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El mono relojero (cuento)



El mono relojero es un cuento del estilo fábula del escritor uruguayo, radicado en Argentina, Constancio C. Vigil que narra las aventuras y peripecias de un mono en su afán de enriquecerse vendiendo relojes en desuso.[1][2][3]

En 1938 el cuento fue llevado al cine bajo el formato película de animación. El mono relojero constituye la primera película de animación argentina con sonido óptico. Fue dirigida por Quirino Cristiani con guion de Constancio C. Vigil y la participación del actor Pepe Iglesias en las voces y sonidos.

El protagonista es un mono del estilo mono capuchino en la mayoría de las versiones o un macaco en otras, que viste habitualmente un jardinero con tiradores azul, remera amarilla y fez.[4]

Debido a que el dueño del mono, el señor Zacarías, es un relojero que atiende la llamada "Relojería del Mono", mientras que el animal se encuentra allí como mascota, entreteniéndose con relojes en desuso a los que examina y manipula como si en verdad los estuviese arreglando, los niños del pueblo piensan que es el mono el verdadero relojero que se encarga de repararlos.

Cansado de estar encadenado en la relojería y habiendo notado que su amo había cerrado la puerta de la jaula en falso, ya que esta estaba trabada con la cáscara de una banana, el mono escapa por la noche mientras grita "-¡Libre! ¡Libre!", llevándose una escopeta con la que pretende imponerse sobre el resto de los animales, sin saber que era de juguete.

Tras averiguar la inutilidad de su arma luego de escapar de las fauces de un enorme felino, se decide a convertirse en vendedor de relojes y enriquecerse de ello.

Luego de hurtar de la relojería de Zacarías una serie de relojes en compostura, comienza un largo viaje de aventuras y peripecias donde trata de venderles su mercancía a todos los animales con los que se encuentra, recibiendo como respuestas todo tipo de argumentos que van desde la ignorancia de sus interlocutores hasta el ridículo y la falta de respeto.

Tras haber sido rechazado y apedreado por sus semejantes, los monos, que lo consideran como alguien arrogante, decide recluirse en una escuela rural argentina donde escucha atentamente las clases del maestro del establecimiento.

En cierta ocasión en que trataba de conseguir alimento a través de un alambrado, el mono es capturado y finalmente es puesto a trabajar por su nuevo dueño como bailarín al son de un organito.

Don Zacarías ve una de sus actuaciones durante una gira por su pueblo y se mofa de su suerte por haberse mostrado desconforme cuando estaba en la relojería y se quejaba aún teniéndolo todo.[5][6][7][8]

En sus distintas ediciones el cuento ha sido ilustrado por los artistas Federico Ribas, Raúl Stevano, Oscar Fernandez y Daniel Branca entre otros.[9][10][11][12][13][14]

El organillero es el ejecutante o manejador del organillo, instrumento reproductor de melodías, las cuales son grabadas en cintas o cilindros de papel o metal por medio de perforaciones, difundido inicialmente por el norte de Europa es actualmente un componente nostálgico de la cultura y sociedad del siglo XIX en varios países, como Alemania, Francia, Suiza, Argentina, Chile y México.[15]

Constancio C. Vigil los introduce en algunos de sus cuentos donde tanto el personaje de la cotorra Misia Pepa como el del Mono Relojero terminan en algún momento de sus vidas, trabajando para un organillero.

En la década de 1970, el Mono relojero ha sido un personaje que protagonizó varias historietas dentro de la revista Billiken, revista fundada por el mismo autor Constancio C. Vigil. Allí apareció en algunas ocasiones acompañado por otros personajes de Vigil como Misia Pepa y la Hormiguita Viajera.[16]

En la revista Billiken, los argumentos de las aventuras del Mono Relojero estuvieron a cargo de Enrique Pinti, mientras que los dibujos los realizaron Oscar Fernández y Daniel Branca.[17][14]

Además de la mencionada película, también se editaron con la temática del Mono Relojero, varios discos de vinilo simples y álbumes como Oye niño, El circo de Billiken y Haciendo monadas, entre otros.[18][19][20][21][22]

El grupo musical argentino Kapanga compuso un tema titulado «El mono relojero» para su álbum A 15 cm de la realidad en 1998.[23][24]



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