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Invasión mongola de Rusia



La invasión mongola de la Rus de Kiev se refiere a la invasión del Imperio mongol iniciada por el ejército bajo el mando de Subotai, que en la batalla del río Kalka en 1223 se enfrentó a las fuerzas de varios príncipes de la Rus de Kiev. Quince años después, Batú Kan llevó a cabo una invasión a gran escala entre los años 1237 y 1240. La ocupación precipitó la fragmentación de la Rus de Kiev e influyó en el desarrollo de la posterior historia de los estados eslavos orientales, incluyendo el surgimiento del Principado de Moscú.[1]

Se estima que la población de la Rus de Kiev descendió en 500 000 habitantes, de los 7,5 millones que eran en 1200.[2]

En el transcurso de su decadencia, la Rus de Kiev se enfrentó a la imprevista irrupción de un poderoso enemigo extranjero proveniente de Extremo Oriente.

Los príncipes eslavos orientales oyeron hablar de los guerreros mongoles por primera vez a través de los nómadas cumanos, que tenían por costumbre saquear a los colonos rusos de las fronteras, pero que ahora preferían entablar amistad. Decían: «Estos terribles extranjeros han tomado nuestro país, y mañana tomarán el vuestro si no venís y nos ayudáis». En respuesta a esta llamada, Mstislav Mstislávich el Valiente y Mstislav Románovich el Viejo crearon una alianza y acudieron al este para combatir al adversario, pero fueron rotundamente derrotados en la batalla del río Kalka (1223), una derrota que permaneció desde entonces en la memoria del pueblo ruso.

Ahora el país estaba a merced de los invasores, pero en lugar de avanzar se replegaron inexplicablemente y no reaparecieron durante quince años, durante los cuales los príncipes reanudaron sus luchas intestinas de costumbre, hasta que fueron sorprendidos de nuevo por una invasión mucho más formidable que la anterior.

Las hordas mongolas, de alrededor de 35 000 arqueros a caballo a las órdenes de Batú Kan y Subotai, cruzaron el río Volga e invadieron la Bulgaria del Volga en el otoño de 1236. Les tomó un año extinguir la resistencia de los búlgaros de Volga, cumanos y alanos.

En noviembre de 1237, Batú Kan envió sus embajadores a la corte de Yuri II de Vladímir a exigir su sumisión. Un mes más adelante, los mongoles sitiaron Riazán, que después de seis días de batalla fue aniquilada totalmente, y nunca fue reconstruida. Alarmado por las noticias, Yuri II envió a sus hijos para detener a los invasores, pero fueron derrotados. Arrasadas Kolomna y Moscú, la horda puso sitio a Vladímir el 4 de febrero de 1238. Tres días después, la capital del Principado de Vladímir-Súzdal fue tomada y quemada. Cruzando el Volga, el príncipe reunió un nuevo ejército que fue exterminado totalmente por los mongoles en la batalla del río Sit el 4 de marzo de 1238.

Batú Kan dividió a su ejército en unidades más pequeñas, que atacaron catorce ciudades de la Rus de Kiev; la más difícil de tomar fue la pequeña ciudad de Kozelsk, en la que un muchacho, el príncipe Vasili, hijo de Titus, resistió durante siete semanas, matando a 4000 mongoles. Las únicas ciudades que escaparon a la destrucción fueron Nóvgorod y Pskov. Refugiados de Rus meridional huyeron al noreste, a la región boscosa situada entre el Volga y el Oká.

En el verano de 1238, Batú Kan devastó Crimea y «pacificó» Mordovia. En el invierno de 1239, saqueó Chernígov y Pereslavl-Zaleski. Después de muchos días del sitio, tomó Kiev en diciembre de 1240. A pesar de la resistencia feroz del príncipe Daniel de Galitzia, Batú Kan conquistó dos de sus ciudades, Hálych y Volodímir-Volinski antes de invadir Hungría y Polonia.

Los invasores decidieron permanecer, y construyeron una capital, llamada Sarai, junto al río Volga. Llamaron a los territorios conquistados la Horda de Oro, como sección occidental del Imperio mongol, bajo la majestad del Kan quien vivía con la Gran Horda en el valle del río Orjón del río Amur. En Sarai tenían sus jefaturas y desde allí sometieron a Moscovia durante casi tres siglos.

