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Dáctilos



En la mitología griega, los Dáctilos (en griego antiguo Δάκτυλοι, ‘dedos’) fueron una raza arcaica de hombrecillos fálicos relacionados con la Gran Madre, bien Cibeles o Rea, hombres-espíritu como los Curetes, Cabiros y Coribantes. Los Dáctilos, cuya madre era Anquíale, fueron antiguos herreros y hechiceros sanadores. En algunos mitos aparecen trabajando para Hefesto, y enseñaron a trabajar el metal, las matemáticas y el alfabeto a los humanos.

Los Dáctilos estaban relacionados con el monte Ida. Puesto que existe un monte Ida en Creta y otro en Frigia, a veces se les consideraba cretenses y a veces frigios.[1]

Cuando Rea, la madre de los dioses, supo que el momento del parto le había llegado, marchó a una cueva sagrada del monte Ida. Cuando se acuclillaba para dar a luz clavó sus dedos en la tierra (Gea), lo que dio origen a esto daktyloi Idaioi (‘dedos ideos’), por tanto considerados a menudo diez en número, o a veces multiplicados a una raza de diez decenas. A menudo sin embargo se dice que eran tres, o treinta y tres. Cuando los griegos prestaban un juramento solemne, a menudo presionaban las manos contra la tierra al pronunciarlo.

Los Dáctilos del monte Ida inventaron el arte de trabajar los metales para darles formas útiles usando el fuego. También se dice que descubrieron el hierro en el monte Berecinto, cerca de Áptera.[2]​ A los tres Dáctilos frigios, al servicio de la Gran Madre, suele dárseles los nombres de Acmón (el yunque), Damnameneo (el martillo) y Celmis (la fundición). De Celmis cuenta Ovidio[3]​ la historia de que cuando Rea fue ofendida por este compañero de infancia de Zeus, le pidió que le transformase en adamanto, duro como espada templada. Zeus así lo hizo.

Los Cabiros (Kabeiroi), cuyo hogar sagrado estaba en la isla de Samotracia, fueron considerados por Diodoro Sículo dáctilos ideos que habían llegado al oeste desde Frigia, habían tomado a Orfeo como discípulo y celebraban prácticas mágicas, misterios y ritos de iniciación.[2]

En Rodas, los Telquines fueron unos hombres ctónicos parecidos, nueve en número, recordados por los griegos como peligrosos herreros y hechiceros del Inframundo, y multiplicados hasta una raza autóctona completa que crio a Poseidón.

En Creta, tres Dáctilos llevaron nombre sugestivos de curación: Peoneo (más tarde asociado con Asclepio), Epimedes y Yasión. Se decía que habían introducido el trabajo del cobre y el hierro.

Un Dáctilo ideo llamado Heracles (quizá la primera encarnación del héroe posterior) dio origen a los Juegos Olímpicos al azuzar una carrera entre sus cuatro ‘dedos’ hermanos. Este Heracles era el «pulgar», y sus hermanos eran Peoneo (índice), Epimedes (corazón), Yasión (anular) e Idas (meñique).




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