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Diálogos de Platón



El presente artículo aborda los diálogos platónicos, obra constituida por un epistolario y un conjunto de diálogos, obras destinadas a la publicación que se han conservado en su totalidad y que son el legado literario y filosófico de su autor. Se editaron y se agruparon con diferentes criterios a lo largo de la historia de la transmisión del texto, de modo que ha sido discutido tanto el canon del Corpus Platonicum como el orden cronológico de producción de los diálogos considerados auténticos.[1]

Diógenes Laercio atribuye a Trasilo (aprox. s. I d.C.) la hipótesis de que Platón compuso sus diálogos de modo que se ordenaran en tetralogías, imitando el orden en que presentaban sus obras los poetas trágicos en las fiestas dionisíacas —esto es, tres tragedias y un drama satírico—. Los nombres de la lista que ofrece están acompañados de subtítulos que explicarían el tema de cada diálogo:[f 1]

Diógenes también trasmite una lista de diálogos que habían sido atribuidos a Platón, pero ya en la antigüedad se consideraban espurios y por ello no estaban incluidos en las tetralogías: el Midón, el Erixias, el Halción, el Sísifo, el Axíoco, el Feaces, el Demódoco, el Quelidón, el Séptima y el Epiménides. Del canon de Trásilo también fueron rechazados desde antiguo por apócrifos el Alcibíades Segundo, el Anterastes, el Hiparco y el Epinomis. A pesar de que Diógenes no los menciona, se conservaron en los manuscritos junto con estos diálogos, el De la justicia y De la virtud, también erróneamente atribuidos a Platón.

Según el mismo testimonio de Diógenes Laercio, Aristófanes de Bizancio director de la Biblioteca de Alejandría en el s. III a.C., es decir, antes de Trásilo, ya había dispuesto los diálogos en trilogías, pero solo trasmite el contenido de cinco:

El resto de los diálogos iría sin orden fijo a continuación. El hecho de que los diálogos platónicos hayan estado en la gran biblioteca sin duda favoreció la conservación y estudio de los textos en la antigüedad.[2][3]

La editio princeps de los diálogos platónicos fue realizada por la Imprenta Aldina en 1513. Y aunque la edición de Henri Estienne es posterior (1578), fue esta la que terminó prevaleciendo en lo que se refiere a imponer un sistema de paginación para referirse y hallar lugares específicos en la obra de Platón. De hecho, la Paginación de Stephanus mantiene su vigencia en las ediciones y estudios actuales para señalar unívocamente las citas del autor. La edición, titulada Platonis opera quae extant omnia, fue realizada en tres volúmenes, y cada página dividía el texto en cinco partes iguales: el sistema de paginación remite al número de página de alguno de los volúmenes de esta edición, y una letra (de la «a» a la «e») a esta subdivisión correspondiente a la página. El sistema se completa anteponiendo el nombre del diálogo, puesto que cada volumen reinicia la paginación: sin la especificación del diálogo la referencia no sería unívoca y no se podría determinar a qué volumen pertenece.

La edición de la obra completa de Platón actualmente considerada regulativa, es la realizada por John Burnet en 1907: Platonis Opera: Recognovit Brevique Adnotatione Critica Instruxit, para la Oxford University Press. La edición fue realizada en 5 tomos, y sigue el ordenamiento de las tetralogías de Trásilo. Actualmente se suele añadir a las referencias según la paginación de Stephanus, el número de línea correspondiente a la edición de Burnet.

En lo que se refiere a la cronología de los diálogos, se pueden distinguir dos aspectos:

A pesar de que los criterios han sido dispares, combinando las escasas certezas de la cronología absoluta con las relaciones internas de la obra que se han podido determinar claramente, los especialistas han llegado a cierto consenso general sobre la periodización de la obra de Platón, sin que ello signifique en absoluto unanimidad en lo que se refiere a posiciones precisas de diálogos determinados.[4][5]

Existen pocas menciones a acontecimientos históricos en la obra platónica, y los especialistas a veces no coinciden en la identificación de los hechos referidos.

