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Efecto derrame



Se conoce como efecto derrame, efecto goteo, teoría del derrame o teoría del chorreo[1][2]​ a la teoría económica que propone reducir los impuestos a las empresas y a los ricos de la sociedad como medio para estimular la inversión empresarial a corto plazo y beneficiar a la sociedad en general a largo plazo. En la historia reciente, el término ha sido utilizado por los críticos de las políticas económicas del lado de la oferta, como la "Reaganomía". Mientras que la teoría general del lado de la oferta favorece la reducción de impuestos en general, la teoría del derrame se centra más específicamente en los impuestos del extremo superior del espectro económico.[3][4]​ La evidencia empírica muestra que la propuesta nunca ha logrado alcanzar sus objetivos declarados.[5][6][7][8]

El término "derrame" (trickle-down en el inglés original) se originó como una broma del humorista Will Rogers y hoy en día se utiliza a menudo para criticar las políticas económicas que favorecen a los ricos o privilegiados mientras se enmarcan como buenas para el ciudadano medio. David Stockman, que primero como director de presupuesto del presidente Ronald Reagan defendió los recortes de impuestos de esa administración, luego se mostró más tarde crítico con ellos y dijo al periodista William Greider que la "economía de la oferta" es la idea del derrame:[9][10]

Los oponentes políticos de la administración Reagan no tardaron en aprovechar este lenguaje para tachar a la administración de preocuparse sólo por los ricos. Algunos estudios sugieren una relación entre la economía de derrame y la reducción del crecimiento, y un estudio de 2020 que analizó 50 años de datos concluyó que la economía del derrame no promueve el empleo ni el crecimiento, y que "los responsables políticos no deberían preocuparse de que el aumento de los impuestos a los ricos[...] perjudique sus economías".[5][6][11]

El término fue acuñado por primera vez por el humorista Will Rogers, en la década de los 30.

Uno de los primeros gobiernos en aplicarlo formalmente fue por el gobierno de Ronald Reagan en la década de los 80, acompañado también por la histórica bajada de impuestos.[12]

La teoría del derrame comenzó a difundirse después de la adhesión al Consenso de Washington, y tuvo su mayor apogeo en los años 90.

Si bien tuvo sus raíces en Estados Unidos, su impacto fue significativamente más amplio en América Latina, como México, Chile y Argentina, principalmente a la esperanza de una alternativa capaz de producir desarrollo y crecimiento genuino, tras las constantes y duras crisis financieras que venía arrastrando la región desde hacía más de tres decenios. También tuvo impacto en países europeos como España.[13]

En la década de los 90, uno de los países que gozó de mayor bienestar en dicha región fue Argentina, donde más impactaron muchas teorías económicas liberales en la época, acompaña de países como Chile y Uruguay.

Sin embargo, a principios de los años 2000, Argentina, sumida en una deuda externa que no podía pagar y a los bajos ingresos por la pérdida de competitividad a causa de la Ley de convertibilidad, sufrió una nueva crisis económica y muchos postulados económicos liberales, entre ellos el efecto derrame, perdieron fuerza y credibilidad.[14]​ Esto llevó a un retorno a una economía de mercado social y a medidas proteccionistas, las cuales también se implantaron en varios países de la región como Brasil, Uruguay y Venezuela.

La teoría del derrame ha sido principalmente utilizada como una falacia del hombre de paja para el ataque por parte de grupos de Izquierda política y centroizquierda política contra los postulados económicos liberales, siendo que esta no posee ningún respaldo en la bibliografía económica liberal.[15]

La teoría del derrame o goteo es criticada por economistas keynesianos, socialdemócratas y heterodoxos, que consideran que la existencia de los fallos de mercado hace que sea imposible que el mercado se autorregule de una forma perfecta para que el efecto derrame funcione. Además de que los excedentes bien pueden ser depositados en paraísos fiscales, de modo de que los estratos más pobres de la sociedad nunca podrían contemplar dicho derrame.[16]

En 2013, el Papa Francisco se refirió a las "teorías del derrame" en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium con la siguiente declaración (No. 54):

Algunas personas continúan defendiendo teorías del derrame que asumen que el crecimiento económico, alentado por un mercado libre, inevitablemente tendrá éxito en lograr una mayor justicia e inclusión en el mundo. Esta opinión, que nunca ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza cruda e ingenua en la bondad de quienes ejercen el poder económico y en los trabajos sacralizados del sistema económico prevaleciente.[17]

Un documento de 2015 realizado por investigadores del Fondo Monetario Internacional sostiene que no hay un efecto de derrame medida que los ricos se hacen más ricos:

Si la participación en el ingreso del 20 por ciento superior (los ricos) aumenta, entonces el crecimiento del PIB en realidad disminuye a mediano plazo, lo que sugiere que los beneficios no se derraman. En contraste, un aumento en la participación en el ingreso del 20 por ciento inferior (los pobres) se asocia con un mayor crecimiento del PIB.[18]

Un informe sobre política de 2015 de la economista Pavlina R. Tcherneva describió los fracasos de las ganancias económicas crecientes de los ricos sin una participación proporcional de las clases media y trabajadora, refiriéndose a los problemas de las políticas de "economía de derrame al estilo de Reagan" y al "régimen de derrame impulsado por el sector financiero".[19]




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