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El Sidrón



La cueva de El Sidrón, situada en el concejo de Piloña, es la cavidad asturiana más grande de conglomerados terciarios; sirve de refugio a cinco especies de quirópteros y cuenta con dos nuevas especies de coleópteros. La cavidad posee, asimismo, un yacimiento prehistórico con algunas pinturas rupestres (varios signos de color rojo) y se ha encontrado material fósil de neandertal.[1]

Está declarado como «Lugar de interés geológico español de relevancia internacional» (Geosite) por el Instituto Geológico y Minero de España, con la denominación «VP001: Cueva de El Sidrón», dentro de la categoría «yacimientos de vertebrados del Plioceno-Pleistoceno español».[2]

La longitud total de este enorme complejo es de aproximadamente 3700 m (12 139,1 pies), que contiene una sala central de 200 m (656,2 pies) de longitud y el yacimiento de fósiles neandertales, llamado Galería de Ossuary, que tiene 28 m (91,9 pies) de longitud y 12 m (39,4 pies) de anchura. [3]

En 1994, se encontraron accidentalmente restos humanos en la cueva. Inicialmente se sospechó que eran de la Guerra Civil Española porque los combatientes republicanos solían esconderse allí; sin embargo, análisis posteriores muestran que los restos pertenecen en realidad a neandertales.[4]

La principal galería de interés en la cueva de Sidrón es la Galería del Osario, donde se encontraron los restos de varios neandertales. La Galería del Osario fue excavada entre 2000 y 2013.[5]​ Los restos neandertales se recuperaron todos en un único estrato, el Estrato III.[4]

El conjunto arqueológico asociado consiste en 53 herramientas de piedra; los huesos no humanos son muy escasos. La única otra especie presente de tamaño similar es el ciervo rojo. También se encontraron restos de algunos pequeños mamíferos y gasterópodos.[6]

Está ubicada en el concejo de Piloña, en Vallobal, cerca del pueblo llamado Borines. En marzo de 1994, Carlos Armando, Juan José y Francisco Javier del Río, espeleólogos gijoneses que exploraban una de las galerías de la cueva encontraron los primeros restos humanos, que resultaron ser de neandertales de unos cuarenta y nueve mil años de antigüedad de media, y recibieron el nombre popular de hombre de Sidrón. Se ha encontrado gran cantidad de material lítico y óseo. Los primeros restos encontrados fueron una mandíbula completa, una hemimandíbula, y una serie de restos que son fragmentos de distintas partes del cuerpo de distintos individuos. También se encontraron abundantes piezas dentales.[1]

Gracias al método de datación carbono-14, que mide la antigüedad del carbono presente en un objeto y a la utilización de dos diferentes laboratorios: el Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medioambiente francés (LSCE, por sus siglas originales) y la Unidad de Acelerador de Radiocarbono de Oxford (ORAU), los investigadores situaron a los neandertales de El Sidrón hace 49 000 años. La nueva datación de carbono-14 fue precedida por un tratamiento muy sofisticado de ultrafiltración para reducir al máximo la contaminación. El resultado reveló que los restos tenían entre 35 200 y 51 800 años de antigüedad. Se realizó una media ponderada de ese dato y los obtenidos en la laboratorio francés y se estimó que los restos tenían alrededor de 49 000 años.[7]

Del análisis de los restos de huesos, los científicos sostienen que esos restos representaban a nueve individuos: a un bebé de unos dos años, a un niño, dos adolescentes y a cinco adultos.

Hasta la fecha, la cueva de El Sidrón, ha aportado unos 1400 fragmentos óseos, entre huesos y dientes, además de industria lítica y restos de animales.

Los investigadores recuperaron más de 2.500 elementos fósiles de homínidos en el yacimiento.[5]​ El número mínimo de individuos de la Cueva del Sidrón es de 13.[5]​ La edad de estos restos de tres hombres, tres adolescentes, cuatro mujeres y tres infantes se ha estimado en unos 49 000 años.[5]

El hecho de que los huesos estén excelentemente conservados, con una erosión muy limitada y sin marcas de dientes de grandes carnívoros, y la inusual deposición de los huesos, mezclados en un amasijo de grava y barro, sugiere que estos neandertales no murieron en este lugar, sino en una localización exterior. [4]​ Una serie de escenarios de cómo estos "miembros de una familia extendida" podrían haber terminado en un espacio del tamaño de una habitación 6 m² (7,2 yd²), apodado el Túnel de los Huesos incluyó la inundación, el colapso de la cueva, y la eliminación por parte de caníbales. Las pruebas de canibalismo incluyen "la presencia de marcas de corte, escamas, picaduras de percusión, cicatrices concoides y escamas adheridas". [8]​ Existe la proyección de que se dejaron caer en la cueva en un solo evento a través de un colapso de las fisuras cercanas por encima del sitio o, por la afluencia de agua de la tormenta.[9][10]

La importancia de esta cueva también radica por haber aportado material fósil del Neandertal de muy buena calidad. De él se ha secuenciado ADN mitocondrial.

En un estudio de 2010 realizado a ADN obtenido de los huesos de esta cueva y otras tres de Europa se ha publicado la hipótesis de la compartición de material genético entre neandertales y humanos euroasiáticos actuales.[11]

Source:[12]



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