En Leyes[f 2]​ se menciona como ejemplo de ciudades grandes que vencen a ciudades pequeñas a Siracusa y Locri. Esto ha sido interpretado como una referencia a la toma por parte de Dionisio II de Siracusa de la ciudadela de Locri en 356 a. C. Esta fecha cuadra perfectamente con el testimonio de Diógenes Laercio,[f 3]​ que señala que este diálogo es una obra de vejez de su autor: Platón contaría con unos 70 años.[6]​ Sin embargo se ha discutido la identificación del acontecimiento: Platón se referiría al dominio ejercido por Dionisio I de Siracusa sobre el sur de Italia en la primera mitad del s. IV a.C.[7]

En el diálogo introductorio del Teeteto[f 4]​ se menciona una batalla sucedida en Corinto, de la cual vuelve gravemente herido Teeteto. Actualmente se señala como el hecho histórico referido una batalla del 369 a.C., lo que constituye un terminus post quem preciso para el diálogo.[8][9][6]

Una referencia particular encontramos en el Menexeno: allí Sócrates se dispone a leer una historia de Atenas hasta la paz de Antálcidas (387 a. C.), o sea, 13 años después de su muerte. Según los especialistas, este dato muestra, además del terminus post quem de la obra, que Platón no evitaba en ninguna medida los anacronismos respecto de la cronología dramática de los diálogos.[10]​ Lo mismo ocurre con la mención, en el Banquete[f 5]​ —un diálogo cuya acción ocurre en el 416 a.C., fecha de la victoria de Agatón en un certamen dramático—, de un hecho ocurrido en 385 a.C.: la derrota y posterior dispersión de los mantineos por los espartanos.[f 6][11][12][6]

Cuando en un diálogo aparece una referencia a otro diálogo, estamos ante el dato más seguro para establecer ciertas conjeturas en lo que se refiere a la cronología relativa de la obra. Este tipo de referencias también es escaso y se da en un grupo definido de diálogos. En el Teeteto[f 7]​ y en el comienzo del Sofista[f 8]​ Sócrates menciona su diálogo con Parménides, lo que se considera una referencia a la situación ficticia del diálogo Parménides.[13]​ En el comienzo del Sofista[f 9]​ también hay una referencia explícita a la parte final del Teeteto,[f 10]​ lo que significa que Platón indica una continuidad en la situación dramática de los diálogos. También existe una referencia al Sofista[f 11]​ en el Político.[f 12]​ Esto ha llevado a los especialistas a considerar que estos diálogos forman un grupo cuyo orden de lectura: 1) Parménides, 2) Teeteteo, 3) Sofista, 4) Político, es sugerido por Platón mismo a través de las indicaciones mencionadas.[13][14]​ También es el orden de composición de los diálogos.[15]​ El Teeteto, el Sofista y el Político están relacionados dramáticamente y, junto con el Parménides, temáticamente, puesto que contienen reflexiones críticas respecto de la doctrina expuesta en diálogos anteriores.[16]

Otra referencia claramente establecida es la de Timeo:[f 13]​ Sócrates realiza una recapitulación de lo que han tratado el día anterior, que coincide con los temas centrales de la República. A su vez, en el mismo Timeo[f 14]​ da un programa en el que anticipa el tema del diálogo Critias, que de hecho es una continuación temática y dramática del Timeo.[f 15][6][17]

Desde la antigüedad se ha intentado datar ciertos diálogos a partir de lo que cada estudioso consideró un mayor o menor dominio de la técnica dramática, del estilo y del carácter de cada obra.

A menudo se consideró que el Fedro, por ejemplo, era una obra juvenil por su carácter alegre y su tema "erótico". Hoy la crítica está enteramente de acuerdo en que el diálogo no pertenece al grupo inicial, sobre todo porque contiene doctrinas de madurez del autor.[18]​ Incluso en el siglo XIX encontramos consideraciones semejantes en Wilamowitz (Platon, 1920), que fundaba su conjetura de que el Protágoras era una obra anterior a la muerte de Sócrates, porque le parecía que Platón no habría tratado el personaje de manera tan alegre luego de su ejecución. Hoy la mayor parte de los especialistas consideran que el diálogo fue escrito varios años después, y que Platón no escribió ningún diálogo antes de la muerte de Sócrates.

Entre los reconocidos estudiosos que intentaron basar algunas dataciones en consideraciones de crítica literaria encontramos a Taylor (Plato, The Man and His Work, 1926), que señaló que el Protágoras no podía ser una obra de juventud puesto que era una obra maestra respecto de la elaboración artística. Guthrie contrapone esta opinión a la de Adam, que en su edición del Protágoras (1921) consideró que el fuego dramático de la obra revelaba su carácter juvenil.

