x
1

Cultura Chinchorro



Cultura chinchorro es el nombre dado a un grupo de pescadores que habitaron la costa del desierto de Atacama entre el 7020 y el 1500 a. C., desde Ilo (Perú) por el norte hasta Antofagasta (Chile) por el sur,[1]​ y que establecieron su núcleo en la actual ciudad de Arica y en los valles de Azapa, Camarones y Lluta.[2][3]

Este grupo destaca entre otros cazadores recolectores tempranos por sus ritos funerarios: c. 5050 a. C.[4]​ fueron los primeros a nivel mundial en momificar artificialmente a sus muertos.[3][5]​ Las momias de la cultura chinchorro, cuyo nombre se debe a la playa Chinchorro, donde se han hallado grupos momificados,[6]​ han estado inscritas desde septiembre de 1998 en la lista indicativa de Chile, la etapa previa ante una futura candidatura para ser declaradas Patrimonio de la Humanidad.[3][7]

Hay diversas teorías que intentan explicar el origen de la cultura chinchorro. Una de ellas señala que se habría originado a partir de desplazamientos a lo largo de la costa de norte a sur; en tanto, otras manifiestan que habría surgido debido a movimientos nómadas desde el Amazonas o la cordillera de los Andes.[3]​ La población se asentó en la desembocadura de los valles de Azapa, Camarones y Lluta, entre otros, donde han sido encontradas momias, que anteceden en dos mil años a las momias egipcias.[3][8]

Los motivos que se argumentan para explicar este tipo de prácticas son variados; sin embargo, según diversos investigadores, respondería a un sentido utilitario de los pueblos nómadas, que necesitarían objetos portables para su transhumancia. No obstante lo anterior, estudios recientes señalan que el arsenicismo endémico en el valle de Camarones, que supera por cien veces la norma recomendada por la OMS, gatilló una alta tasa de abortos espontáneos y una alta mortalidad perinatal, entre otros factores, lo que conllevó a una respuesta emocional de empatía de los familiares para preservar de mejor manera los restos de sus hijos muertos sin explicación en una alta tasa.[9]

A grandes rasgos, el sistema utilizado era muy simple: el cuerpo era desprovisto de la piel, los tejidos musculares y los órganos internos, incluido el cerebro. Luego, era modelado en barro y cubierto con piel, teniendo especial cuidado en llenar las partes faltantes de piel perdidas en el proceso de desollamiento con trozos de piel animal. La parafernalia incluía una máscara, que mantenía cuidadosamente el orificio bucal y las fosas nasales, además de modelar los órganos sexuales. La momia terminada incluía una peluca confeccionada con cabello humano.

Fueron descubiertas a principios del siglo XX, mientras se llevaban a cabo excavaciones en la playa Chinchorro.[3]​ De los grupos arqueológicos encontrados en Arica —en sitios como Quiani o Morro, o los nuevos que se han encontrado en el Hotel Savona, en calle Yungay y al comienzo de calle Colón—, ninguno de ellos incluye ajuar funerario. Este hecho, junto con la posición en la que los cuerpos fueron encontrados, hace presumir que no tenían creencias relacionadas con la vida después de la muerte.

Los primeros vestigios de esta cultura fueron recopilados y catalogados por el arqueólogo alemán Max Uhle.[3]​ Los restos arqueológicos son custodiados y estudiados por la Universidad de Tarapacá. Asimismo, esta misma entidad sostiene el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, donde se puede observar una muestra de la evolución del poblamiento de la región donde se desarrolló la cultura Arica. Otras importantes colecciones de la cultura Chinchorro forman parte del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, colección que fue puesta en valor con la exposición temporal «Chinchorro, trascender a la muerte»[10]​.

Pese a que se ignora el número exacto de momias, hay unas 180 repartidas entre el Museo de Azapa y el Sitio de Colón 10; un número menor se halla en los museos de historia natural de Santiago y de Valparaíso.[11]

La sociedad chinchorro demostró un amplio conocimiento de la anatomía humana, un complejo ritual y una delicada representación artística del cuerpo humano. A diferencia de cualquier otro grupo de pescadores y cazadores contemporáneos en todo el mundo, estos grupos tenían un peculiar tratamiento de sus muertos: ya fueran miembros de la élite o gente común, hombres, mujeres y niños, incluso fetos,[4]​ eran cuidadosamente tratados con el fin de que sus cuerpos mantuvieran su aspecto de vida después de la muerte.

Con el correr de los años, y tras una larga tradición de prácticas mortuorias, los preparadores fúnebres crearon diferentes tipo de momificación. La tipología más empleada hoy en día es la planteada por Arriaza, quien destaca tres tipos de momias: negras, rojas y vendadas.[12]​ El color de la pasta con que fueron cubiertas las momias señala las distintas épocas de momificación: el negro hecho de óxido de manganeso se utilizó en el periodo más antiguo, el rojo ocre fue empleado en los ejemplos posteriores y el lodo marrón se aplicó a los hallazgos más recientes.[4]

Estas momias se desarrollaron del 5050[4]​ al 3000 a. C.[3]​ Los preparadores fúnebres removían el cerebro y los órganos del difunto, reconstruían el cuerpo con arcilla gris y fibra, llenaban el cráneo con paja o ceniza, y usaban cañas para coser y unir nuevamente la piel que conecta la mandíbula al cráneo. Mantenían la columna recta y unida a la cabeza mediante un palo. Posteriormente, restauraban la piel, a veces usaban la del lobo marino u otro animal, y cubrían finalmente el cuerpo con una pátina de óxido de manganeso, lo que le daba un color brillante y negro-azulado.[4]​ La cabeza era adornada con una máscara facial y una peluca de pelo humano corto y negro.

Estas momias se desarrollaron del 2500 al 2000 a. C.[3]​ Se hacían incisiones en el estómago, hombro, ingle y tobillos para poder extraer los órganos y la musculatura. Inmediatamente, se secaban las cavidades y se procedía a introducirles maderos longitudinales para reforzar el cuerpo. Las cavidades eran rellenadas con tierra, plumas y arcilla. La cabeza era adornada con una peluca larga y negra que era sujetada por un casquete de óxido de manganeso. Finalmente, pintaban todo el cuerpo, a excepción de la cara, con óxido férrico, quedando con un llamativo cuerpo rojo y su cara negra.

Este tipo de momias, desarrolladas a partir del 2000 a. C.,[3]​ era una variante de las momias rojas, la diferencia estaba en que los preparadores fúnebres disponían la piel en forma de vendajes. En algunas ocasiones, se utilizaban embarrilados de fibra vegetal en todo el cuerpo del difunto.

Cerca de 120 momias chinchorro están en la colección de la Universidad de Tarapacá, en el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa (Chile).[4]​ En el último tiempo, han estado degradándose, convirtiéndose en cieno negro.[4][8]​ Expertos como Ralph Mitchell, profesor de la Universidad de Harvard, han utilizado sus conocimientos para determinar las causas de este deterioro: se hizo evidente para Mitchell que la degradación era microbiana,[13]​ debido al aumento en el nivel de humedad —que podría estar relacionado con el cambio climático— de la zona en que se encuentran.[14]

Se concluyó que el rango de humedad ideal es de entre 40 y 60 % (niveles superiores de humedad conducirían a la degradación y niveles inferiores crearían ácidos perjudiciales). El análisis ha ayudado al personal del museo a ajustar la humedad para preservar las momias.[13]



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Cultura Chinchorro (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!