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Cristo Negro de San Alfonzo



La Santa Reliquia de Maracaibo o Santo Cristo de Maracaibo, es una escultura de Cristo crucificado. Se trata de una talla en madera, realizada en época de la Colonia. Perteneció originalmente al poblado de San Antonio de Gibraltar, ubicado al sur del Lago de Maracaibo, sitio donde estuvo hasta su destrucción ocurrida en el año 1600, por parte de un grupo de indígenas en señal de protesta contra los conquistadores, de la cual salió la imagen del Cristo en forma ilesa. Posteriormente, fue trasladado a Maracaibo mientras era reconstruido el pueblo, sin embargo, cuando llegó el momento de retornar el Cristo a Gibraltar, los marabinos se negaron debido a la devoción que se formó en torno al Crucificado. El asunto fue resuelto por el Consejo de Indias, que decidió colocar la imagen en una embarcación sin tripulación en el Lago de Maracaibo, durante los días que el tiempo estuviera favorable hacia el sur; finalmente, la embarcación regresó a las costas de Maracaibo, siendo aquello interpretado desde entonces, como el deseo del Cristo de permanecer en esta ciudad.

Goza de gran veneración entre los fieles, siendo una de las devociones más importantes de la ciudad de gran arraigo en la fe popular, sobre todo durante la Semana Santa, alrededor de la cual giran los cultos que se desarrollan en torno a esta advocación de Cristo. Recibe el nombre de Santa Reliquia, no solo por su antigüedad, sino por ser junto a la tablita de la Virgen de Chiquinquirá de Maracaibo, las únicas devociones de la ciudad en las que se ha producido un hecho milagroso que las rodea, en este caso, la resistencia del Crucifijo ante el incendio al cual fue sometido y el retorno a la ciudad en la embarcación sin navegantes. Se encuentra localizado en la Catedral Metropolitana de San Pedro y San Pablo de Maracaibo.

A comienzos del siglo XVII, la historia registrada por el historiador zuliano Juan Bessón explica que los indígenas Quiriquires asaltaron la población de Gibraltar debido a los abusos cometidos en contra de su población por parte del encomendero Rodrigo de Argüelles. Antes del amanecer del 22 de julio de 1600, aproximadamente de 500 indios, a bordo de 140 canoas, saquearon e incendiaron el puerto y todo el pueblo de Gibraltar.

Al llegar a la iglesia, empezaron a incendiarla, que como era de palma, el fuego la devoro completamente. Intentaron incendiar al gran Cristo que se encontraba en su altar mayor, fijado en un tronco de nogal, y al ver que no se incendiaba empezaron a lanzar flechas. Cinco flechas quedaron clavadas en el crucifijo, quedando abrasado, pero no se quemó, sino que quedó ennegrecido por el humo, que es como se le ve hoy, siendo trasladado por los españoles a Maracaibo. Aunque los pocos moradores de Gibraltar que sobrevivieron quisieron retornar esta imagen a su pueblo, los pobladores de Maracaibo se negaron a entregarlo. El asunto fue resuelto por el Consejo de Indias y la fe del pueblo: La Sagrada imagen fue colocada en una nave sin embarcación sobre las aguas del lago de Maracaibo, para que, guiada por el viento y la fe, la sagrada imagen decidiera en que lugar quería morar, retornando milagrosamente a las costas de Maracaibo; según lo descrito por fray Pedro Simón en sus Noticias Historiales. En la Catedral de Sevilla existe un altar dedicado al Cristo Negro de Maracaibo donde se venera un cuadro pintado al óleo por el artista sevillano Joaquín Bilbao. Para el año 2007, estuvo peregrinando en los distintos templos de Maracaibo una réplica de la Santa Reliquia, que al finalizar estas peregrinaciones, fue llevada a Gibraltar, permaneciendo esta réplica de la Sagrada imagen en la actualidad en este pueblo gibraltareño.



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