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Economía neoclásica



Teoría económica neoclásica, economía neoclásica o escuela neoclásica es un concepto utilizado en economía para referirse a un enfoque económico que intenta integrar el análisis marginalista algunas de las percepciones provenientes de la economía clásica.[1][2]

Estas tentativas incluyen: la consideración tanto de la oferta como la demanda en la determinación de los precios, la importancia del dinero en asuntos económicos, los neoclásicos extendieron el análisis económico a otras situaciones consideradas tanto por los clásicos como los marginalistas, es decir, examinaron situaciones de competencia perfecta y competencia imperfecta (monopolio, duopolio). Se podría agregar que los neoclásicos reintroducen el estudio de los grupos o agregados.[3]

El término generalmente se emplea en dos acepciones: para referirse a los desarrollos en el pensamiento económico entre 1870 y 1920 y para referirse críticamente a lo que se considera el pensamiento económico ortodoxo o dominante (mainstream) en la actualidad.[4]​ En las palabras de E. Roy Weintraub: "Todos somos neoclásicos ahora, incluso los keynesianos, porque lo que se enseña a los estudiantes, lo que es la economía principal (mainstream), es economía neoclásica".[5]

El economista neoclásico por excelencia es Alfred Marshall (fundador de la teoría del equilibrio parcial). Otra de las grandes figuras es Léon Walras, fundador de otra de las grandes aproximaciones (fundador de la teoría del equilibrio general). Otros neoclásicos de gran importancia incluyen a los monetaristas Knut Wicksell e Irving Fisher, y los economistas del bienestar Arthur Pigou y Vilfredo Pareto, entre otros.

Como lo anterior sugiere, la escuela neoclásica ejerció gran influencia en los desarrollos posteriores del pensamiento económico durante el siglo XX, por ejemplo, a través de la conocida síntesis clásico-keynesiana o Neokeynesianismo,[6]​ e incluso en el presente, a través de los nuevos clásicos.[7]

La escuela neoclásica se originó a partir de una crítica a los marginalistas[8]​ quienes buscando introducir rigurosidad y una metodología que se asemejara más a las de las ciencias físicas, habían ya criticado los conceptos y métodos utilizados por la economía clásica (o economía política).[9]

La crítica constructiva neoclásica se centró en tentativas de formalizar y extender tanto el concepto de la teoría del valor subjetivo como el de individualismo metodológico. Los neoclásicos reintroducen a la disciplina el estudio de grupos tanto de fenómenos económicos como de individuos, no ya como "clases" sino bajo la forma de agregados estadísticos y/o promedios,, etc. Lo neoclásicos son responsables de las formalizaciones lógicas (Marshall) y matemáticas (Walras, Pareto[10]​) que caracterizan la disciplina en el presente.[8]

El término “neoclásico” mismo se originó en una crítica global de Thorstein Veblen[11]​ (fundador de la escuela institucionalista norteamericana), quien lo utilizó para referirse a quienes el consideraba compartían las percepciones no científicas de la escuela clásica, especialmente la utilización de la teoría del valor, incluyendo la tentativa marginalista de reemplazarla con la teoría del valor subjetivo y la percepción que “más es necesariamente mejor”. Esto incluye a quienes son generalmente considerados marginalistas.[12]

El término se generalizó para referirse a los seguidores de la "economía marshalliana". El proyecto de Marshall —también llamada síntesis marshalliana[13][14]​ puede ser visto como una tentativa de sistematización y formalización de la “economía clásica”,[15]​ lo que lo sitúa en el centro específico de la crítica de Veblen. La visión de Marshall y sus seguidores, llamados inicialmente marginalistas ingleses o marshallianos, es lo suficientemente distinta de otros marginalistas como para constituir una percepción distintiva, a pesar de las raíces comunes en el marginalismo.[16]

Además, otros marginalistas, como Wicksell y Carl Menger, se consideran fundadores de escuelas (escuela sueca y escuela austríaca respectivamente). Walras es generalmente estudiado, junto a Francis Edgeworth, entre los matematizadores de la economía, pero a veces incluido con Pareto como representando la Escuela de Lausanne[17]​ Y sería conducente a error sugerir que solo Marshall y sus seguidores son marginalistas.[18]

Lo anterior ha dado origen a una situación más bien confusa. La mayoría de los especialistas hacen una diferencia entre los marginalistas y los neoclásicos, pero diferentes autoridades incluyen entre los neoclásicos a diferentes autores. Los autores considerados neoclásicos de importancia generalmente incluyen Marshall, Pigou y Walras, aunque no es difícil encontrar obras que incluyen Pareto, Wicksell y Fisher. Así pues, el concepto puede usarse legítimamente tanto para designar a la obra de todos esos autores (y aquellos influidos por ellos) como solo a los influidos directamente por el trabajo de Marshall. En los textos de economía el uso implica comúnmente el sentido más general. Esto, a su vez, ha dado origen a otra confusión: la influencia de Marshall y Walras —especialmente en asuntos metodológicos— se extiende incluso al presente. ¿Son todos los economistas entonces "neoclásicos"?. Y, de no serlo, ¿dónde termina el neoclasicismo?

