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Gea



Gea[1]​ (del latín Gæa)[2]​ o Gaya[3]​ alternativamente Gaia[4]​ griego antiguo: Γαῖα[5]​, romanización: Gaĩapronunciación: clásica: [ɡá͜ɪ̀a] Koiné: [ɟˈɛːa] bizantina: [ʝˈea] de Ge  griego antiguo: Γῆ[5]​, romanización: Gễ, literalmente: «Tierra» es la diosa primigenia que personifica la Tierra en la mitología griega. Es una deidad primordial y ctónica en el antiguo panteón griego, considerada la Tierra Madre, de lo que la referencia más antigua es el griego micénico ma-ka, escrito en alfabeto silábico lineal B.[6]

Su equivalente en el panteón romano era Terra o Tellus Mater. Los romanos, a diferencia de los griegos, no distinguían sistemáticamente una Titánide Tierra (Tierra) de una diosa del grano, Ceres.[7]

La Teogonía de Hesíodo cuenta[8]​ cómo, tras el Caos, surgió Gea «la de amplio pecho», la eterna fundación de los dioses del Olimpo. De su propio ser, «sin mediar el grato comercio», trajo a Urano, el cielo estrellado, su igual, para cubrirla a ella y a las colinas, y también a Ponto, la infructuosa profundidad del mar. Pero tras esto, como cuenta Hesíodo:

Hesíodo menciona que Gea concibió más descendencia con Urano. Primero, los Cíclopes, gigantes de un solo ojo constructores de murallas, a los que posteriormente se les dieron nombres: Brontes (‘el que truena’), Estéropes (‘el que da el rayo’) y Arges (‘el que brilla’): «El vigor, la fuerza y los recursos presidían sus actos.» Luego añade los tres terribles hijos de cien manos de la Tierra y el Cielo, los Hecatónquiros, Coto, Briareo y Giges, cada uno con cincuenta cabezas.

Urano escondió a cíclopes y hecatónquiros en el Tártaro para que no vieran la luz, regocijándose de su maldad. Esto provocaba dolor a Gea (el Tártaro era su vientre), por lo que creó un pedernal gris (o adamanto) y de este fabricó una gran hoz, y reuniendo a los titanes les pidió obediencia. Solo Crono, el menor, se atrevió a tomar la hoz y castró a su padre cuando este se acercó a Gea para yacer con ella. De las gotas de sangre y Gea concibió aún a más hijos: las fuertes Erinias, los Gigantes con armadura y las Melias (ninfas de los fresnos).

Crono arrojó al mar los testículos de Urano, donde produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Tras la castración de Urano, Gea parió a Equidna y Tifón, engendrados por Tártaro. De su hijo Ponto tuvo a las deidades marinas Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia. Con Éter tuvo a Ergía, la diosa de la pereza y la holgazanería.

Zeus escondía de Hera a Elara, una amante, ocultándola bajo la tierra. El hijo que tuvo de esta, el gigante Ticio, es por tanto considerado a veces hijo de Gea, la diosa de la tierra.

Gea también hizo inmortal a Aristeo.

Pausanias cuenta que Gea fue la deidad a quien pertenecía originalmente el Oráculo de Delfos o, según otra versión, era una posesión que compartían conjuntamente Gea y a Poseidón. Gea traspasó su poder a Temis, quien, a su vez, la regaló a Apolo.[9]​ Por otra parte, se cuenta que cuando el oráculo pertenecía a Temis, Apolo mató a Pitón, que era hija de Gea y custodiaba ese lugar y así se apoderó del oráculo.[10]

Los juramentos prestados en nombre de Gea, en la antigua Grecia, estaban considerados entre los más sagrados.

En el arte clásico Gea era representada de dos formas. En las vasijas pintadas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años, medio levantada del suelo, a menudo dando el bebé Erictonio (un futuro rey de Atenas) a Atenea para que esta lo criase. Más tarde, en los mosaicos, aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de Karpoi, dioses infantes de los frutos de la tierra.

La palabra griega γαῖα (transliterada gaia o gaea) es una forma colateral de γῆ[14]​ (ge, dórico γά ga y probablemente δᾶ da),[15]​ que significa ‘Tierra[16]​ y es de origen desconocido.[17]Gaia se contrajo muy pronto a ga con el sufijo ia como ma-ia (para dirigirse a las señoras ancianas) y gra-ia (anciana).[18]Aia es una forma poética de gaia que significa ‘tierra’ y en algunos textos es probablemente cognado de la latina avia (abuela).[19]​ La forma combinatoria de ge γεω- (geo-) se usa en el griego antiguo[20]​ y en palabras modernas tales como geografía, geología, geometría, etcétera.

