La diócesis de Mondoñedo-Ferrol (en latín, Dioecesis Mindoniensis-Ferrolensis) es una sede episcopal de la Iglesia católica en España, sufragánea de la archidiócesis de Santiago de Compostela.
La diócesis de Bretoña o Britonia se fundó en el siglo VII impulsada por monjes bretones, ocupando territorio de la archidiócesis de Lugo, de la que fue sufragánea al principio. En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la Iglesia católica, sufragánea de la archidiócesis de Braga que comprendía la antigua provincia romana de Gallaecia en la diócesis de Hispania. Tras la reconquista, en el siglo IX, la sede fue restablecida y llevada a San Martín de Mondoñedo.
En 1071 pasó a ser sufragánea de la archidiócesis de Braga y el 27 de febrero de 1120 se convierte en sufragánea de la archidiócesis de Santiago de Compostela.
En el siglo XII la sede cambió a Villamayor y a fines del mismo siglo pasó a Ribadeo, para volver, definitivamente de nuevo a Mondoñedo en 1219.
El 19 de marzo de 1959 toma el nombre actual.
La diócesis está situada en la parte más septentrional de la comunidad autónoma de Galicia y comprende veintisiete ayuntamientos de la provincia de Lugo y trece de la provincia de La Coruña.
La sede episcopal se sitúa en la ciudad de Mondoñedo, donde está la Basílica-Catedral de la Asunción. En la ciudad de Ferrol se encuentra la segunda sede episcopal (la Domus Ecclesiae, situada en la calle Miramar) y allí también se encuentra la Concatedral de San Julián.
Su territorio tiene 4425 km² de extensión y se subdivide en cuatrocientas veintidós parroquias entre las provincias de la Coruña y de Lugo, agrupadas en siete arciprestazgos.
De acuerdo al Anuario Pontificio 2020 la diócesis tenía a fines de 2019 un total de 263 524 fieles bautizados.
Por otro lado, durante el curso 2017-18, 5 seminaristas menores se formaron en el Seminario Mayor diocesano. Los seminaristas menores estudian en el Seminario Menor de Mondoñedo.
El 1 de julio de 2021, el papa Francisco nombró a Fernando García Cadiñanos, hasta su momento, vicario general de Burgos.
Para quienes se dedican al estudio de su genealogía e historia familiar, los archivos sacramentales siempre han constituido un valioso recurso documental de gran importancia a la hora de emprender sus investigaciones particulares. De este modo, en el Archivo Histórico Diocesano de Mondoñedo, entidad asociada al Obispado y situada en el entorno de la Catedral mindoniense, entre los libros parroquiales que aquí están depositados figuran los más antiguos de las cuatrocientos veintiséis parroquias que forman parte de la diócesis.
En la siguiente tabla, podemos encontrar un listado con aquellos registros bautismales de las parroquias cuyos datos comenzaron a ser anotados durante el siglo XVI, en el cual se dio comienzo a los que hoy se conservan y que pueden ser consultados in situ por todos los investigadores que acrediten su interés por los mismos. Por supuesto que existen otros tantos miles de libros sacramentales comprendidos entre los siglos XVI-XIX depositados y catalogados desde hace varias décadas allí de todas las parroquias que comprenden la parte noreste de la provincia coruñesa y de toda la mariña lucense. Los que van desde las postrimerías del s. XIX hasta la actualidad, suelen conservarse sino en sus respectivas parroquias, entonces en aquellas casas rectorales donde residen los sacerdotes que las atiendan.
También muchos historiadores, sociólogos y expertos en análisis estadísticos y demográficos tienen en estas fuentes, fundamentalmente inéditas, un auténtico filón documental para acometer trabajos de investigación en todas y cada una de dichas materias.
Los datos aparecen tabulados por estricto orden cronológico de las fechas en que figuran asentados los primeros bautismos, aunque además de tales datos, figuran también los años en que dan comienzo los otros registros sacramentales que la Iglesia, desde el Concilio de Trento, mandó a anotar de manera obligatoria en cada parroquia. Estos son: los matrimoniales y los de defunción, a los que posteriormente se agregaron los de confirmaciones y los libros de fábrica, en los que se solían anotar aquellos asuntos referentes a temas económicos de cada núcleo parroquial.
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