El eje de la Exposición de 1929 en Montjuïcplaza de España y el Palacio Nacional, en la montaña de Montjuïc, Barcelona (distrito de Sants-Montjuïc). Realizado como eje principal del recinto de la Exposición Internacional celebrada en 1929, comprende un conjunto de elementos arquitectónicos, como escalinatas, jardines y un mirador, y ornamentales, como fuentes, cascadas y esculturas, situado a lo largo de una sucesión de diversas vías públicas: plaza de España, avenida de la Reina María Cristina, plaza de Carles Buïgas, plaza de Josep Puig i Cadafalch, plaza de las Cascadas, paseo de Jean C. N. Forestier y mirador del Palacio. Obra de los arquitectos Josep Puig i Cadafalch y Guillem Busquets y del ingeniero Carles Buïgas, en la decoración escultórica trabajaron diversos artistas, como Josep Llimona, Frederic Marès y Antoni Parera. El conjunto de escaleras, mirador y esculturas está inscrito como Bien Cultural de Interés Local (BCIL) en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán con el código 08019/3070.
es un conjunto monumental situado entre laLa Exposición Internacional tuvo lugar del 20 de mayo de 1929 al 15 de enero de 1930, celebrada en la montaña de Montjuïc, en un recinto de 118 ha. Tuvo un coste de 130 millones de pesetas. Para este acontecimiento se urbanizó toda la zona de la plaza de España, y se construyeron los pabellones que acogen actualmente la Feria de Barcelona. Además del recinto ferial, la muestra dejó numerosos edificios e instalaciones, algunos de los cuales se han convertido en emblemas de la ciudad, como el Palacio Nacional, la Fuente Mágica, el Teatro Griego, el Pueblo Español y el Estadio Olímpico.
La Exposición supuso un gran desarrollo urbanístico para Barcelona, así como la consolidación del novecentismo, un estilo artístico de corte clasicista que sustituyó al modernismo preponderante en Cataluña durante la transición de siglo; además, supuso la introducción en España de las corrientes de vanguardia internacionales, especialmente el racionalismo, a través del Pabellón de Alemania de Ludwig Mies van der Rohe.
En Barcelona se guardaba un grato recuerdo de la Exposición Universal de 1888, que supuso un gran avance para la ciudad en el terreno económico y urbanístico, así como la remodelación del parque de la Ciudadela. Por eso se proyectó una nueva exposición para dar a conocer los adelantos tecnológicos y proyectar la imagen de la industria catalana en el exterior. La idea comenzó a gestarse en 1905, promovida por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, como una forma de llevar a cabo el nuevo Plan de Enlaces diseñado por Léon Jaussely. En 1915 se presentó un primer anteproyecto, a cargo de Puig i Cadafalch y Guillem Busquets. Prevista inicialmente para 1917, la exposición se retrasó debido a la Primera Guerra Mundial. Aun así, ese año comenzaron los trabajos de urbanización de la montaña de Montjuïc, a cargo del ingeniero Marià Rubió i Bellver, con un proyecto de ajardinamiento de Jean-Claude Nicolas Forestier, que contó con la colaboración de Nicolau Maria Rubió i Tudurí. Se construyó un funicular para acceder hasta lo alto de la montaña, así como un transbordador aéreo para acceder a la misma desde el puerto de Barcelona. Las obras se finalizaron en su mayor parte en 1923, aunque la instauración ese año de la dictadura de Primo de Rivera postergó la celebración del evento, que finalmente se produjo en 1929, coincidiendo con la Exposición Iberoamericana de Sevilla. El director de las obras en su tramo final fue Pere Domènech i Roura, ya que Puig i Cadafalch fue relegado por la dictadura debido a su filiación catalanista. La Exposición fue inaugurada por el rey Alfonso XIII el 19 de mayo de 1929.
El recinto de la Exposición comenzaba en la plaza de España, donde se construyeron cuatro grandes hoteles para los visitantes, pasando por la avenida de América (actual avenida de la Reina María Cristina), donde se ubicaban los grandes edificios de la Exposición, hasta el pie de la montaña, donde se situó la Fuente Mágica, flanqueada por los palacios de Alfonso XIII y Victoria Eugenia; de aquí partía una escalinata que conducía al Palacio Nacional, la obra más monumental de la Exposición. La avenida de la Reina María Cristina se decoró con surtidores de agua y columnas de vidrio iluminadas por luz eléctrica, obra de Carles Buïgas, que causaron una gran sensación. A ambos lados de la avenida se encontraban los edificios principales de la Exposición: el Palacio del Vestido, el Palacio de Comunicaciones y Transportes y el Palacio de la Metalurgia, Electricidad y Fuerza Motriz; dicho conjunto arquitectónico constituye actualmente la Feria de Muestras de Barcelona. Junto a la avenida se encontraba la plaza de la Mecánica (actualmente del Universo), en cuyo centro se situaba la Torre de la Luz, una fuente luminosa (Jardín de Agua-Luz), obra de Buïgas, y la escultura El forjador, de Josep Llimona.
En el emplazamiento de la Fuente Mágica se construyeron en primer lugar cuatro columnas de estilo jónico que simbolizaban la bandera catalana, obra de Puig i Cadafalch, pero el dictador Primo de Rivera las mandó derribar por su vinculación al catalanismo. Con el restablecimiento de la democracia surgieron diversas voces que proponían reconstruir las columnas, proyecto que se llevó a cabo entre 2010 y 2011 por el equipo de arquitectos Rosselló-Sangenís, un poco más arriba de su emplazamiento original.
El eje principal de la Exposición fue decorado con numerosas esculturas, relieves, fuentes y elementos ornamentales, como jarrones y balaustradas, además de las cascadas de agua y los elementos de jardinería. Sin embargo, una buena parte de las esculturas, la mayoría de aire clásico y que representaban guerreros, ninfas o personajes mitológicos, fueron retiradas en los años 1980 debido a su mal estado de conservación.
Los elementos que aún se conservan en su emplazamiento original son:
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