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Drago canario



Dracaena draco, el drago,[2]​ es una especie de planta arbórea típica del clima subtropical de Macaronesia, particularmente de las Islas Canarias, pero cuya mayor población se encuentra en el oeste de Marruecos. El Drago se considera, según una ley del Gobierno de Canarias, el símbolo vegetal de la isla de Tenerife, conjuntamente con el pinzón azul, como símbolo animal.[3]

El ejemplar de drago canario más famoso es el llamado drago milenario de Icod de los Vinos, en Tenerife, aunque actualmente se estima que su edad real oscila entre los 500 y los 600 años. Otro drago considerado de los más antiguo es el drago de Gáldar, plantado en 1718 en el actual patio de las Casas Consistoriales.[4]

Algunos ejemplares de renombre son el situado en el exconvento de Santo Domingo, de La Laguna, el drago de Pino Santo y el drago de las Meleguinas,[5]​ ambos en el municipio de Santa Brígida (Gran Canaria), el de Sietefuentes en Los Realejos (Tenerife), el de Tacoronte (Tenerife) y los dragos gemelos en Breña Alta (La Palma). Precisamente en esta última isla, en Garafía, se encuentra la mayor concentración de dragos del archipiélago.[cita requerida] Los grupos más importantes de dragos en Canarias sin embargo, están en la isla de Tenerife en los macizos de Anaga (en el noreste), Teno (al noroeste) y Adeje (suroeste).[6][7]

Históricamente también era conocido un gran drago en La Orotava (Tenerife), dentro los jardines de la casa Franchy, pero fue abatido en 1867 por un vendaval, conservándose sólo una fotografía de dicho ejemplar.

Por lo que respecta al resto de archipiélagos macaronésicos, cabe señalar el número de ejemplares de esta especie en Cabo Verde, más concretamente en la isla de São Nicolau.

En 1996 se descubre una nueva subespecie en Marruecos, Dracaena draco subsp. ajgal. Aunque fue descubierto para la ciencia por Cuzin y Benabid, las tribus autóctonas del este de Tiznit (Anti-Atlas) ya conocían su presencia en la zona, en peñones poco accesibles.

Recientemente ha sido descubierta una nueva especie de drago, Dracaena tamaranae en el sur de Gran Canaria, que guarda ciertas diferencias con la Dracaena draco. Esta especie, descrita como endémica de Gran Canaria en noviembre de 1999, se halla en los riscos y laderas del suroeste de la isla: ha sido bautizada como Dracaena tamaranae o drago de Gran Canaria. Se caracteriza por tener hojas acanaladas de color glauco. Su aspecto, sin embargo, tiende a ser más robusto, además de que no suele alcanzar grandes alturas, y su crecimiento es menor. Sus inflorescencias recuerdan mucho a las del drago común, aunque de un color anaranjado similar al de sus frutos, y no blanco.[8][9]

Esta planta de lento crecimiento (puede tardar una década en crecer 1 m) se caracteriza por su tallo único, liso en la juventud y que se torna rugoso con la edad. El tallo no presenta anillos de crecimiento, por lo que su edad solamente se puede estimar por el número de hileras de ramas, ya que se va ramificando después de la primera floración, aproximadamente cada 15 años.

La planta de apariencia arbórea, está coronada por una densa copa en forma de paraguas con gruesas hojas coriáceas de color entre verde grisáceo y glauco, de 50 a 60 cm de longitud y unos 3 o 4 cm de anchura. Puede alcanzar más de 18 m de altura.

Las flores, que surgen en racimos terminales, son de color blanco. Los frutos carnosos, de entre 1 a 1,5 cm, son redondos y anaranjados.

Normalmente los podemos encontrar entre los 100 y los 600 metros de altitud, en el llamado bosque termófilo, aunque también se utilizan ejemplares jóvenes para decorar los jardines o paseos municipales de las islas, así como los jardines particulares.

Ramas de un drago en Tenerife.

Inflorescencia.

Flores.

Frutos inmaduros in situ.

Frutos submaduros in situ.

Frutos sueltos, inmaduros y maduros abiertos y simientes.

Para los antiguos aborígenes, este árbol tenía propiedades mágicas. En la Antigua Roma y en la Edad Media también era considerado un árbol mágico. Su savia, que se transforma en roja en contacto con el aire ("sangre de drago"), se comercializaba debido a sus propiedades medicinales y a su uso en tintes y barnices. De su madera se hacían rodelas.

La sangre de drago se ha usado para los mismos supuestos que la del mismo nombre obtenida de la especie Daemonorops draco, siendo en realidad adulteración de esta.

La savia, una vez seca y reducida a polvo, se usó para curar úlceras y hemorragias. También se aplicó para el fortalecimiento de las encías y la limpieza de los dientes.[10]

Dracaena draco fue descrita por Carlos Linneo y publicado en Systema naturæ, ed. 12, p. 246, 1767.[11]



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