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Diego Polo



¿Dónde nació Diego Polo?

Diego Polo nació en Burgos.


Diego Polo, también llamado Diego Polo el Menor, (Burgos, 1610/20-Madrid, ca. 1655) fue un pintor barroco español fuertemente influido por Tiziano, activo en Madrid entre 1630 y 1641.

Sobrino de un Diego Polo «el Mayor», de quien Antonio Palomino dice que era «buen pintor, y natural de Castilla la Vieja»,[1]​ es muy poco lo que se conoce de su vida. La documentación, sumamente escasa, se reduce al testamento del también pintor Antonio de Lanchares (1630), quien menciona a Polo como su oficial, y el documento de tasación de los bienes de don Rodrigo Herrera, fechado en Madrid en 1641, en el que Polo aparece como tasador de las pinturas en compañía de Antonio de Puga.[2][3]​ Este mismo año se le encuentra, además, entre los pintores contratados para realizar algunas obras con destino a la alcoba del rey en el viejo Alcázar de Madrid. Conforme a lo estipulado en el contrato las obras debían estar concluidas en el mes de mayo, como en efecto hubo de hacer pues cobró por ellas el 5 de junio junto con Pedro Núñez del Valle y Francisco Camilo.

Lázaro Díaz del Valle, que escribía en 1657 y lo decía discípulo de Lanchares, lo daba ya por fallecido en esa fecha, «en lo mejor de su edad». Según Palomino, y sin otra información quizá que la proporcionada por Díaz del Valle, habría muerto en Madrid hacia 1655, a los treinta y seis años, lo que llevaría la fecha de su nacimiento a 1620, un dato que parece incompatible con el hecho de que en 1630 se encontrase ya trabajando como oficial de Lanchares.[4]

Palomino, cuya fuente de información es Lázaro Díaz del Valle (1657), afirma que tras formarse con Lanchares marchó a El Escorial a estudiar por las pinturas de los grandes artífices allí guardadas, donde aprovechó mucho y dejó algunas obras de su mano.[5]​ El padre Francisco de los Santos, en su Descripción breve del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, edición de 1667, citaba en el Colegio como «originales de Polo de muy linda inventiva, dibujo y colorido», un San Jerónimo azotado por los ángeles y una Magdalena penitente, afortunadamente conservados en el mismo monasterio. Trabajados con cierto descuido o desinterés por el dibujo, compatible con la riqueza de las tonalidades, estos cuadros de atribución temprana ponen de manifiesto la influencia de Tiziano sobre Polo. Obras de juventud, en ellos se puede advertir además un gusto por el desnudo y un interés por la coloración de las carnes inusuales en la pintura española del momento.[6]

Siguiendo a Palomino, de regreso a Madrid trabajó para Alonso Portero, escribano de número, a quien pintó un cuadro del Maná en el desierto, que siendo visto por Velázquez mereció sus elogios.[5]​ Asunto infrecuente en la pintura española, parece bien fundada su identificación con el lienzo conservado en el Museo Nacional del Prado procedente de la colección del infante don Sebastián de Borbón, donde ya en el siglo XIX se atribuía a Polo. La calidez del color y la pincelada jugosa remiten de nuevo a Tiziano, junto con evocaciones del propio Velázquez, especialmente de La túnica de José que Polo pudo ver también en El Escorial.

A partir de estos cuadros, que pueden considerarse seguros, se ha ido formando un corpus de obras asignadas a Polo, principalmente por Alfonso E. Pérez Sánchez, de entre las cuales las más notables son otros dos lienzos procedentes también de la colección del infante Sebastián: el Martirio de San Esteban del Museo de Lille, atribuido mucho tiempo al Tiziano anciano tras perderse el recuerdo de su atribución a Polo en la antigua colección del infante, y un San Jerónimo adquirido por el Museo del Prado en 1982. Ambos presentan características comunes, como el tratamiento deshilachado de las carnes, los toques vibrantes de luz y los paisajes venecianos, deudores del último Tiziano, junto con un tratamiento de las telas, minucioso en la dalmática de San Esteban y dispuestas en grandes planos en el San Jerónimo, incompatibles con la pintura del veneciano.[7]

El catálogo de las obras de Diego Polo establecido por Pérez Sánchez se completa con un dudoso David vencedor de Goliat de colección particular, de torpe composición, un San Roque adquirido por el Museo del Prado como anónimo en 1965, que podría relacionarse con otra de las obras que según Palomino pintó para Alonso Portero, la Flagelación que se encuentra en el Museo de Pontevedra, con atribución antigua a Alonso Cano, y dos versiones más de San Jerónimo penitente en Leipzig y Múnich, Alte Pinakothek,[8]​ a las que posteriormente se han añadido el San Juan Bautista de la colección Banco de Santander,[9]​ la Muerte de Abel, lienzo próximo a las primeras obras escurialenses, adquirido en 2005 por el Estado para el Museo de Bellas Artes de Asturias, y un Martirio de San Bartolomé legado en el siglo XVIII a la parroquia de la Asunción de Barásoain por Juan Satrústegui, residente en Madrid.[10]​ Se han perdido, en cambio, las restantes pinturas citadas por Palomino, quien dice hizo muchas obras con las que ganó mucha opinión, entre ellas la pintura de los reyes Ramiro II y Ordoño III para el Salón Dorado o salón de comedias del Alcázar (1639), de los que decía Lázaro Díaz del Valle que «aunque no es lo mejor que hizo compite en el colorido con lo mejor de España porque fue muy imitador de Tiziano», los reyes «admirablemente pintados» de la alcoba del rey en el Alcázar,[11]​ una pintura de la Anunciación, no se sabe si al óleo o al fresco, en la cúpula de la capilla mayor de la desaparecida Iglesia de Santa María de la Almudena y un Bautismo de Cristo que estaba en el cuerpo de la iglesia del Carmen Calzado de Madrid, y es «pintura muy celebrada».[5]



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