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Cuchillo canario



El cuchillo canario es un tipo de cuchillo característico de la isla de Gran Canaria[1][2]​ utilizado tradicionalmente en labores agropecuarias. Se distingue por tener un «cabo» (mango) compuesto por distintas arandelas de metal y hueso con o sin incrustaciones, este suele estar decorado con patrones geométricos y/o motivos florales y vegetales. La inconfundible hoja triangular de metal, normalmente de acero y un solo filo (otras también presentan contrafilo), posee dos elementos característicos bien definidos en su parte superior diseñados para apoyar el dedo; una escotadura redondeada o rebaje llamada «garganta» y la «barbilla», que es la parte sobresaliente.

Uno de los principales rasgos distintivos de la herramienta es que cuenta con una hoja intercambiable, ya que al ser delgada y fina estaba sometida a un desgaste permanente debido al uso y los continuos afilados.[3]

Es en las hojas donde herreros y cuchilleros han dejado, desde los inicios del cuchillo canario, su firma a modo de muescas en el denominado «colchón» (engrosamiento de la hoja en la unión con el cabo) por medio de líneas y cruces, si bien no todos están firmados. Estas marcas sirven como referencia a la hora de identificar la autoría de una hoja en concreto, que con frecuencia coincidía con la manufactura del cabo, en caso de que el artesano realizara a la vez tanto el mango como la hoja, lo que no siempre sucedía, como en la actualidad.[3]

En efecto, muchos de los cuchilleros o encabadores se limitaban a encabar las hojas terminadas que adquirían a los herreros. Por ello, no se puede catalogar un cuchillo antiguo en función de la firma del colchón. En primer lugar porque el cuchillo podría tener una hoja diferente a la original, sustituida por otra como consecuencia del desgaste y en segundo lugar, porque en caso de que el cuchillo conservase su hoja original, esta podría haber sido comprada a un herrero que no tendría por qué coincidir con quien hizo el mango, es decir el cuchillero, encabador o cabero.[3]

Por tradición, este cuchillo portátil viene acompañado de una «vaina» (funda) en piel, cuya función principal era la seguridad del portador en las diferentes tareas agropecuarias.[4]

Desde hace unos años esta artesanía ha sido importada a otras islas del archipiélago canario y también se fabrica en Tenerife,[5]Lanzarote[6]​ y La Palma.[7]

En las últimas investigaciones se plantea la hipótesis de que el cuchillo canario tendría su origen en los cuchillos de Albacete en España. En concreto derivaría del denominado "tipo B" (según clasificación tipológica de Rafael Ocete) pues ambos tienen en común varios elementos, tales como hoja triangular de un solo filo, contrafilo, colchón, espiga, casquillos y la forma de barrilete del cabo.[8]

Con el paso del tiempo y a través de sucesivas modificaciones este cuchillo fue adquiriendo en la isla una personalidad propia, incorporándose a su diseño otras influencias[8]​ que dieron lugar a un cuchillo único y distinto a los demás.

Según palabras de la estudiosa Macarena Murcia Suárez,

la ejecución de un modelo de cuchillo caracterizado por poseer un mango o cabo de anillas de hueso decoradas con metales es desarrollada en exclusividad en la isla de Gran Canaria. [9]

En cuanto a su antigüedad, se estima que el cuchillo canario aparecería en torno a finales del siglo XVIII y principios del XIX, forjándose por primera vez en alguna de las herrerías de los municipios de Guía y Telde. Por lo tanto, fueron los herreros los creadores de este utensilio tomando como referente el cuchillo albaceteño que alcanzó su máximo esplendor en los siglos XVIII y XIX.[8]

Esta herramienta agrícola y ganadera fue conocida a lo largo del tiempo en la isla por diferentes nombres: «cuchillo de labranza», «cuchillo del país», «cuchillo a uso del país», «cuchillo canario», «cuchillo cabo pieza», «cuchillo cabo hueso».[1]

Una de las denominaciones utilizadas frecuentemente para referirse al arma blanca es el anglicismo naife (del inglés knife (cuchillo), pronunciación: ˈnaɪf/), término que se puso muy de moda en las últimas décadas del siglo XX,[10]​ aunque ya existía con anterioridad. No obstante aún no se sabe con seguridad si el término llegó a Canarias procedente de esa lengua o si derivaría del portugués naifa (navaja, punzón).[11]

Determinados investigadores prefieren no utilizar este vocablo al no tener el cuchillo isleño procedencia inglesa, decantándose por el nombre genérico de «cuchillo canario».[12][13][14]​ El cual hace alusión al gentilicio de Canaria (Gran Canaria), uno de los nombres por el que era conocida la isla en centurias pasadas, no al gentilicio del archipiélago.

