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Crisis cíclicas



El concepto de crisis cíclicas es una interpretación, proveniente de las teorías de Karl Marx, de la sucesión de ciclos económicos en el capitalismo, sistema económico que, en la práctica, se caracteriza por sucesivas etapas de crecimiento o desarrollo económico y de crisis económica.

Marx llegó a la conclusión de que el enorme poder inherente al factory system y su dependencia de los mercados, necesariamente lleva a un incremento de la producción que los satura, disminuyendo los precios y produciendo la paralización de la producción; en una repetición de periodos de actividad moderada, prosperidad, superproducción, crisis y estancamiento. La última causa de las crisis, para Marx, siempre es la pobreza y el consumo restringido (subconsumo) de las masas.[1]

Las diferentes teorías sobre las causas, desarrollo, duración y repetición de tales crisis son numerosas, tanto dentro del pensamiento económico marxista como fuera de él (las distintas escuelas del liberalismo económico): ondas largas debatidas por Trotsky y Parvus, ciclos cortos de cinco a diez años propuestos por Juglar y Kitchin, ciclos A y B de cuarenta a cincuenta años propuestos por Kondratiev y desarrollados por Ernest Mandel, fases ligadas a la evolución tecnológica según Schumpeter, etc.[2]

Según la teoría marxista de la crisis, a medida que crece la competencia entre los capitales, crece también la inversión en Capital Constante (parte de capital inicial destinada a la compra de medios de producción) que reduce la inversión en capital variable (parte del capital inicial destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo).

De esta manera, aumenta la composición orgánica del capital, aumento en capital constante y una reducción en la inversión en Capital Variable, o sea no-inversión en la reproducción de la fuerza de trabajo, única mercancía productora de valor, de esta manera este movimiento ocasiona la caída tendencial de la tasa de ganancia del capital en su conjunto. La tasa de ganancia es definida como la proporción entre la plusvalía y la suma del capital constante y el capital variable, esto provoca la caída de la masa de ganancia por la superproducción de capital. Al bajar la ganancia se reducen las inversiones y por esta vía el empleo y el consumo de maquinarias, materias primas y artículos de subsistencia, multiplicándose el efecto depresivo y expandiéndose a otras ramas de la industria.

La baja de la tasa de ganancia se contrarresta mediante la destrucción de capitales, bien sea física, por la guerra, o meramente económica, por la competencia. Las empresas se arruinan, aumenta el desempleo y la precarización del trabajo, desvalorizándose la fuerza de trabajo. La acumulación de capital resurge pues para los competidores victoriosos (que han absorbido a las empresas quebradas o a su porción del mercado, fortaleciéndose la tendencia a la concentración y centralización del capital) el aumento de la ganancia vuelve a ser más rápido que el incremento de la inversión.

En este proceso básico de la recuperación se imponen simultáneamente el aumento de horas de trabajo de los obreros y la rebaja de salarios reales y prestaciones sociales, aprovechando el desempleo; la apropiación del aumento de la eficiencia del trabajo; el saqueo colonial de otros pueblos o de los campesinos, indígenas y artesanos; la guerra, las maniobras políticas, las conquistas y la inversión en países o zonas "atrasadas", donde la tasa de ganancia es más alta; el cobro de intereses a las empresas del Estado o a otros Estados, etc.

El único método "limpio" para salir de las crisis ha sido abaratar el capital mediante los descubrimientos, el esfuerzo del gobierno y el avance tecnológico, pero este método a la larga también termina en descenso de la cantidad proporcional de trabajo agregado y de la parte de capital invertida en salarios, restableciendo al cabo del tiempo la causa de la crisis, al utilizar menos trabajo vivo por peso invertido y volver a incorporar menos valor nuevo y obtener menos plusvalía con relación a los valores viejos, al capital constante o trabajo muerto.

El ciclo aproximadamente de 8 a 22 se conoce como ciclo de Juglar, por el médico francés Clement Juglar que lo propuso. Posteriormente se ha comprobado que estos ciclos "medios" son fracciones de ciclos más largos, de 40 a 50 años, también conocidos como "ondas largas", que tienen una fase de expansión en que los auges son más fuertes y prolongados y una de descenso con crisis fuertes y depresiones prolongadas. Estos ciclos largos se denominan ciclos de Kondratieff, en memoria del economista ruso que los estudió.

