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Economía energética



La economía energética es una subclase de la economía que se centra en sus relaciones con la energía como base de todas las demás relaciones. Es una subclase de la economía ecológica en cuanto asume que la cadena alimentaria en la ecología tiene una analogía directa a la cadena de suministro de energía para las actividades humanas.

Algunas teorías van mucho más lejos asumiendo que estas relaciones son decisivas, tanto como la economía marxista asume que las relaciones de la propiedad son decisivas, en la determinación de las acciones humanas a gran escala.

Buckminster Fuller, en su obra "Cosmic Costing", fue un impulsor inicial de la economía energética. Teóricos modernos de la economía energética son a menudo postuladores de la teoría de la complejidad, como por ejemplo Joseph A. Tainter.

La economía energética fue considerada por algunos una rama de los movimientos de la ecología profunda —compartiendo la opinión de que la humanidad puede sufrir su desaparición cuando las fuentes de energía se agoten. Y consideran que esto no tiene alternativa. En consecuencia, el principio fundamental de la economía energética es la conservación de la energía.

De acuerdo con Brian Czech, "La mayoría de la economía moderna ha definido 'eficiencia' en términos de producto por persona-hora en lugar de producto por unidad de energía invertida. Utilizando la primera definición, el granjero americano es más productivo del mundo. Utilizando la última, es el menos productivo. (No tan solo está subsidiado mediante el uso de combustibles fósiles no renovables, sino que además recibe subsidios financieros de su gobierno, que son pagados por la actividad económica que, a su vez, está basada en combustibles fósiles no renovables.)

"La mano invisible del mercado moderno ha elevado tan extraordinariamente el producto de las actividades de los sectores primario (agricultura, etc.) y secundario (industria, etc.) hasta tal punto, que un pequeño porcentaje de la población implicada en estas actividades puede sostener la mayoría que trabaja en el sector servicios." [1]

Un modo de ver este incremento en la capacidad productiva por persona que sostiene a las otras es como una plusvalía, de la cual la tecnología moderna ha liberado enormes cantidades dejando a la economía de servicios "elevarse a niveles muy superiores a los más desaforados sueños de un aristócrata antiguo". Esta riqueza se reparte de forma totalmente desigual, pero además de esto, sólo es acumulada al precio de una gran pérdida para cualquier otro. Los que tienen este punto de vista están en la convergencia de la economía marxista y de la economía de los verdes.

Sin relación con la tendencia política, los economistas de la energía, se encuentran a menudo implicados en redefinir la economía política según las líneas de la ecología y de la termodinámica y normalmente buscan la reforma monetaria para reflejar las realidades de la ineficiencia energética y del derroche en las actividades industrializadas. La idea de una ecología industrial ha surgido en parte de estos esfuerzos. Ver Capitalismo natural para un marco popular que incorpora estos principios.

Aceptando el marco de la plusvalía, se desafían algunos puntos de vista mantenidos por mucho tiempo por la economía verde acerca de la economía laboral, la cual los verdes heredaron de la economía neoclásica:

"El problema entre las alternativas amistosas con el medio ambiente y las prácticas existentes es que ellas invariablemente reducen el producto/persona/hora, lo que significa que se genera una menor 'plusvalía' para sostener el sector servicios. En gran parte esto obedece sencillamente a que la sostenibilidad medioambiental supone la necesidad de redefinir la 'eficiencia' para dar mayor peso a la sostenibilidad que al producto por persona. Si alguien decide hacer alguna cosa determinada, es muchísimo más fácil que lo haga directamente, que si empieza por hacer otra cosa y espera que alguien venga a ayudarle. Y el meollo de la cuestión es que se necesita mucha más gente para cultivar orgánicamente zanahorias que si se usan pesticidas. Este es el motivo por el cual los alimentos de cultivo orgánico son más caros. Es simplemente porque se sustituye el trabajo humano por recursos destructores del entorno como pesticidas, transportes a larga distancia, fertilizantes químicos, y cosas por el estilo". [1]