Evidentemente este tipo de consideraciones son insuficientes y demasiado subjetivas para basar en ellas conjeturas sobre el orden interno de la obra de Platón. A pesar de ello, se puede notar cierta evolución en el estilo y la forma literaria del autor: en los diálogos que se consideran juveniles el autor preferían el estilo directo, con los argumentos precedidos del nombre de cada personaje que los pronunciaba, aunque también encontramos un par de veces (Lisis, Cármides) el estilo "diegemático" o indirecto, o sea, con un narrador que cuenta el diálogo, y también puede describir la situación dramática. Esta forma es la preferida, en cambio, para los diálogos de madurez, como República, Banquete y Fedón. En los diálogos del considerado período crítico —y luego de la redacción del Parménides que también es de estilo diegemático—, Platón vuelve a preferir el estilo directo, e incluso se puede encontrar una razón en el diálogo introductorio del Teeteto: allí Euclides dice que había escuchado de Sócrates el relato de un diálogo, y lo había registrado, según la declaración del mismo personaje, de tal modo que iba a evitar la enorme repetición de los "dijo él", y "dije yo" y frases de sentido equivalente, puesto que le resultaba muy molesto, escribiendo el diálogo de manera directa.[f 16]​ Esto manifestaría la opinión del mismo Platón, que a partir de allí no vuelve a usar el estilo narrativo indirecto.[4][19]

Se basa en el supuesto de que el pensamiento de un filósofo muestra cambios a lo largo del tiempo. Tiene una seria limitación como parámetro para establecer un orden interno de la obra platónica: este tipo de evoluciones puede ser investigada más fácilmente en autores que escriben tratados, pero en los diálogos platónicos a menudo importa tanto el contenido como la situación dramática y la actitud de los personajes. Además las obras contienen pasajes religiosos, poéticos y míticos de gran importancia. Quizás por ello los resultados han sido divergentes al aplicar este criterio para descubrir el orden de aparición de los diálogos.

No obstante algunas consideraciones hechas sobre la obra platónica pueden tener alguna validez. La crítica a la que Platón somete a la teoría de las ideas en el Parménides supone ya el desarrollo de los lineamientos clásicos de dicha teoría en diálogos como la República o el Fedón. Exactamente lo mismo puede decirse del empleo del método de la división en Sofista[f 17]​ y Político[f 18]​ respecto del desarrollo de lo dicho sobre el método en el Fedón.

También puede ser de utilidad para desarrollar una periodización de los diálogos la presencia de doctrinas de origen pitagórico, que puede ponerse en relación con hechos determinados de la vida de Platón como sus viajes a Magna Grecia y el contacto que estableció con personalidades como Arquitas de Tarento, aproximadamente a los 40 años.[20]

Uno de los criterios que más ha ayudado en la conformación de un consenso general sobre la secuencia de los diálogos es el que utiliza técnicas provenientes de la estilometría: esta parte del supuesto de que un autor varía su estilo y su lenguaje a lo largo de su producción escrita. Algunas de estas variaciones son conscientes, pero las más importantes para la aplicación de la técnica de las pruebas lingüísticas son las variaciones inconscientes.

Quien inauguró la aplicación de la técnica en la obra platónica fue Lewis Campbell, quien acompañó su edición del Sofista y el Político de 1867 con un estudio que partía de una cuidadosa contabilización de usos lingüísticos —tanto en lo que se refiere al vocabulario como a las construcciones gramaticales y otros aspectos— y a partir de allí una comparación de estos datos estadísticos con los de otros diálogos, teniendo como referencia segura que las Leyes es la última de las obras de Platón. Campbell logró descubrir ciertas afinidades en los diálogos que hoy se consideran tardíos. Este tipo de estudios fueron también realizados por W. Dittenberg (Sprachliche Kriterien für die Chronologie der platonischen Dialoge, artículo publicado en Hermes, 1881) y W. Lutoslawski (The Origin and Growt of Plato's Logic with an Account of Plato's Style and of the Chronology of his Writtings, de 1897). C. Ritter también aplicó el método a principios del siglo XX (Neue Untersuchungen über Platon, 1910), a la vez en Platón y en Goethe, del cual se conocía la cronología de su obra de manera independiente, con buenos resultados. Estos estudios, de naturaleza cuantitativa, recibieron un impulso decisivo con el desarrollo de la informática.

Un ejemplo de variación consciente medible cuantitativamente fue el paso del uso del hiato a la evitación de este, lo que Platón tomó de la retórica isocrática. Variaciones inconscientes de estilo y vocabulario son la frecuencia en el uso de ciertas palabras y giros: algunos ejemplos pueden ser la ausencia de ὅντως y χρεών en los primeros diálogos, mientras que en Leyes, que sabemos por un testimonio externo que fue el último diálogo, aparece 50 veces uno, y 57 veces el otro; la frecuencia de uso de καθάπερ: sólo una ocurrencia en los primeros diálogos, mientras que en el hoy considerado grupo de madurez aparece 5 veces, y en Leyes aparece 149 veces; la aparición de giros como εἰς δύναμιν en las últimas obras (71 veces en Leyes) y su total ausencia en las primeras; o el uso del dativo en su forma dialectal jónica en proporciones semejante. Un caso relevante es la ausencia de τί μήν en un grupo de diálogos y su presencia en otros (en Leyes 48 veces), puesto que es muy frecuente en Epicarmo, y por lo tanto puede ponerse en relación con el dato biográfico de los viajes de Platón al sur de Italia —donde había tenido gran difusión la obra del comediógrafo—, para los que tenemos una ubicación cronológica más o menos precisa: la hipótesis de fondo es que Platón habría adquirido el uso de ciertos giros como este luego de dichos viajes.[21]

