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Cuenca carbonífera de Peñarroya-Belmez-Espiel



La cuenca carbonífera de Peñarroya-Belmez-Espiel está ubicada en la comarca del valle del Guadiato, en la provincia de Córdoba (España), y tiene sus principales núcleos en los municipios de Peñarroya-Pueblonuevo, Espiel y Belmez. La cuenca carbonífera está situada a 70 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba. Históricamente, esta zona ha sido explotada intensamente con fines mineros, habiéndose construido también diversas líneas férreas para dar salida al mineral extraído.

La cuenca carbonífera de Belmez-Espiel comenzó a ser explotada en 1790 con el fin de proporcionar combustible fósil para la fundición que funcionaba en Almadén.[1]​ No obstante, no sería hasta mediados del siglo XIX cuando la explotación de los yacimientos de la zona alcanzó un «boom», de forma similar a lo que ocurrió en otras áreas españolas. Destacaría en primer lugar la actividad de la sociedad «Fusión Carbonífera y Metalífera de Belmez y Espiel», fundada en 1858 aunque con una existencia corta.[1]​ Mayot éxito tendría la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez, de capital francés, que para 1880 era la principal extractora de carbón de la zona.[2]​ A través del ferrocarril la Hullera de Belmez logró dar salida al carbón, que en muchos casos era transportado directamente a las fundiciones del distrito minero de Linares.

Sin embargo, iba a ser bajo la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), de capital francés, cuando la actividad en la cuenca carbonífera alcanzase su momento álgido. La SMMP llegó a hacerse con el control de la mayor parte de las minas de la zona, construyendo también diversas fundiciones y factorías para el tratamiento metalúrgico, lavaderos de mineral, centrales termoeléctricas, etc.[3]​ Como consecuencia de toda estas actividades, en torno a los municipios de Peñarroya y Pueblonuevo del Terrible se articuló un importante núcleo de población,[n. 1]​ en el que también residía una colonia francesa. La exportación de carbón de la cuenca a otras áreas españolas alcanzó su pico en estos años, aunque el lignito también fue utilizado para consumo local, especialmente por la industria. En este aspecto, el ferrocarril jugó un importante papel.

De la mano de las explotaciones mineras y la incipiente industria vino el desarrollo de una red ferroviaria en la zona para dar salida a los minerales extraídos o a la producción metalúrgica. El primer trazado que se inauguró fue la línea Almorchón-Belmez, en 1868,[5]​ seguida cinco años después por la entrada en servicio de línea Córdoba-Belmez. Ambos trazados eran de ancho ibérico y permitían el enlace con la red general ferroviaria. La SMMP construiría un ferrocarril de vía estrecha que enlazaba Peñarroya con Fuente del Arco y Puertollano.[6]​ Además, en la zona existieron varios ramales de menor importancia que enlazaban entre sí los distintos yacimientos e instalaciones.

A comienzos de la década de 1960, ante el declive de las actividades de SMMP en Peñarroya, el Estado decidió intervenir y reactivar la cuenca carbonífera.[7]​ Para ello, se crearon dos empresas estatales —ENCASUR y ENECO— encargadas de desarrollar esta iniciativa. Mientras que la primera de ellas estaría a cargo de la explotación de los yacimientos de carbón, la segunda estaría a cargo de la construcción y explotación de la nueva central térmica de Puente Nuevo,[8]​ situada junto al embalse homónimo. Dicha instalación comenzó a funcionar en 1966, siendo abastecida por el carbón de la comarca y quedando a cargo de la producción de electricidad. Esta dinámica se mantuvo durante las siguientes décadas, si bien desde la década de 2000 las últimas minas se cerraron y el carbón para la central térmica comenzó a ser traído por ferrocarril desde Puertollano. Finalmente, en 2020 se desconectaron las instalaciones de Puente Nuevo.



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