Mientras la economía verde puede mantener que la economía ha "crecido incluso si el nuevo trabajo procede de cavar zanahorias en lugar de enseñar a tocar el violín," existe un "efecto multiplicador" a la declinación de la plusvalía: "Cada vez que se añade un nuevo productor a un nivel trófico más bajo, se está también añadiendo un nuevo consumidor al nivel más bajo. (Ahí es donde la analogía con la biología de la vida salvaje se rompe… contrariamente a la obra de Jonathan Swift Modest Proposal, las personas de los niveles tróficos superiores no se comen directamente a las personas que están por debajo de ellas). El frustrado profesor de violín que acaba cultivando zanahorias tiene el mismo que comer zanahorias, lo que significa que habrá una unidad de cuenta de plusvalía menos para sostener la creación de un nuevo puesto de trabajo de enseñanza de violín para alguien. De este modo, en efecto, no tan solo no creará un nuevo puesto de trabajo de enseñanza de violín, si no que se estará llevando el alimento necesario para mantener a ¡otro profesor de violín! Este es el "efecto multiplicador" que encoge la economía". Este encogimiento es inevitable incluso si el número de puestos de trabajo permanece estable:

"El empleo crecerá en los sectores primario y secundario de la economía si la población desarrolla una tecnología de trabajo intensivo más sostenible con el entorno. Habrá ocupaciones para cultivar orgánicamente zanahorias y para construir casas con balas de paja. Pero la economía declinará porque habrá menos riqueza de plusvalía para comprar mercancías o servicios. La población viviría en casas de paja y comería zanahorias cultivadas orgánicamente pero no podrían contratar alguien para que les enseñara a tocar el violín… deberían aprender por sí mismos en su tiempo libre". [1]

En consecuencia la combinación de los puntos de vista de la plusvalía y los centrados en la energía, requiere que también se acepte la declinación de la economía de servicios y un papel para todo el mundo, a un nivel trófico más bajo (como la de la tecnología de bajo nivel de un jardinero, un agricultor, un pescador, al menos durante algún tiempo. No obstante, esto no sería necesariamente mala cosa porque para mucha gente la economía ha producido demasiadas mercancías y servicios y, en consecuencia, pueden aceptar fácilmente un pequeño descenso en su nivel de vida y valorar con cuánto se conforman.

Lo anterior, por supuesto, es lo opuesto a las tendencias actuales hacia la urbanización. Sólo en China se espera que 900 millones de personas se trasladen del campo a las ciudades en la próxima generación. Joseph Tainter ha estudiado cerca de dos docenas de civilizaciones desaparecidas y, en ningún caso, ninguna de ellas fue capaz de evitar su hundimiento debido al constante incremento del peso de la cima de la pirámide del valor que tensionó la capacidad de resistencia del entorno hasta el punto en que ya no pudo mantener a la población – la ecología llama a esto “dieoff” (en inglés, fallecimiento, extinción). La visión humana de la situación en el momento que sucedía sería la de un incremento de caos, conflicto y estado de guerra.

"El hecho de que los sistemas de resolución de los problemas parezcan implicar una gran complejidad, mayores costes, y resultados en disminución tiene implicaciones significativas para la sostenibilidad. En su momento, los sistemas que se desarrollaron en esta forma, tuvieron crisis financieras, fallaron en la resolución de problemas, se hundieron, o pasaron a necesitar grandes subsidios de energía. Este ha sido el patrón histórico de casos tales como el Imperio romano, el Imperio maya, la sociedad chacoán del sudoeste americano, el estado de guerra en la Europa medieval y en la del Renacimiento, y algunos aspectos de soluciones aplicadas a problemas contemporáneos (Tainter 1988, 1992, 1994b, 1995a)".