Notando que el uso del término se da principalmente entre pedagogos, algunos han cuestionado si su uso es adecuado, dado que puede confundir a estudiantes y otros no expertos en el tema.

Sin embargo la posición generalmente aceptada es que, de hecho, hay un grupo de economistas que pueden ser descritos como neoclásicos en la medida que comparten una serie de asunciones generales. De acuerdo a David Colander[19]​ las características del pensamiento neoclásico; en su acepción más restringida, es decir, como extendiéndose desde aproximadamente 1870 a 1930; son:

Sin embargo, como se ha notado, algunos consideran que la escuela se puede encontrar incluso en el presente. Desde ese punto de vista, Christian Arnsperger y Yanis Varufakis[20]​ sugieren que los neoclásicos (y solo los neoclásicos) comparten tres meta-axiomas:

Sin embargo cualquier profundización del área revela diferencias de fondo entre los autores neoclásicos.[23]​ Esta es, obviamente, un área compleja. Simplificando mucho se podría postular a nivel introductorio varios "tipos" de neoclasicismo (mantengase presente que los autores que serán mencionados no contribuyeron exclusivamente en un área):

Se mencionaran dos críticas globales al neoclasicismo. La de Veblen en 1900 y la que Piero Sraffa comenzó a implementar a partir de 1930.[45]​ (para otras, ver marginalismo)

Para Veblen,[46]​ el concepto de equilibrio es normativo, implicando sin prueba que el equilibrio es de beneficio para la sociedad y los individuos. Veblen considera que la economía ortodoxa es teleológica y predarwiniana. Teleológica porque asume que el proceso económico progresa o tiende a una situación estable (el equilibrio a largo plazo) que ni se observa en realidad ni se deriva de algún análisis sino que se asume como un dado con anterioridad a cualquier análisis u observación. Y es predarwinica porque, en la opinión de Veblen, el proceso económico es un proceso darwiniano de evolución, desarrollándose a través del tiempo como respuesta a diferentes y cambiantes circunstancias pero careciendo de propósito o diseño.[47][48]

Las críticas de Sraffa culminaron en su Producción de mercancías por medio de mercancías. En ella se encuentra la génesis de varios de los argumentos desarrollados posteriormente por otros autores.[49]​ Sraffa fue un pensador profundo, cuya crítica forzó a Ludwig Wittgenstein a modificar sus posiciones originales.[50]​ El centro de la crítica de Sraffa es que la teoría neoclásica del valor está basada en una visión contradictoria y lógicamente defectiva. Esta visión dio eventualmente origen al famoso Debate de las dos Cambridge[51]​ y la posición de Sraffa se puede resumir así: una teoría del valor que sea lógicamente consistente tiene que volver a la teoría clásica, considerando que es el caso que lo que interesa en la producción es que, al final del proceso, haya un excedente o plusvalía.

A partir de la crítica de Sraffa las posiciones marshallianas empezaron a decaer, proceso que se aceleró con la crítica de Keynes especialmente a nivel macroeconómico; sin embargo el enfoque marshalliano seguía siendo visto como riguroso, especialmente para explicar el comportamiento microeconómico, lo que a su vez llevó a tentativas por parte de algunos autores, como John Hicks, de conciliar ambas perspectivas, originándose así la llamada síntesis clásico-keynesiana.

En la otra mano, las posiciones de la economía del bienestar no solo mantuvieron sino que —junto a las posiciones de Walras— aumentaron su importancia.[52][53][54]​ Lo mismo se puede decir del monetarismo.[55]

Se puede entonces sugerir que todo lo anterior ha dejado un legado, posiblemente central, a las concepciones económicas a partir de la segunda guerra mundial. Este legado se puede percibir en general tanto en los textos de introducción a la disciplina como los cursos más avanzados, donde se da por sentado que el método económico se basa en la matemática. En las palabras de E. Roy Weintraub: "Todos somos neoclásicos ahora, incluso los keynesianos, porque lo que se enseña a los estudiantes, lo que es la economía principal (mainstream), es economía neoclásica"[5]

Sin embargo, esa influencia no quiere decir que exista una escuela o movimiento con principios formalmente establecidos a los cuales todos adhieren explícitamente. Weintraub (op. cit) sugiere que el neoclasicismo, a partir de 1950, es una metateoría, es decir, un conjunto de reglas implícitas o un acuerdo no especificado acerca de como construir explicaciones o teorías económicas aceptables. (para una explicación formal de que es una metateoría, ver Imre Lakatos: "La metodología de los Programas de investigación científica". Alianza. Madrid. 1993.).

