«El baile de los que sobran» es el tercer sencillo promocional del álbum Pateando piedras del grupo chileno Los Prisioneros, considerado por muchos como la canción más importante en la trayectoria de la banda y uno de los más grandes clásicos de la música popular chilena. Fue escrita y compuesta por Jorge González.
La canción se encuentra en dos versiones, la original de Pateando piedras y una nueva versión para el recopilatorio Grandes éxitos.
La canción es considerada uno de los grandes clásicos de la música popular chilena. Trata el tema de la desigualdad social que empieza con la educación para distintos estratos económicos.
«El baile de los que sobran» representa a todos aquellos jóvenes de corta edad y clase social baja que, egresados de sus respectivos colegios, descubren que sus posibilidades laborales o de una educación superior (universidades) son completamente limitadas. La razón principal va vinculada a que los colegios de escasos recursos tienen una serie de falencias, tanto estructurales como operacionales, que les impiden otorgar una educación de calidad acorde con los desafíos del país, en comparación con las instituciones privadas.«El baile...» busca lograr una identificación con todos aquellos que egresaron del colegio y se encuentran desempleados o frustrados frente a las pocas expectativas («Es otra noche más de caminar, es otro fin de mes sin novedad»), y que lo único que puede hacer es «patear piedras», es decir, no hacer nada.
Los estudiantes del Liceo Andrés Bello, liceo donde se inspiró la canción, aún forman parte del contexto histórico en el que fue escrita la canción; el tema hace referencia a los estudiantes de 4.° medio que no tiene ninguna opción de futuro en su vida, por eso aquella frase «...este año se les acabaron, los juegos, los doce juegos...», haciendo referencia a los doce años de enseñanza escolar. El término «pateando piedras» surgió porque en aquellos años a los alumnos del liceo se les mandaba al patio trasero, donde eran castigados por su comportamiento. Debido a eso, relacionaron esa acción con la de frustración por no lograr nada al salir de 4º. medio.
Fue la última canción que cantó Jorge González en su último concierto en la Cumbre del Rock Chileno en 2017.
Según Jorge González, en una entrevista publicada en 2001 en el sitio web oficial de la banda:[cita requerida]
Jorge González también reveló que los ladridos que se escuchan al principio de la canción fueron sampleados del perro mascota de su madre, que se llamaba Néstor.
Originalmente la canción era un tema synthpop con teclados, consolas y batería electrónica, al estilo de «Muevan las industrias» del mismo álbum. La guitarra acústica tocada por Claudio Narea, que pertenecía al hermano mayor de Tapia, se agregó a último minuto antes de grabar para «darle un bonito toque a la canción», al igual que los ladridos de perro.[cita requerida]
Existen dos versiones de este vídeo. La primera, en blanco y negro, fue realizada en 1986 por Daniel de la Vega. Contiene imágenes de archivo de la banda durante sus giras, intercaladas con imágenes del videojuego Star Wars de 1983 para arcade y escenas que ilustran el ambiente que se vivía en el Chile de la dictadura (carabineros inspeccionando a los asistentes). En el vídeo aparece también una pareja bailando en la calle; la mujer es Cecilia Aguayo, futura tecladista de Los Prisioneros.
La segunda versión, filmada en 1991, comienza con Jorge González tocando la guitarra en un cuarto, y el resto del vídeo son imágenes de presentaciones de la banda en vivo.
Dentro de la cultura popular y principalmente en el ámbito político, la expresión «pateando piedras» que acuñó esta canción sale a colación cada vez que se analiza en Chile el tema de las desigualdades educacionales.
«El baile de los que sobran», y otras canciones de Los Prisioneros, se convirtieron en un símbolo de lucha contra la represión de la dictadura militar y su mensaje reivindicativo atravesó edades y segmentos sociales. A medida que se acercaba el plebiscito de 1988, su música comenzó a verse afectada por la censura, endurecida luego de que el grupo declarara públicamente su adhesión a la opción «No».
La canción también se convirtió en uno de los himnos de las protestas realizadas en Chile durante 2019, siendo entonada en marchas y utilizada en pancartas y grafitis. Sobre el uso de la canción, Jorge González dijo que «es muy triste que todavía se tenga que seguir cantando. Esa canción fue creada bajo las mismas condiciones en las que se cantó: en toque de queda y con balazos».
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