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El Soplao



El Soplao es una cueva situada en los municipios de Herrerías, Valdáliga (pueblos de Labarces y Roiz) y Rionansa (pueblo de Celis), en la sierra de Arnero, en Cantabria (España) a una altitud de 540 msnm. Es considerada una cavidad única a nivel mundial[cita requerida] por la calidad y cantidad de las formaciones geológicas (espeleotemas) que alberga en sus 20 kilómetros de longitud total, aunque solo 4 están abiertos al público. En ella se encuentran formaciones poco comunes como helíctitas (estatalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y draperies (sábanas o banderas traslúcidas colgando del techo). Las rocas sobre las que se desarrolla el karst que da lugar a la cueva datan del Mesozoico, concretamente del periodo Cretácico, hace 240 millones de años.

La cavidad fue descubierta accidentalmente durante las labores de perforación minera siendo aprovechada posteriormente para la extracción de minerales (en la visita guiada se accede únicamente a dos de las ocho galerías). Los mineros denominaban soplaos a las cavidades kársticas que cortaban en sus trabajos y que creaban fuertes corrientes de aire.[1]​ Durante su explotación, muchas familias de la zona se sustentaban con los ingresos que obtenían de esa actividad minera, compaginada con la ganadera. Tras décadas de abandono, la espeleología, y en concreto el «Speleo Club Cántabro», S.C.C., desde el año 1975,[2]​ descubrió su auténtico valor geológico.

El 1 de julio de 2005 el Gobierno de Cantabria la abrió al público[3]​ después de acondicionar su interior y alrededores para el turismo. Se llega a la entrada de la cueva en un tren minero y el recorrido comienza en una antigua galería de la mina.

El sitio está propuesto como «Lugar de interés geológico español de relevancia internacional» (Global Geosite) por el Instituto Geológico y Minero de España, con la denominación «UR004: Yacimiento de Zn-Pb de La Florida y Cueva del Soplao» , dentro del contexto geológico «Mineralizaciones de Zn-Pb y Fe del Urgoniano de la cuenca vasco-cantábrica».[4][1]

El Soplao es un entramado de grutas muy extenso y desarrollado en varios niveles. Los datos métricos de la cueva son los siguientes:

Los nombres de las galerías fueron puestos en la década de los ochenta durante las primeras expediciones del Speleo Club Cántabro.

Se trata de una sala natural que destaca por la cantidad de gruesas formaciones de estalagmitas blanquecinas y pisolitas emergiendo del suelo que, por su figura, dieron lugar al nombre de la galería. La galería mide 350 metros de longitud y algunas zonas alcanzan los 35 metros de anchura. Su nombre se debe a las grandes estalagmitas blancas que asemejan fantasmas, en las zonas finales de la galería. Tuvo un gran uso a comienzos del siglo XX como lugar de extracción y almacenaje de mineral por los mineros de la mina La Florida.

Es una sala con una laguna subterránea natural y una de las mayores en cuanto a su volumen. Es la primera galería en verse al acceder a El Soplao. El nombre le viene por la impresión de pequeñez causada a uno de los espeleólogos que investigaron las cuevas. Dispone de un sistema de iluminación que resalta el colorido de las formaciones de estalactitas del techo, cubierto de helictitas de calcita.

Pequeña cámara caracterizada las formaciones rocosas en forma de finos hilos que se enroscan por todas partes.

Es de dimensiones moderadas, con anchuras de hasta 10 metros. El nombre se debe a la instalación de un campamento de investigación durante las primeras incursiones. Destacan las coladas, teñidas de rojo y blanco por los minerales de la zona.

Destacan las enormes estalagmitas, muchas veces excéntricas, que se llegan a unir al final con el techo. Pueden apreciarse las huellas de un terremoto que azotó el lugar.

Galería muy alta que debe su nombre a su semejanza con un bosque natural. Las coladas y la unión de estalacticas y estalagmitas se suceden por doquier, creando grandes y variadas columnas. Al igual que en la Galería de la Coliflor se aprecian huellas de un seísmo.

Situada al este. Es una de las más altas, llegando a los 30 metros de altura. Su longitud supera los 160 metros. Destacan los mantos de coladas, las estalagmitas gigantes y los nidos de pisolitas. Su nombre se debe a la cantidad de colores que aparecen en ella, a causa de la variedad de las sales disueltas en el agua.

La cueva se desarrolla en dolomías del Aptiense (Cretácico Inferior), impregnadas por mineralizaciones de plomo-zinc. Se han explorado unos 20 km de pasadizos y corredores, pero el principal es de unos 2 km de longitud. El relleno sedimentario es principalmente siliciclástico, en los que aparecen intercalados cuerpos decimétricos de óxidos negros de manganeso y espeleotemas de carbonato cálcico.[7]

Sigue una lista de los principales minerales encontrados en la explotación minera o en la cueva, por orden alfabético:

En el Soplao se han descrito por primera vez estromatolitos de óxidos de manganeso formados en el interior de una cueva. Son estructuras minerales bandeadas con forma de domo de origen bacteriano. En el análisis por microscopio electrónico de estas estructuras se han observado grandes cantidades de fósiles de bacterias. Parte de su interés está en que pueden ayudar a interpretar algunos estromatolitos del Precámbrico, que se habrían formado en ambientes pobres en oxígeno.[7]

La edad de estos estromatolitos es de aproximadamente un millón de años, establecida por datación radiométrica con isótipos de uranio. Sin embargo los espeleotemas que se encuentran sobre ellos están datados entre 400 000 y 500 000 años.[7]

Dentro del Bien de Interés Cultural, a unos tres kilómetros de la cueva, se encuentra el yacimiento paleontológico de Rábago/El Soplao, conocido por los fósiles de insectos, arácnidos y otros artrópodos atrapados en ámbar a mediados del periodo Cretácico. Fue descubierto en julio de 2008.[9]

Se han descrito nuevas especies en dicho yacimiento:



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