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Ducado de Béjar



El ducado de Béjar es un título nobiliario español, creado en 1485 por los Reyes Católicos para Álvaro de Zúñiga y Guzmán, justicia mayor de Castilla, alcalde del Castillo de Burgos, i duque de Arévalo, ii conde de Plasencia y i duque de Plasencia.

Su denominación hace referencia al municipio de Béjar (actual provincia de Salamanca).

Los orígenes de los Zúñiga se remontan al Reino de Navarra, en la parte de la actual Logroño. El primer miembro de la familia que pasó a Castilla fue Diego López de Estúñiga en 1278 durante el reinado de Alfonso X. Los miembros de la familia Estúñiga, durante los siguientes siglos no lograrían una relevancia excesiva hasta la llegada al trono de la dinastía de los Trastámara, gracias a las concesiones que Enrique II hizo a la nobleza para lograr su apoyo. Uno de los grandes beneficiados fue la familia Zúñiga, cuyo apellido por aquel entonces ya había mutado de Estúñiga o Stúñiga a Zúñiga.

En 1396, la familia logró la propiedad de la Villa de Béjar al intercambiarla por Frías. Con la adquisición de dicha villa lograron dominar un importante paso estratégico que usarían en lo sucesivo para ampliar su poder. El apoyo de los señores de Béjar se volvió imprescindible para controlar el norte de la actual Extremadura, una zona cercana a la inestable frontera con Portugal. La importancia de Béjar también era económica, debido a que era un punto de confluencia de las cañadas reales por donde pasaban los rebaños con la lana, una de las principales fuentes de riqueza del reino.

A las ventajas que ofrecía la posesión de la de Béjar se unía la hábil política matrimonial de la familia que le permitió ampliar sus posesiones de forma gradual, especialmente en la Andalucía occidental.

En 1429 la familia Zúñiga pasa a formar parte la Alta nobleza cuando Juan II nombró a Pedro de Zúñiga, Conde de Ledesma, siendo también justicia mayor del reino. Posteriormente los avatares de las luchas políticas entre el monarca y sus primos los infantes de Aragón, obligaron a Pedro de Zúñiga a ceder Ledesma al infante Enrique (su anterior propietario). Para compensarle Juan II le convirtió en 1442 en señor de Plasencia.

Años después Álvaro de Zúñiga y Guzmán, hijo de Pedro de Zúñiga, se benefició de las luchas entre Enrique IV y su medio hermano el Infante Alfonso (a quien había apoyado). Esta actitud continuó en la guerra de sucesión de Enrique IV, entre su hija Juana la Beltraneja y la medio hermana de Enrique IV y hermana del Infante Alfonso, quien ya había muerto, Isabel. Enrique IV le otorgó, en 1469 el condado de Bañares, junto con el ducado de Arévalo, este último fue cambiado, en 1476 por el Ducado de Plasencia, y el ducado de Arévalo revirtió a la Corona. Posteriormente, en 1485, se produjo su nombramiento como primer duque de Béjar por parte de los Reyes Católicos.

Posteriormente el linaje continuó creciendo gracias de nuevo a su política matrimonial. El más importante fue el de la III duquesa de Béjar, Teresa de Zúñiga, con Francisco de Sotomayor, conde de Belalcázar y vizconde de la Puebla de Alcocer. Con la unión de los patrimonios de la familia Zúñiga y Sotomayor la familia se convirtió en una de las mayores terratenientes de las actuales provincias de Salamanca, Cáceres, Badajoz, Toledo y Córdoba. En el contrato matrimonial se decidió que el primer apellido debía ser el de Zúñiga. Se había formado la familia Zúñiga-Sotomayor.

Debido a los matrimonios endogámicos entre la nobleza las familias nobles, los Zúñiga estaban emparentados con los vizcondes de Monterrey, luego condes de Monterrey, con los condes de Miranda del Castañar y con los duques de Peñaranda.

En 1520 Carlos I incluyó a los duques de Béjar entre los 25 Grandes de Primera Creación.

Durante el reinado de los monarcas de la Casa de Austria, los duques de Béjar se dedicarán a labores diplomáticas y al mecenazgo artístico. Aunque tampoco se olvidaron del uso de las armas, como por ejemplo Manuel Diego López de Zúñiga Sotomayor y Mendoza y Sarmiento de Silva, x duque de Béjar, que murió en el sitio de Buda contra los turcos (1686).

A lo largo del tiempo, los duques de Béjar mantuvieron su fidelidad a la Casa de Austria. Tras la muerte sin descendencia de Carlos II, el xi duque de Béjar, a pesar de que en un primer momento apoyó a Felipe V de Borbón, pasó a tomar partido por el bando austracista del archiduque Carlos de Austria. Tras la victoria borbónica, Felipe V le concedió el perdón y en 1732 otorgó la Grandeza de España a su hijo primogénito, Joaquín Diego López de Zúñiga Sotomayor Castro y Portugal, en el título de conde Belalcázar, hasta que este heredase el Ducado de Béjar y dicha grandeza se extinguiese.[1]

En 1777, la muerte sin descendientes de Joaquín Diego López de Zúñiga Sotomayor Castro y Portugal, xii duque de Béjar, hizo que el título pasara a la familia Téllez-Girón.





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