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Cruz de los Ángeles



La Cruz de los Ángeles es una cruz-relicario en forma de cruz griega, que se encuentra depositada en la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador de Oviedo, en el Principado de Asturias, España.

Fue realizada a principios del siglo IX y, según consta en una inscripción colocada en el reverso de la cruz, en el año 808 fue donada a la catedral ovetense por Alfonso II el Casto, rey de Asturias.

La Cruz de los Ángeles aparece en el escudo de Oviedo y en el de otros municipios asturianos como Langreo, San Martín del Rey Aurelio, Boal o Quirós.

La Cruz de los Ángeles fue donada a la Catedral de San Salvador de Oviedo por Alfonso II el Casto, rey de Asturias, en el año 808, según consta en una inscripción colocada en el reverso de la cruz. Numerosos autores señalan la posibilidad de que el rey donase la cruz con motivo de la consagración del nuevo templo dedicado a San Salvador en la ciudad de Oviedo.[1]

Diversos autores han relacionado la leyenda sobre su origen, que afirma que la cruz fue realizada por dos ángeles que tomaron la forma de peregrinos, con una realidad oculta que, en su opinión, podría esconderse tras la leyenda.[2]​ Dicha realidad es que, en opinión de diferentes expertos, la Cruz de los Ángeles no se corresponde, ni por la técnica con que fue elaborada, ni por su tipología, con las cruces elaboradas por los orfebres visigodos, pero sí se relaciona con los modelos de cruces lombardas, realizadas en el norte de Italia entre los siglos VII y IX. Según esta teoría, la cruz habría sido realizada por artistas de procedencia lombarda, que posiblemente habrían viajado al reino de Asturias por voluntad del emperador Carlomagno, quien mantuvo buenas relaciones con Alfonso II de Asturias. De ese modo quedaría explicada la desaparición de los ángeles, que desaparecieron tras haber realizado la cruz, como un retorno a sus lugares de origen.[2]

En 1934, durante la Revolución de Asturias, la Cámara Santa de Oviedo fue dinamitada por los revolucionarios, y las reliquias y objetos allí conservados, incluidas la Cruz de los Ángeles, el Arca Santa y la Caja de las Ágatas, sufrieron graves desperfectos y hubieron de ser restauradas en 1942. No obstante, la restauración de 1942 ha sido considerada por diversos historiadores como una violación de los principios arqueológicos, artísticos e históricos, pues en algunos casos los daños fueron reparados sin tomar las precauciones que posteriormente permitieran diferenciar los elementos originales de los añadidos.[3]

En 1977 se cometió un robo en la Catedral de Oviedo. La Cruz de los Ángeles fue sustraída y posteriormente recuperada. No obstante, y debido a los graves desperfectos que sufrió, la cruz hubo de ser restaurada por la Comisión para la restauración de las Joyas Históricas de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, presidida por el presidente del cabildo catedralicio ovetense, y creada para reparar los daños causados por el robo de 1977. La comisión entregó la Cruz de los Ángeles y la Caja de las Ágatas a la catedral, después de haber sido restauradas, el día 14 de septiembre de 1985, y ambos objetos volvieron a la Cámara Santa de Oviedo.[4]

Una leyenda, recogida en su obra por el obispo Lucas de Tuy, refiere que Alfonso II el Casto, rey de Asturias, se mostraba deseoso de donar a la iglesia de San Salvador de Oviedo una cruz de oro y piedras preciosas, y que un día, después de haber asistido a misa, y tras haber llegado al palacio real, se le aparecieron dos ángeles, en forma de peregrinos, que comunicaron al rey que eran orfebres. El rey, según recoge la leyenda, les entregó oro y piedras preciosas, y les proporcionó una casa a fin de que pudieran trabajar sin ser molestados. No obstante, el rey quería averiguar a qué clase de individuos había entregado su oro y piedras preciosas y, por ello, envió a varios individuos, uno tras otro, para que viesen lo que hacían los orfebres.

Los servidores del rey, al llegar a la casa donde trabajaban ambos orfebres, observaron que en el interior de la morada había un gran resplandor que impedía contemplar lo que allí ocurría, y fueron a informar al rey, que fue a la casa donde habían trabajado los orfebres y la halló vacía, aunque en ella estaba una cruz que brillaba intensamente. Alfonso II el Casto tomó la cruz y, según refiere la leyenda, la llevó a la iglesia de San Salvador, donde la depositó en el altar.[5]

Dicha leyenda propició que la cruz fuera conocida como la Cruz de los Ángeles.

La Cruz de los Ángeles es de tipo griego y de forma patada. La longitud de sus cuatro brazos es casi idéntica, y todos ellos parten de un disco colocado en el centro de la cruz. Las medidas de la cruz son de 465 mm. de alto por 450 mm. de ancho y 25 mm. de grosor. El peso de la cruz es de 1.765 gramos y el disco central de la misma mide 85 mm. de diámetro.[6]

Está formada por dos piezas de madera de cerezo silvestre, unidas en el centro de la cruz mediante un disco central, forradas con una delgada lámina de oro sujeta mediante pequeños clavos elaborados también con oro. En cada uno de los brazos de la cruz hay una pequeña cajita insertada,destinada a guardar diversas reliquias, y cada una de las cuatro cajitas cuenta con su correspondiente tapa corredera.

El anverso de la cruz está adornado con cuarenta y ocho piedras, en forma de cabujón, o símbolo más (+), siendo cinco de ellas entalles de época romana reutilizados, y también está ornada con labores de filigrana que incrusta pedrería polícroma. Algunas de las piedras son semipreciosas, como granates y ágatas.

El reverso de la cruz está recubierto con una lámina lisa de oro, y en cada uno de los cuatro brazos de la cruz aparece una inscripción en letras de oro. Asimismo, en cada uno de los cuatro extremos de la parte posterior de la cruz hay una gema rodeada por dos círculos de pequeñas piedras. En el disco central del reverso había un camafeo romano de ágata, rodeado por un círculo con perlas y pedrería. No obstante, dicho camafeo fue sustituido por otro, realizado en Alemania, tras el robo de 1977.

De los camafeos romanos incrustados en la cruz, uno de ellos representa a una joven campesina romana, otro a la diosa Atenea, otro muestra una cabeza caprina con cuerpo de serpiente, y otro a Eneas abandonando la ciudad de Troya.

Aunque en numerosas versiones heráldicas la Cruz de los Ángeles aparece representada con las letras alfa y omega colgando de los brazos de la cruz, los expertos en historia del arte aún no han alcanzado un acuerdo sobre si de la cruz colgaron alguna vez dichos símbolos en el pasado.[7]

Una de las inscripciones colocadas en el reverso de la cruz señala la fecha en que fue realizada, el año 808 de la era cristiana, y el nombre del donante, que fue el monarca Alfonso II el Casto. En el reverso de la Cruz de los Ángeles se encuentran soldadas las siguientes leyendas, compuestas a partir de letras de oro:[8]

Las inscripciones colocadas en el reverso de la cruz, traducidas al castellano, vienen a decir:[9]



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