Un detector de metales es un instrumento electrónico que permite identificar la presencia de metal, por ejemplo: bajo tierra, oculto en alguna superficie o en personas.
Algunos de los usos más habituales son: en la guerra para búsqueda de minas, en seguridad para (detectar armas ocultas), búsqueda arqueológica de objetos históricos, minería y hobby.
Existen de distintos tipos:
Un detector de metales básicamente genera un campo magnético e interpreta las variaciones y/o alteraciones que en éste se producen. En general, se clasifican en dos tipos, los de inducción de pulso (o PI) o los de radiofrecuencia (o VLF) que varían en la forma generan el campo magnético y leen las variaciones
Algunas personas por el afán de hacerse ricos y otros por pasar un buen rato, rastrean playas y montes en busca de monedas, reliquias, objetos militares, etc. No obstante, las leyes del Patrimonio Nacional y cada vez más las regionales son tajantes en este tema: toda prospección y/o remoción del suelo con carácter arqueológico ha de tener un permiso, y sin ese permiso se interpreta que el usuario de detectores está cometiendo un delito contra el patrimonio (exceptuando la búsqueda de objetos metálicos en playas, salvo algunos enclaves puntuales por su proximidad a zonas arqueológicas o por regulaciones autonómicas y/o locales). Pese a estas regulaciones, algunos yacimientos arqueológicos son saqueados ilegalmente cada año por expoliadores equipados con detectores. Sin embargo, no son pocos los aficionados que están creando asociaciones en busca de una regulación que les permita usar sus aparatos en condiciones controladas, e informando de los modos y casos en los que su uso es perfectamente lícito en la geografía española.
En Andalucía en concreto, la nueva Ley 14/2007 del Patrimonio Histórico de Andalucía recoge en su artículo 60 una regulación del uso de aparatos detectores de metales, la cual permite un uso controlado sin riesgos de afección al Patrimonio Histórico. Actualmente, solo es posible usar el detector de metales en playas andaluza previa autorización de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico.
Los detectores de metales no considerados como portátiles (seguridad personal y antiminas), se componen de arcos o túneles de detección conocidos como "Cabezales de Detección de Metales". Estos suelen emplearse en los sectores alimentario, químico, farmacéutico, minero, maderero, o incluso en procesos de reciclaje.
Estos túneles que generan un campo electromagnético en su interior, pueden ser cuadrados, rectangulares o incluso circulares. Los túneles circulares sirven para inspeccionar el paso de los productos a través de tuberías, mientras que los rectangulares se utilizan en las cintas de transporte.
Al inicio de la década de los 90', estos equipos fueron mejorados tecnológicamente debido a su alta demanda, avanzando de su primera generación electrónica analógica a una nueva tecnología digital, que aporta excelentes resultados en la detección de metales férricos y magnéticos como los no férricos y no magnéticos.
Actualmente estos equipos forman parte de los controles de calidad en empresas que aplican normativas internacionales como ISO, HACCP, BRC, IFS, FDA... entre otras muchas otras, y que forman parte de rigurosos protocolos cuya finalidad es la de garantizar tanto la seguridad de sus productos como los de la maquinaria y el personal que los manipulen.
En un entorno industrial con velocidades de producción cada vez más vertiginosas, la detección de metales mediante este tipo de equipos, capaces de procesar señales digitales para el escaneo de los productos a gran velocidad, es un avance tecnológico por la seguridad preventiva y el control de calidad.
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