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Ciervo rojo



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El ciervo común (Cervus elaphus), también llamado ciervo europeo, ciervo rojo, ciervo colorado o venado, es una especie de cérvido ampliamente distribuida por el hemisferio norte. Se han documentado unas veintisiete subespecies distintas, que se diferencian entre sí por el tamaño, longitud, color del pelo y forma de las cuernas, con un área de distribución que se extiende desde Asia Occidental (en donde la especie tendría su origen) hasta el Magreb,[2]​ la península ibérica y Gran Bretaña.[3]​ Se admite que los ciervos del oriente asiático y los de Norteamérica pertenecen a la especie propia Cervus canadensis.[4]​ Los ciervos llegan a la pubertad al año de nacer. Está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo[5]​ de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

El ciervo común es un ciervo de gran tamaño (sólo superado por el alce y el uapití dentro del conjunto de los cérvidos vivos), con un tamaño ordinario de 160 a 250 cm de longitud y un peso en los machos de hasta 200 kg.[6][7]​ Esta especie presenta dimorfismo sexual, siendo las hembras más pequeñas y menos corpulentas que los machos; nunca presentan cuernas. Los individuos de sexo masculino presentan cuernas que renuevan cada año y, en algunas subespecies, una densa melena de pelo oscuro en cuello y hombros. El color del pelo es normalmente pardo en todo el cuerpo salvo en el vientre y los glúteos, blanquecinos, y puede variar en la intensidad de su tonalidad según los individuos. Las crías de pocos meses presentan una coloración rojiza, con manchas y rayas blancas que les ayudan a esconderse de los depredadores.[8]

La dieta de esta especie es exclusivamente herbívora, con más peso de las hojas sobre las hierbas.[9]

Los ciervos son animales herbívoros que forman grupos en función de su edad y altura. Las hembras viven en manadas de decenas de ejemplares con sus retoños más jóvenes, mientras que los machos se mueven de forma solitaria o en grupos mucho más reducidos, de menos de cinco individuos.[10]​ Solo se acercan a las hembras en la época de celo (entre agosto y septiembre del hemisferio norte, o entre marzo y abril del hemisferio sur, según zona y clima) momento en que comienzan a luchar con los otros machos por el control de un harén.[11]

Para ello, las cuernas se han estado desarrollando durante el verano, adquiriendo mayor tamaño, longitud y número de puntas a medida que avanza la edad del ejemplar. En otoño las cuernas pierden la borra que las recubre (el terciopelo), que los machos se encargan de hacer desprenderse frotándose la cabeza contra los troncos de árboles.[12]​ Durante toda la época de reproducción, los machos no se alimentan y pasan todo el día luchando entre ellos o copulando con las hembras que se hayan ganado, de tal manera que no es raro que muchos mueran de hambre y puro agotamiento si el año ha sido malo y no han acumulado reservas suficientes para el invierno. Esto suele afectar en mayor medida a los individuos jóvenes, que suelen terminar la estación sin reproducirse, derrotados por animales de mayor edad y fuerza. Debido a ello, la esperanza de vida media para los machos de esta especie es de apenas cinco o seis años, llegando a alcanzar los veinte en buenas condiciones.

Tras la época de celo, los machos abandonan normalmente la manada conquistada, aunque algunos se quedan en ella durante una temporada. Para febrero todos los individuos han perdido ya sus cuernos y procederán en los meses siguientes a renovarlos. Las hembras preñadas durante el otoño paren una cría o dos ocho meses después, a comienzos del verano. Los cervatos pueden levantarse y seguir a su madre al poco de nacer, pero ella suele esconderlos entre la vegetación del bosque y acudir regularmente para amamantarlos, cosa que hacen hasta los tres meses. A los dos años las hembras ya son adultas, mientras que los machos alcanzan la madurez a los tres, pero tardarán unos años más en poder vencer la resistencia de los veteranos y aparearse.

El ciervo común es presa de múltiples carnívoros. Los adultos y crías pueden caer víctimas de linces, lobos, osos, tigres y leopardos (en Siberia y Manchuria), y pumas y linces (en América). Los individuos muy jóvenes, además, son cazados también por zorros, gatos salvajes y águilas. Ante estos animales sólo tienen el recurso de la huida y en el caso de los más pequeños el camuflaje, pues los machos rara vez usan sus cuernos para luchar contra ellos por ser poco efectivos contra los carnívoros.

No obstante, estas amenazas no son suficientes para poner en peligro la especie. En zonas donde se han exterminado a gran número de carnívoros, los ciervos pueden llegar a ser una plaga y amenazar la población de ciertas plantas. Por ello su caza es muy común en todo el mundo, aunque tiende a ser regulada para que no resulte excesiva: las subespecies que vivían en los Montes Apalaches, el valle del río Misisipi y el sur de las Montañas Rocosas se extinguieron en el siglo XIX precisamente por el exceso de capturas, y varias subespecies más corren peligro de desaparecer. Entre las subespecies amenazadas están las de Andalucía (C. e. hispanicus), Córcega (C. e. corsicanus), Bactriana (C. e. bactrianus), ciervo del Turquestán Ruso, constituyó la presa predilecta del tigre del Caspio en determinadas regiones, los montes Tian Shan (C. e. songaricus) y Yellowstone (C. e. nelsoni).

En Eurasia se conocen las siguientes subespecies:[8][4]

Existen otras seis subespecies (dos extintas en tiempos recientes) nativas de América del Norte, que reciben el nombre de uapitíes.[3]​ Clasificadas inicialmente como una especie aparte (Cervus canadensis), de mayor tamaño que el ciervo común, dependiendo de la subespecie, color pardo amarillento, con la cabeza, el cuello y las patas de tonalidad pardo oscura. Mancha blanca grande y amarillenta. En la actualidad se consideran subespecies de Cervus elaphus:

Debido a su valor como especies de caza, el ciervo se ha introducido en varios países como Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda. En América del Sur se considera que el ciervo tiene un efecto negativo en la ecología local, compitiendo con especies nativas de los herbívoros y los cambios en la flora.

Esqueleto de un macho

Huella

Cornamenta




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