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Crónica



Crónica es la denominación de un género literario incluido en la historiografía, que consiste en la recopilación de hechos históricos narrados en orden cronológico. La palabra viene del latín cronica, que a su vez se deriva del griego cronos.

Los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona. En la crónica se utiliza un lenguaje sencillo, directo, muy personal y admite un lenguaje literario con uso reiterativo de adjetivos para hacer énfasis en las descripciones. Emplea verbos de acción y presenta referencias de espacio y tiempo. La crónica lleva cierto distanciamiento temporal a lo que se le llama escritos históricos.

La literatura cronística no tiene el rigor metodológico de la historiografía científica, sus pretensiones son otras muy distintas, por lo que su utilización como fuente historiográfica se hace con la prevención necesaria por los historiadores; como hacen aquí al calificar la Crónica de Alfonso III:

Los propios cronistas dejaron constancia de tales limitaciones:

En la Edad Media y el Renacimiento, la utilización de los términos «anales», «crónicas» e «historias» es ambigua, equívoca y, en la práctica, intercambiable.[3]

Propiamente, los anales únicamente distinguen los hechos año por año, mientras que las crónicas son registros históricos en los que los hechos son simplemente registrados en el orden de su sucesión por un autor que es al menos en parte contemporáneo de los hechos que registra. El género de la crónica universal surge de la necesidad de introducir en el relato cronístico los orígenes del mundo y el hombre según la Biblia, continuando con la historia del pueblo elegido hasta el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Cristo y el surgimiento y expansión del cristianismo; además procura establecer sincronismos entre la cronología bíblica y las de los imperios antiguos, la de Grecia (arcontes de Atenas) y la de Roma (fasti consulares).[4]

Las crónicas que no tenían un propósito general, sino que se limitaban a reseñar cronológicamente los acontecimientos destacables de un personaje concreto, reciben a veces el nombre de crónicas particulares, con lo que se identifican con el género biográfico. Crónica particular es, por ejemplo, la de Pero Niño, llamada El Victorial (ca. 1463). También una de las múltiples obras sobre el Cid se denomina Crónica particular de el Cid (1512 y ediciones posteriores).[5]

Las crónicas son también un género periodístico. Se las clasifica como «amarillas» o «blancas» según su contenido. Las amarillas tienen material más subjetivo y generalmente la voz autorizada es una persona o ciudadano común; las blancas usan material más objetivo y la voz autorizada es, generalmente, la autoridad, un profesional, etcétera.

En los primeros siglos de nuestra era fue cuando empezó a usarse la palabra crónica o cronicón para designar cierto género de composición histórica, es decir una historia redactada según el orden y sucesión de los tiempos; historia de un país, de una provincia, de una época, etcétera.

Entre todos los pueblos de la Europa moderna se encuentran desde el siglo V al XV cierto número de escritores, monjes la mayor parte de ellos, que han dejado crónicas de diferentes géneros en latín o lengua vulgar. En ellas se contaba los orígenes de una nación o la historia de una familia ilustre o de una época notable.

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Más difícil resulta diferenciar las Crónicas de las Historias. Ya en la Edad Media se hace algún intento de distinguir entre "historiador" y "cronista", pero la mayoría de los autores no se atreven a definirse a la hora de clasificar su obra que titulan como "historia o crónica". Quizá se puede identificar "historias" con las gestae que se refieren a una diócesis, entidad política, comunidad etc. siempre que el relato no se inicie en los tiempos más remotos como en las crónicas y, como éstas, tengan un carácter universal.

A partir del siglo XIV el término utilizado casi de forma exclusiva es el de Crónica y las historias eran los hechos en sí o los relatos que se podían leer en las Crónicas. Las Historias y los Anales, que muchos identifican con aquellas, resurgen desde mediados del s. XV en que se intercambian ambas calificaciones e incluso a veces aparecen unidas. Generalmente la obra se considera una Crónica y su autor historiador o historiógrafo.



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