Según W. K. C. Guthrie, el logro de estos estudios pasa por haber establecido tres períodos, generalmente aceptados por los especialistas. Y a pesar de que hay varios diálogos que son difícilmente datables según el método (Crátilo, Parménides, Teeteto, Timeo), existe un acuerdo que puede ser ilustrado con el ordenamiento expresado por Cornford:[22]

El límite del método de datación mediante estilometría se funda en el hecho de que algunos diálogos, sobre todo los más largos, fueron escritos en un período muy largo de tiempo, y que además existen testimonios de que Platón retocaba constantemente sus obras. A pesar de ello el método vino a poner límites a las divagaciones caóticas sobre cronología que prevalecían antes de su aparición.[23]

Los especialistas han relacionado no sólo los diálogos entre sí, sino también con los datos que poseemos de la vida de Platón. Sobre todo se han tenido en cuenta el efecto de la muerte de Sócrates, los tres viajes a Sicilia y la fundación de la Academia de Atenas.

El primer hito biográfico que los especialistas hacen gravitar en relación a la cronología de la obra platónica, es la muerte de Sócrates (399 a. C.). En la actualidad existe un acuerdo general en considerar que Platón no escribió ninguna obra antes de la muerte de su maestro, y la anécdota que cuenta Diógenes Laercio, según la cual Sócrates habría oído leer a Platón el Lisis,[f 19]​ es considerada pura ficción. Platón nunca hace intervenir personajes vivos en sus diálogos, y no hay razón para que se tomara esa libertad con su maestro. Sin embargo no han faltado célebres especialistas en el siglo XIX como Wilamowitz que sostuvieron que algunos diálogos que mostraban a un Sócrates "demasiado humano" debieron escribirse antes de su muerte.[24][25]

Se suele considerar que la influencia del Sócrates histórico fue decisiva en lo que se refiere a un primer período conformado por los diálogos Ion, Hipias Menor, Protágoras, Cármides, Lisis, Laques, Eutifrón, Critón.[26]​ Platón se habría atenido aquí a retratar de manera más o menos fiel a su maestro, con su personalidad característica, su fina ironía, sus rasgos algo zafios y su modo de dialogar.[27]

Un segundo período suele datarse entre el primer viaje y el segundo viaje de Platón a Sicilia. Entre estos años Platón funda la Academia. A los 39 años, está en la plenitud de su madurez física, espiritual y literaria. Los diálogos de este período acusan influencia de doctrinas pitagóricas provenientes del sur de Italia, y Platón expone en ellos por primera vez la teoría de las ideas, la teoría de la reminiscencia y la teoría de la metempsicosis. También aquí expresa su idea central del Rey filósofo derivada de su experiencia política en la corte de Dionisio II de Siracusa. Los diálogos que conforman este período son: Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Crátilo, Banquete, Fedón, República, Fedro, Parménides, y Teeteto.[28][29]

Entre la segunda y la tercera visita de Platón a Sicilia (tercer período), habría escrito el Sofista y el Político, y después de la tercera visita (cuarto período), Timeo, Critias, Filebo y Leyes. Se caracterizan por una mayor concisión de estilo y la figura de Sócrates va perdiendo importancia, hasta que en Leyes desaparece por completo.[30][31]

Existen otras muchas formas de ordenar la obra platónica, combinando los datos y los distintos criterios presentados anteriormente. La prestigiosa edición de Les Belles Lettres[32]​ ofrece la siguiente cronología:

Calonge Ruiz y García Gual[33]​ proponen el siguiente orden:

Los personajes de los diálogos son generalmente históricos, como Sócrates, Parménides o Gorgias, aunque a veces también aparecen algunos de los que no se tiene ningún registro histórico aparte del testimonio platónico (como Diotima en el El Banquete). Cabe destacar, además, que si bien en muchos diálogos aparecen discípulos de Sócrates, Platón no aparece nunca como personaje. Solamente es nombrado en Apología y en Fedón, pero nunca aparece discutiendo con su maestro ni con ningún otro.




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