En su obra Complejidad, solución de problemas y sociedades sostenibles, 1996, Tainter mantiene que "Los sistemas para solventar problemas desarrollan mayor complejidad y costes más altos para largos períodos. En su momento, tales sistema o bien necesitan subsidios energéticos o fracasan. La disminución de rendimientos a la complejidad en la solución de problemas limitó las capacidades de anteriores sociedades para responder de modo sostenible a los desafíos, y agudizará las respuestas contemporáneas a un cambio global. Para enfrentarse a este dilema debemos comprender tanto el papel de la energía en la solución del problema de la sostenibilidad, como nuestra postura histórica en sistemas de complejidad creciente". [2]

"Un camino de frecuente discusión es el de la simplicidad cultural y económica y costes más bajos de energía. Este camino pudiera tener su planteamiento en la 'catástrofe' que muchos temen-un auténtico hundimiento que se produciría en el transcurso de una o dos generaciones, con mucha violencia, hambruna y pérdida de población. La alternativa es el 'trato suave de la tierra' que mucha gente espera para un cambio voluntario a la energía solar, a los combustibles renovables, a las tecnologías de conservación de la energía y a los menores consumos mundiales. Esto... llegará únicamente si graves y prolongados apuros de las naciones industrializadas, lo hace atractivo y se el crecimiento económico y el consumismo pueden ser eliminados del reino de las ideologías".

"La opción más probable es un futuro de inversiones mayores en la resolución del problema, el incremento de la complejidad total, y un mayor uso de la energía. Esta opción es guiada por las comodidades materiales que proporciona, los intereses creados, la falta de alternativas, y por nuestra convicción de que es buena. Si se sigue la misma trayectoria que para la resolución de los problemas que la humanidad ha seguido durante los últimos 12.000 años, éste será el camino que tomaremos probablemente en el futuro próximo". [2] Esta vía actual por defecto conduce a la extinción humana mediante lo que los ecologistas denominan Síndrome de la isla de Pascua.

Un argumento central en economía energética es su relación con la complejidad- En la naturaleza, la vida es negentrópica, significando que no sólo contraria a la entropía que con el tiempo desordena cualquier sistema dado, sino que se despoja con energía caliente que desordena. Su organización interna debe alcanzar siempre mayor eficiencia, mediante la evolución, a fin de sobrevivir en más entornos, con menos comida, y siendo menos atractiva para sus depredadores que no buscan una comida de un hueso duro de roer si no de uno jugoso. La evolución puede considerarse como una búsqueda de formas más eficientes de energía, como solución del problema... "Descubrir tales innovaciones requiere energía, que subraya las tensiones en la relación energía-complejidad". [2]

La pérdida de energía por esta forma de resolver el problema basada en la prueba-y-error, en la naturaleza, es enorme – las especies surgen, se mueven a ciegas, destruyen ecosistemas enteros, se extinguen, y son sustituidos –: millones de años de esto puede conducir a pocas o ninguna mejora en la eficiencia energética de una forma de vida. Además, incluso aunque formas muy eficientes pudieran evolucionar en un entorno específico que a su vez cambia, seleccionando, digamos, aquellas formas que invierten menos en defensa, las haría presas más fáciles de sus depredadores. Tainter hace notar, sin embargo, que todavía no son conocidos los costes energéticos de encontrar y extraer la energía misma.

Esta sección revisa algunas ideas de economía y técnicas que se relacionan directamente a la economía energética.

La facturación de períodos de carga puntas se refiere a la variación del precio de una mercancía o servicio, relacionados con el cambio de la demanda en el tiempo. Puesto que la demanda varía con el tiempo, y un incremento de la cantidad demandada está normalmente asociado con un incremento en el costo (para cualquier coste marginal > 0 ) el precio debe también variar con la demandó para un resultado eficiente.

Para el sector de la energía, una punta en la demanda normalmente conduce a la puesta en línea de plantas de energía adicionales cuando se esté funcionando a plena capacidad durante el período punta. La punta se caracteriza en un gráfico por un punto máximo en la demanda en un momento determinado. Las dos puntas mayores para la energía son normalmente la mañana cuando la gente está utilizando aparatos en el baño, o en la cocina para hacer el desayuno y a la tarde durante la cena.

(en inglés):

Volume XVI. Reading: Addison-Wesley.



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