La mayoría de los investigadores alemanes asegura que la forma dórica da (‘tierra’) es el elemento de Δαμάτηρ[21]​ (Da-mater, Deméter: ‘madre tierra’) y Ποτειδάν[22]​ (Potei-dan, Poseidón: ‘señor de la tierra’), pero esto está discutido.[23]​ Es posible que da sea un vocativo dórico de Dan Δάν o Zan Ζάν (Zeus),[24]​ que fue venerado en Creta como Zeus Velcanos (niño Zeus), un hijo local de la Gran Madre minoica.[25]​ En griego micénico Ma-ka (transliterado también Ma-ga, Madre Gaya) contiene también la raíz ga.[26]​ Otras palabras griegas que significan ‘tierra’ son ἄρουρα (aroura), del verbo griego αρόω (aroō), ‘arar’[27]​ y χθών (chthon),[28]​ que normalmente alude al interior del suelo, de la raíz protoindoeuropea *dhgem.[29]

Algunas fuentes, como los antropólogos James Mellaart, Marijas Gimbutas y Barbara Walker, afirman que Gea como la Madre Tierra es una evolución de la Gran Madre del preindoeuropeo, una diosa de la vida y la muerte generosa pero pavorosa, que había sido venerada ya desde el Neolítico en Oriente Próximo, Anatolia y la zona de influencia de la cultura egea, pero también más allá de Malta y las tierras etruscas. Esta teoría levanta controversia en la comunidad académica. La creencia en una Madre Tierra nutricia es a menudo una característica del moderno culto neopagano a la «Diosa», que suele ser vinculado por los practicantes de esta religión con la teoría de la diosa neolítica.

La separación que Hesíodo hizo de Rea y Gea no fue seguida rigurosamente, ni siquiera por los propios mitógrafos griegos. Mitógrafos modernos como Károly Kerényi o Carl A. P. Ruck y Danny Staples, así como una generación anterior influenciada por La rama dorada de James Frazer, interpretan que las diosas Deméter la «madre», Perséfone la «hija» y Hécate la «vieja», como las entendían los griegos, eran tres aspectos de una Gran Diosa anterior, que podría ser identificada con Rea o con la propia Gea. Estas diosas tripartitas son también una parte de la mitología celta y pueden proceder de los protoindoeuropeos. En Anatolia (la actual Turquía) Rea era conocida como Cibeles, una diosa derivada de la Kubaba mesopotámica, la Kebat hurrita o Kepa. Los griegos nunca olvidaron que el antiguo hogar de la Madre Montaña era Creta, donde una figura en parte identificada con Gea había sido venerada como Potnia Theron (Πωτνια Θερων), la ‘Señora de los Animales’, o simplemente Potnia, la ‘Señora’, un apelativo que podría ser aplicado en textos griegos anteriores a Deméter, Artemisa o Atenea.

La llegada de los dioses del Olimpo con los inmigrantes al Egeo durante el II milenio a. C., y la en ocasiones violenta lucha por suplantar a Gea, imbuye a la mitología griega de su característica tensión. Ecos de la fuerza de Gea persisten en la mitología de la Grecia clásica, donde sus papeles están divididos entre Hera, consorte de Zeus, Deméter, Artemisa, gemela de Apolo, y Atenea.

En Roma la diosa frigia importada Cibeles fue venerada como Magna Mater, la ‘Gran Madre’, o como Mater Nostri, ‘Nuestra Madre’, e identificada con Ceres, la diosa romana de la agricultura que era aproximadamente equivalente a la griega Deméter, pero con diferentes aspectos y adorada con diferentes cultos. Su culto fue llevado a Roma tras un augurio de la Sibila de Cumas sobre que Aníbal el cartaginés no sería derrotado hasta que dicho culto llegase a Roma. Como resultado fue una divinidad favorita de los legionarios romanos y su culto se extendió desde los campamentos y colonias militares romanas.

Este nombre mitológico fue rescatado en 1979 por James Lovelock para su hipótesis Gaia. La hipótesis propone que los organismos vivos y las materias inorgánicas forman parte de un sistema dinámico que da forma a la biosfera de la Tierra. La propia Tierra se considera un organismo con funciones autorregulatorias.



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