El término por el cual se conoce comúnmente esta época, «yugo mongol» o «yugo tártaro», introducido por Nikolái Karamzín, sugiere la existencia de una gran opresión, pero en realidad estos invasores nómadas de Mongolia no eran crueles ni opresivos en exceso: nunca se instalaron en el país y tenían poco trato directo con sus habitantes. De acuerdo con las advertencias de Gengis Kan a sus hijos y nietos, conservaron su modo de vida nómada, de modo que no perturbaron a los habitantes de las ciudades en sus vidas diarias.

En materia religiosa eran extremadamente tolerantes. Cuando aparecieron en Europa eran chamanistas, y como tal no tenían ningún fanatismo religioso. Después de adoptar el islamismo siguieron siendo tan tolerantes como antes, y el kan de la Horda de Oro permitió a los rusos a mantener un patriarca cristiano en su capital. Nogai Kan, medio siglo más tarde, casó con la hija del emperador bizantino y entregó a su propia hija a un príncipe ruso, Teodoro el Negro. Historiadores modernos (el más conocido Lev Gumiliov, hijo de Anna Ajmátova) aseguran incluso allí que no fue una invasión forzada: según ellos, los príncipes rusos concluyeron una alianza defensiva con la Horda para rechazar los ataques de los fanáticos caballeros teutones, que planteaban una amenaza mucho mayor a la religión y la cultura rusas.

Este es el lado brillante del dominio mongol. Su lado oscuro estaba en las invasiones que ocurrían cada vez que los nómadas acampaban en la frontera. Aunque estas invasiones no eran frecuentes, cuando ocurrían causaban una cantidad incalculable de devastación y sufrimiento. En los intervalos la gente tenía que pagar un tributo fijo, que al principio era recogido por recaudadores tártaros de manera aleatoria, pero que en 1259 fue regulada por un censo de población, y finalmente su colecta fue confiada a los príncipes nativos, de modo que la gente no tuviera contacto directo con los funcionarios mongoles.

La influencia de la invasión mongola en los territorios de la Rus de Kiev fue desigual: centros como Kiev nunca se recuperaron de la devastación del ataque inicial; en cambio, la República de Nóvgorod consiguió salir adelante, y otras entidades nuevas, los principados en torno a las ciudades de Moscú y Tver, comenzaron a prosperar bajo los mongoles. Aunque las fuerzas de los principados derrotaron a la Horda de Oro en la batalla de Kulikovo en 1380, el dominio mongol de parte de los territorios de Kiev, con pago obligado de tributos, continuó hasta la gran batalla del río Ugrá en 1480.

Un número significativo de historiadores rusos considera la opresión de Kiev como la causa principal de lo que a veces se llama "el salto Este-Oeste": aproximadamente 200 años de retraso en introducir reformas sociales, políticas y económicas importantes e innovaciones científicas en Rusia en comparación con Europa Occidental. Algunos afirman que el yugo tuvo una influencia destructiva severa en el sistema de leyes no escritas que regulaban la vida diaria de la sociedad; por ejemplo, Valeriya Novodvórskaya menciona que la pena de muerte, el encarcelamiento a largo plazo y las torturas no habían existido en Kiev antes de que los mongoles invadieran el país. Por otra parte, la mitad de la población murió durante la invasión.[3]

Los historiadores han discutido la influencia a largo plazo del régimen mongol en la sociedad de la Rus de Kiev. Han culpado a los mongoles por la destrucción de la Rus de Kiev, su desintegración en tres componentes, y la introducción del despotismo oriental en Rusia. Pero algunos historiadores convienen que el país no era una entidad política, cultural, o étnica homogénea y que los mongoles aceleraron simplemente la fragmentación que había comenzado antes de la invasión. Los historiadores también acreditan al régimen mongol un papel importante en el surgimiento y desarrollo del Principado de Moscú como estado. Bajo ocupación mongola, por ejemplo, Moscovia desarrolló su red postal, el censo, el sistema fiscal, y la organización militar.

Ciertamente, puede ser discutida (y lo es a menudo) la afirmación de que sin la destrucción mongola de Kiev no habría prosperado Moscú, el Zarato ruso y posteriormente el Imperio ruso. Las rutas comerciales con el Este, como por ejemplo la ruta comercial de los varegos a los griegos, vinieron a través de las tierras de Kiev, convirtiéndolo en un centro para el comercio entre ambos mundos. La influencia mongola, aunque fue destructiva en extremo para sus enemigos, tuvo un efecto significativo a largo plazo en el ascenso de Rusia, Ucrania y Bielorrusia modernas.

Los mongoles fueron sucedidos por los kanatos de Kazán, Astracán, Crimea y Siberia, así como por la horda de Nogái, todos ellos conquistados finalmente por el Imperio ruso.



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