. Finalmente, esta suerte de primer estado ucraniano “polonizado” terminaría en 1667 repartido entre el Zarato ruso y Polonia, de acuerdo al Tratado de Andrúsovo. Junto a esto se recuperaron y fortalecieron vínculos originarios históricos entre los cosacos del Don y de cosacos de Zaporozhia. Estos últimos son considerados los progenitores de la moderna nación ucraniana.

La personalidad, carácter y tradiciones de los primeros cosacos de Zaporozhia siempre fue reforzado con su creencia religiosa cristiana, conservada y traspasada intacta de generación a generación durante siglos. Sin embargo, a mitad del siglo XVI, el estado de los cosacos de Zaporozhia entró en crisis, agudizado por conflictos internos y externos. Ya en el año 1787, cosacos que se mantuvieron en territorios antes pertenecientes a la república de Sich de Zaporozhia, peleaban al lado de los rusos.

La independencia cosaca se veía amenazada cada vez más hasta que, finalmente, toda la región pasó a las manos extranjeras y su nombre, Zaporozhia, fue eliminado del mapa con un simple decreto firmado por la zarina Catalina II de Rusia el 3 de agosto del año 1775. Ese día, Catalina II firmó un manifiesto mandando destruir la Sich de Zaporozhia,[3]​ tarea que fue llevada a cabo por el general Petar Tekelija. Los cosacos nativos de la zona empezaron a llamarse cosacos Chernomórskie (cosacos del mar Negro). Dos años después, fueron forzados por decreto imperial a trasladarse a los nuevos territorios- Tamán y pre-Azovie (mar Azov), orilla derecha del río Kubán, desde arriba hasta el fuerte de Ust-Labinsk al interior del Imperio ruso.



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