Weintraub posita tres principios de esa metateoría neoclásica:

Los grupos o escuelas que aceptarían tal metateoría serían: 1.º: la síntesis clásico-keynesiana; síntesis neoclásica o "neokeynesianismo". 2ndo: El monetarismo asociado con Escuela de Economía de Chicago, y, 3.º: Los nuevos clásicos.

El marginalismo fue el enfoque dominante hasta la crítica keynesiana basada sobre todo en consideraciones de tipo macroeconómico. Aunque la crítica keynesiana sobre cuestiones macroeconómicas se consideró valiosa, el enfoque marginalista siguió siendo visto como un enfoque riguroso especialmente para explicar el comportamiento microeconómico de ciertos aspectos. Es por eso que algunos autores como John Wick trataron de construir un enfoque más amplio que sintetizara las ideas más valiosas de ambos enfoques, el resultado se conoció como "síntesis neoclásica".

No hay duda que la segunda parte del siglo XX (con la visión originada en Pareto) y la saga de tratados clásicos de Allais, Hicks y Samuelson; predominó una visión neoclásica que segmentó, homogenizó, e inclusive, esterilizó una parte sustancial del aporte de los pioneros.

La introducción de ciertos aspectos keynesianos en la teoría, que condujo a un tipo de política económica intervencionista entre 1950 y 1973 fue criticada ampliamente por un sector de los economistas neoclásicos, como George Stigler, Milton Friedman o Robert Lucas, precisamente en el período de mayor expansión económica conocido en la historia de la humanidad.[56][57]​ La nueva situación que se produjo a partir de 1973 con la Crisis del petróleo de 1973 y la estanflación subsiguiente en Estados Unidos, favorecieron la crítica a las políticas neokeynesianas vigentes en el período anterior.[58]​ Esto ayudó al surgimiento de una corriente de la economía neoclásica conocida como monetarismo que empezó a ser influyente en algunas de las políticas económicas internacionales (macroeconómicas) especialmente a partir de 1980.

Muchas de las críticas anteriores se centran en la supuesta falta de realismo de la racionalidad de la acción humana propuesta por los neoclásicos. John Muth —generalmente considerado fundador de la Teoría de las expectativas racionales— respondió de la siguiente manera:

Con esa asunción de "racionalidad dinámica" Muth alteró la situación anterior. De la misma manera que los neoclásicos utilizaban la racionalidad para conseguir equilibrio estático, es decir, la mantención de los "gastos" en una "tangente" a la línea de restricción presupuestaria y a la curva de indiferencia, Muth utiliza esa misma racionalidad para llegar a un equilibrio dinámico u optimalidad a través del tiempo. Mientras sea el caso que los actores individuales ajusten sus comportamientos de acuerdo a la información que vayan recibiendo o adquiriendo (y no hay razón aparente para pensar que ese no sea el caso), estarán en una línea óptima que permite tomar en cuenta y acomodar cambios tanto en lo que puede gastar como en lo que se desea gastarlo. En otras palabras, y a diferencia de la criticada asunción original, el sistema no demanda racionalidad o conocimiento perfecto del futuro o del sistema mismo por los actores. Ni requiere o demanda previsión a un futuro indeterminado o infinito. Solo demanda flexibilidad en la parte de los integrantes para ajustarse a cambios en las circunstancias y/o información que se tiene o adquiere.

A pesar de que Muth escribió su artículo en 1961, esta propuesta no adquirió mayor relevancia hasta que fue incorporada por Robert Lucas en su trabajo acerca de las fundaciones de la microeconomía. Lucas argumenta que un modelo macroeconómico debe ser construido a partir de la agregación de modelos microeconómicos.[60]

Lo anterior coincidió con una crítica al tipo de política económica intervencionista practicado entre 1950 y 1973 (intervencionismo derivado de la propuesta keynesiana y que llevó al período de mayor expansión económica conocido en la historia de la humanidad.[56][57]​) por parte de economistas "neoclásicos", tales como George Stigler, Milton Friedman y el mencionado Robert Lucas, en un momento que se produjo a partir de 1973 con la Crisis del petróleo de 1973 y la estanflación subsiguiente en Estados Unidos, favorecieron la crítica a las políticas neokeynesianas vigentes en el período anterior.[58]​ Esto ayudó al auge del monetarismo que empezó a ser influyente en algunas de las políticas macroeconómicas internacionales[61]​ (ver Nueva economía clásica).

Esto, a su vez, llevó al desarrollo de la Nueva economía keynesiana[62]​ (no confundir con el neokeynesianismo), representada por personajes tales como Jordi Galí, Paul Krugman, Nouriel Roubini, Joseph Stiglitz, etc.

A pesar de todas las críticas señaladas, la economía neoclásica es la que más se enseña en aulas porque muchos la consideran una buena base para pensar y resolver numerosos problemas económicos fundamentales.[¿quién?]

A) Introducción

B) Obras de y acerca de neoclásicos

C) Aspectos específicos

D) Visiones críticas:



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