Además pueden detectarse oscilaciones de cuarenta meses o ciclos cortos, a las que se denomian ciclo de Kitchin, por su descubridor. Joseph Schumpeter fue el expositor del modelo tricíclico y vio el motor de las oscilaciones económicas, en la innovación.

Algunas ramas de la economía registran oscilaciones por fuera de este modelo. En el caso de la industria de la construcción con ciclos de 15 a 20 años o el caso de la agricultura con ciclos de 9 a 11 años.

A necessary condition, therefore, to the growth of the number of factory hands, is a proportionally much more rapid growth of the amount of capital invested in mills. This growth, however, is conditioned by the ebb and flow of the industrial cycle. It is, besides, constantly interrupted by the technical progress that at one time virtually supplies the place of new workmen, at another, actually displaces old ones. This qualitative change in mechanical industry continually discharges hands from the factory, or shuts its doors against the fresh stream of recruits, while the purely quantitative extension of the factories absorbs not only the men thrown out of work, but also fresh contingents. The workpeople are thus continually both repelled and attracted, hustled from pillar to post, while, at the same time, constant changes take place in the sex, age, and skill of the levies.

Párrafos citados y comentados en Business Cycle, or Cyclic Crisis of Capitalism, en Encyclopedia of Marxism: Glossary of Terms (marxists.org, consultado el 18/12/2010)

Diversas son las fases que el capitalismo, entendido como un orden social y económico, y su instrumento –el capital–, ha adoptado. Su fase mercantil preindustrial llega hasta el siglo XVIII y da paso a la época del capitalismo industrial determinado por las técnicas pero sobre todo por los procesos de trabajo de la primera revolución industrial. La ley marxista de la centralización y concentración del capital ayuda a entender su paso a la fase del capitalismo monopolista –segunda revolución industrial– hasta la fase del capitalismo global. El imperativo de la ganancia y de la acumulación –su leitmotiv– exige cada vez más mercados, tanto de materias primas como de productos manufacturados. Es así como se ha ido tejiendo este planeta, integrando los continentes, rotando sus coordenadas, estructurando los territorios y jerarquizando sus espacios.

Marx, al desnudar el edificio capitalista visibilizando su lógica y sus contradicciones internas puso de presente que el capitalismo funcionaba en períodos de auge y receso. Paralelo a las discusiones entre Trotsky y Parvus sobre las ondas largas del capitalismo, a las tesis de los ciclos cortos, cinco a diez años de Jutglar [sic, error frecuente, por Clement Juglar] y Kitchin, fue un antiguo viceministro de alimentación de la época de Kerensky, Nicolás Kondratieff, quien acuñó el concepto de los ciclos que llevan su nombre, cuya duración oscila entre cuarenta y cincuenta años.

Posteriormente el economista Ernest Mandel –dirigente del marxismo revolucionario– fue el continuador de este tipo de análisis donde por supuesto el comportamiento de la tasa de ganancia determina las fases de auge o de receso, que en términos de Kondratieff se denominan las fases A y B. En las primeras los niveles de inversión, empleo y la tasa de ganancia son altos, mientras que en la fase B o de receso se presenta el caso contrario.

Desde la perspectiva de la ortodoxia económica, las tesis neoclásicas explican este proceso con base en la movilidad de los factores de producción a través del comercio internacional y la hipótesis de convergencia. En las primeras épocas, tanto la fuerza de trabajo –grandes migraciones a los Estados Unidos– como el capital en forma de mercancías circulaban libremente. Ahora existen restricciones para la movilidad de la fuerza de trabajo de la periferia mas no para las mercancías o los capitales.

Por otra parte, por fuera del pensamiento marxista, fue Schumpeter quien hizo uno de los mayores aportes a la comprensión de los ciclos económicos al vincular las innovaciones tecnológicas y la capacidad empresarial como determinantes de las fases de auge y receso. A través de sus investigaciones puso de presente cómo estas fases duraban cerca de cincuenta años en los cuales las oleadas de innovaciones tecnológicas marcaban la fase de auge y su declive la fase contraria.



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