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Doña Bárbara



Doña Bárbara es una novela escrita por el venezolano Rómulo Gallegos y publicada por Editorial Araluce, el 15 de febrero de 1929.[1]​ Ha sido reeditada más de cuarenta veces y traducida a otros idiomas. Consta de tres partes y se ambienta en los llanos de Apure en Venezuela, en los predios del río Arauca.

Doña Bárbara es la novela venezolana más popular: desde su aparición, en 1929, se leyó con avidez quizás porque entre líneas Gallegos expresaba su rebeldía al régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez y al atraso que vivía el país. La novela examina el tópico sociológico, de raíz positivista, civilización frente a barbarie en la vida venezolana rural. Entre otros méritos, se destaca la maestría del escritor en cuanto a la creación de personajes, así como también la descripción del paisaje llanero.

Doña Bárbara es la mujer más bella de Venezuela y dueña de la hacienda «El Miedo», cuyo antiguo nombre era «La Barquereña». Es una terrateniente, ruda e insensible por una experiencia traumática que tuvo de adolescente, al ser violada por un grupo de piratas asesinos que también le arrebataron el primer amor de su vida, Asdrúbal. Ella ha acumulado grandes tierras y manadas extensas de ganados usando a los hombres para su provecho personal, así como por medios ilegales, tales como el soborno a los funcionarios locales, entre otros.

Uno de los pocos terratenientes restantes en el área es Santos Luzardo, que ha vuelto después de estudiar derecho para imponer control en la hacienda de su familia. Él sospecha que el capataz de la hacienda llamado Balbino Paiba, había estado trabajando de forma disimulada para Doña Bárbara a fin de poder robar sus ganados. Los otros peones no creen que Santos sea el que le ponga bocado a las fechorías de Doña Bárbara, pero él demuestra con su manejo excelso del caballo, que el equilibrio del poder de la región están a punto de cambiar.

Doña Bárbara tiene una hija adolescente llamada Marisela con Lorenzo Barquero, el terrateniente con el que ella estuvo involucrada y al cual le quitó todas sus pertenencias dejándolo en la calle. La madre no quiere saber de ella y es dejada al completo abandono, aunque Juan Primito, un criado de Doña Bárbara, se ocupa secretamente de ella.

Después de que Santos descubre a Marisela, se ocupa de ella y de su padre llevándoselos a su hacienda para brindarle educación a Marisela y alejar a Barquero del vicio del alcohol. Mientras tanto, Doña Bárbara se siente atraída por Santos, pero cuando ella se entera de que su propia hija es un rival para su afecto, busca por todas las vías para arruinarlos.

Todo esto representa el conflicto entre la civilización y la barbarie. En ella el progreso está personificado en Santos Luzardo y el atraso, impuesto por el determinismo del medio geográfico, en el resto de los personajes, especialmente en Doña Bárbara.[2]​ Las líneas finales de la novela escrita por Gallegos dejan exponer con perfecta maestría la naturaleza y la tierra venezolana y de los seres más íntimos de sus entrañas, los llaneros.

Doña Bárbara representa aquella Venezuela cruel, insensible por la corrupción, traición, despotismo, falta de libertad, latifundismo e injusticia y brujería; pero en el melodrama se muestra que en la realidad existía también una raza buena que ama, sufre y espera para luchar contra la dictadura desenfrenada de aquel entonces, gente representada por Santos Luzardo.

Es una novela realista, hay en ella una observación profunda del mundo, una marcada descripción de una realidad, su intención va más allá de lo literario. Persigue un fin social, un cambio en la sociedad, la obra muestra la clásica y casi compulsiva obsesión de Rómulo Gallegos por incidir en la realidad Venezolana rural, salvaje e insensata del siglo XIX mediante un proyecto civilizador que plantee, en primera instancia, un impulso educativo abrasador, proyectado por una sociedad o un hombre intelectual cuya meta es concientizar al bárbaro, luego de la negativa inicial que la única manera de progreso es el cumplimiento de la ley y que existen mecanismos colectivos de bien común que van más allá de simples personalismos e instintos particulares. Gallegos plantea, pues, una solución al caudillismo.

Se cuenta que una vez que salió la novela, alguien informó al general Juan Vicente Gómez (entonces presidente de Venezuela) que era contraria a su causa. Gómez pidió que se la leyeran. Fue tanto el interés de Gómez por la trama que, en cierta ocasión, en campo abierto, al anochecer, hizo encender los faros de los automóviles para no interrumpir la lectura. Finalizada esta comentó: Ese libro no puede ser contra mí porque es muy bueno. Gómez ofreció después el cargo de Senador por el estado Apure a Gallegos, pero este optó por el destierro.[3]

Una versión radiofónica de Doña Bárbara fue trasmitida por la radio de Cuba en 1942 con las voces de la actriz española María Valero y Ernesto Galindo en el programa La Novela del Aire y posteriormente por la gran actriz cubana Raquel Revuelta y Manolo Coego, dirigidos por Roberto Garriga en la televisión de la empresa CMQ.

En 1966, con la asistencia de Rómulo Gallegos, fue estrenada en el Teatro Municipal de Caracas, la ópera Doña Bárbara, con música de Caroline Lloyd, arreglo musical de Hershy Kay y libreto de Isaac Chocrón,[5][6]​ inspirada en su famosa novela. Un numeroso público llenó el teatro a donde también asistieron distinguidas personalidades de la política y la cultura. Al final de la representación, según personas que se encontraban en el teatro, el ilustre escritor lloró emocionado y aplaudió la versión musical de su obra. En esta ópera la mezzosoprano Morella Muñoz y el barítono Ramón Iriarte interpretaron los personajes principales: Doña Bárbara y Santos Luzardo. El elenco incluía a: Rosita del Castillo, Eduardo Melgar, Darío Ramírez, José Castro, Rafael Briceño y coro. Dos directores estuvieron al frente de la orquesta: Herbert Grossman y Carlos Mendoza.




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