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Deicidio



Deicidio (del latín deicīda) es una expresión que hace referencia al acto de matar a un dios o una divinidad.

Generalmente se ha empleado para referirse a los que dieron muerte a Jesús de Nazaret, el cual, según el dogma cristiano de la Trinidad, es hombre y Dios simultáneamente.[1]

La cuestión de quién es responsable de la muerte de Jesucristo tiene componentes tanto históricos como teológicos. Los relatos acerca de la muerte de Jesús aparecidos en el evangelio son usados como fuente en ambos casos. Para el apartado teológico son necesarias otras fuentes del Nuevo Testamento como las Epístolas paulinas. La investigación histórica tiene en cuenta otras fuentes de la antigüedad que explican el ambiente cultural y político en el que vivió Jesús.[2][1]​ La Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II iniciado por Juan XXIII afirma que "no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían ni a los judíos de hoy"[3]​ desligando de esta forma la responsabilidad colectiva de los judíos en la muerte de Jesús.

Asimismo, en el libro 'Jesús de Nazaret, el Papa Benedicto XVI exoneró a los judíos por la muerte de Jesús. Esta acusación fue un argumento antisemita que se ha utilizado a lo largo de la historia para discriminar a los judíos.[1]

No hay ninguna palabra que signifique "deicidio" en el Nuevo Testamento, ya sea en el texto griego o en su posterior traducción al latín en la Vulgata. Además, los textos del Nuevo Testamento que se refieren a la responsabilidad de la muerte de Jesús no se preocupan especialmente de la identidad divina de Jesús, aunque puede encontrarse mención de que es el Mesías enviado por Dios.[4]​ El Nuevo Testamento no culpa a los judíos que vivían fuera de Judea de la muerte de Jesús ni exculpa a los mandatarios civiles de Judea. El discípulo de Jesús Judas es culpado por revelar su localización a las autoridades.[1]

El análisis histórico generalmente asigna la responsabilidad a uno de los siguientes:


El análisis teológico acerca de la culpabilidad de la muerte de Jesús incluye a:

Según los relatos del Nuevo Testamento las autoridades judías de Judea acusaron a Jesús de blasfemia y procuraron su ejecución. Sin embargo, carecían de la autoridad para condenar a Jesús a muerte por lo que lo enviaron a Poncio Pilato, gobernador de la provincia de Judea para que consintiera la muerte.[5]

Pilato es presentado en el Nuevo Testamento como renuente a la ejecución de Jesús, aunque la veracidad histórica de esto es discutida por muchos historiadores modernos. Dichos historiadores no creen que Pilatos hubiera dudado en ejecutar a cualquiera que pusiera en peligro el gobierno de Roma. Los evangelios indican que pudo haber dudas tanto por parte de los judíos como de Pilatos por miedo a una potencial oposición popular.[6][7]​ Estos estudiosos también sugieren que los escritores de los evangelios podrían haber rebajado la carga de culpa de Roma en un tiempo en que el cristianismo trataba de ganarse al mundo romano.[1]

También se han ofrecido otras explicaciones teológicas acerca de la responsabilidad en la muerte de Jesús.

La doctrina católica y la de las iglesias protestantes es que la muerte de Jesús era necesaria para eliminar los efectos del pecado, por tanto toda la humanidad es responsable de su muerte, siendo esta la muestra del amor que Jesús tenía por nosotros.

El recientemente encontrado Evangelio de Judas asegura que Jesús guio a Judas en la cadena de acontecimientos que llevó hasta su muerte.

Por siglos se ha sostenido la responsabilidad judía de la muerte de Jesús. Sin embargo historiadores modernos han notado que la descripción del judaísmo que dan los evangelios es extremista y hasta anacrónica. El profesor e historiador E. P. Sanders afirma en su obra "Jesús y el judaísmo":

Solo la lectura fundamentalista y literal de los textos de los evangelios permite a ciertos sectores sostener aun hoy tal acusación. la Enciclopedia Judaica Castellana expresa el sentir del judaísmo:

Respecto a la crítica histórica actual Sanders informa sobre los "conflictos" entre Jesús y los fariseos y sus elocuentes discusiones:

En el análisis respecto al juicio ante los sacerdotes principales, y a la posibles acusación contra Él escribe:

Ante la versión de los sinópticos de que Jesús fue juzgado ante el Sanedrín dice:

Según los evangelios, luego de hallarlo culpable de blasfemia fue entregado en manos de los romanos.[14][15]​ A la mañana siguiente, pues los juicios romanos se hacían antes del mediodía, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el prefecto-procurador romano.[16]​ El Evangelio de Lucas añade que Pilato envió a Jesús ante Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, que se encontraba de visita en Jerusalén, algo históricamente correcto pues en la ley romana la jurisdicción correspondía al lugar de origen del acusado. Herodes lo envió de nuevo a Pilato al no hallarlo culpable de nada.(Lc 23:1-25).

La corona puesta sobre Jesús y el letrero del cargo indican indiscutiblemente que fue condenado a morir en la cruz por los romanos, bajo el cargo de sedición, al considerarse que se había proclamado rey, lo que significa la aplicación de la Lex Iulia Lesae Maiestatis.



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