Tradicionalmente estaba asociado al mundo rural canario, donde era utilizado por los hombres en labores agrícolas, como por ejemplo en el cultivo de plataneras. Solía llevarse a la cintura guardado en su «vaina» (funda) sujeta al cinturón, fajín o pantalón.

Desde hace unas décadas su uso tradicional ha quedado relegado a un segundo plano y ha pasado a convertirse en un artículo decorativo, de coleccionista, de regalo, de menaje de cocina/servicio de mesa, de recuerdo[15]​ o como símbolo de identidad canaria.[16]

Existe un monumento dedicado al mismo, con un ejemplar gigante, en el municipio de Santa María de Guía de Gran Canaria.[9]​ El «Festival del Sur, Encuentro Teatral Tres Continentes» que se celebra en Agüimes, (Gran Canaria), concede anualmente el premio «Cuchillos canarios», entregando esta herramienta como reconocimiento. Sin olvidar que también se expone en ferias de artesanía y se hacen exposiciones sobre el mismo.[17]​ Sirva como ejemplo la 34.ª edición de la Feria de Artesanía de Pinolere (2019) que bajo el título "¡OOH! LOS CUCHILLOS CANARIOS!", estaba dedicada a este bien del patrimonio histórico, cultural, artesanal y etnográfico de Gran Canaria.[18]

Pese a su importancia como símbolo de identidad insular no existe ningún museo dedicado al mismo en su isla natal.

El objeto no pasó desapercibido a los ojos de determinadas personalidades, prueba de ello son las reseñas históricas del siglo XIX que a continuación se incluyen.

En su obra Recuerdos de un noventón (1895), Domingo José Navarro y Pastrana, médico y cronista grancanario, cuenta en sus memorias cómo eran los usos y costumbres en Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XIX. Entre otras cosas, describe la vestimenta y complementos que usaban los labriegos de la isla en aquellos años. En este retrato del campesino se cita por primera vez la presencia del cuchillo canario y su vaina como parte de su vestimenta. Hasta el momento es la mención más antigua que se conoce sobre su existencia:

Entre el 6 de noviembre de 1883 y el 22 de enero de 1884 la viajera irlandesa Olivia Stone recorrió Gran Canaria en compañía de su marido. Sus impresiones fueron publicadas en su libro Tenerife and its six satellites; or, The Canary Islands past and present (1887), donde comenta lo siguiente (traducido del inglés):

El médico, etnógrafo y antropólogo español, así como cofundador y primer conservador del Museo Canario, Víctor Grau-Bassas y Mas, recoge en un cuaderno sin título manuscrito entre 1885-88 los usos y costumbres de los campesinos de la isla, describiendo de la siguiente manera lo que él califica como "un ramo de industria especial en el país":

El doctor en medicina y antropólogo francés René Verneau, quien visitó la isla en varias ocasiones, menciona someramente las industrias artesanales y productos de Gran Canaria en un pasaje de su libro Cinq années de séjour aux Iles Canaries (1891), destacando lo siguiente (traducido del francés):

Las materias primas empleadas en la elaboración de este tipo de producto artesanal suelen ser:[23]

Para el mango:

Para la hoja: acero inoxidable (o de hoja blanca), acero al carbono (hoja negra o canaria), acero damasquino, alpaca, plata u oro.

Este oficio artesano ha sido practicado tradicionalmente solo por hombres.[23]​ Ya sean herreros, que son quienes forjan la hoja, o los encabadores, cuchilleros o caberos, que son los que elaboran el cabo. Hay artesanos que realizan todo el proceso, es decir fabrican tanto la hoja como el cabo, mango o empuñadura.

Cabo. Una vez forjadas la hoja y su correspondiente espiga, el proceso de fabricación del cabo requiere:[23]

Decoración. Es muy diversa, entre los motivos decorativos más comunes están: la cruzada, cuadrado, damero, derecha, espiga, espinilla, flores, jabar, malla, ojo de gallo, rallado, etc.

Terminación. Una vez finalizada la decoración de las piezas se procede al:

No existe una clasificación tipológica única y esta puede variar según el investigador o artesano, la siguiente es la planteada por Alejandro C. Moreno que hace una división en función de la decoración del cabo, longitud de la hoja, uso y materiales empleados.[24]



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