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El murciélago



El murciélago (título original en alemán, Die Fledermaus) es una opereta cómica en tres actos con música de Johann Strauss (hijo) y libreto en alemán de Carl Haffner y Richard Genée. Se estrenó el 5 de abril de 1874 en el Theater an der Wien en Viena, Austria.

El murciélago se basa en una comedia alemana de Julius Roderich Benedix llamada Das Gefängnis (La prisión), que a su vez se basa en un vodevil, Le Réveillon, de Henri Meilhac y Ludovic Halévy. Fue traducida al alemán por Carl Haffner como una obra de teatro producida en Viena, Le Réveillon (Un banquete de medianoche) pero, en el contexto del conflicto franco-prusiano y sus secuelas, causó problemas por sus características francesas, que fueron resueltas al adaptarse como un libreto para Johann Strauss, quien trasladó Le Réveillon a una fiesta vienesa.

La opereta se estrenó el 5 de abril de 1874 en el Theater an der Wien en Viena y ha formado parte del repertorio regular de opereta desde entonces. En las estadísticas de Operabase aparece con el n.º 16 de las cien óperas más representadas en el período 2005-2010, siendo la 5.ª en alemán y la primera de Johann Strauss. Se representó en Nueva York con Bial en el Stadt Theatre el 21 de noviembre de 1874, y luego en inglés en Londres en el Alhambra Theatre el 18 de diciembre de 1876, con la partitura muy adaptada por Hamilton Clarke.[2]​ Su primera representación en Londres en el alemán original fue en 1895.[2]​ Según el archivista de la Royal Opera House, Covent Garden, "Veinte años después de su producción como una ópera lírica en Viena, Mahler alcanzó el estatus artístico de la obra de Strauss produciéndola en la Ópera de Hamburgo … todos los principales teatros de ópera de Europa, especialmente Viena y Múnich, han iluminado su repertorio habitual al incluirla para interpretaciones ocasionales."[2]

El papel de Eisenstein fue originalmente escrito para un tenor, pero actualmente es cantado con frecuencia por un barítono.

Casa de Eisenstein

Se escucha una serenata en la casa de Eisenstein (Täubchen, das entflattert ist... - Palomita, que te has escapado...) cantada por Alfredo, un exnovio de Rosalinda. Aparece Adela, sirvienta de Eisenstein y su esposa Rosalinda, quien ha recibido una supuesta carta de su hermana Ida (que en realidad fue escrita por el Doctor Falke) en la cual la invita a una fiesta en la Villa del Príncipe Alexander Orlofsky, pero le pide que aparezca elegantemente vestida. Adela piensa en cómo salir esa noche; en ese momento aparece Rosalinda, intrigada por la voz de Alfredo. Adela le cuenta que su tía está muy enferma y que necesita ir a visitarla, pero Rosalinda es tajante: no puede prescindir de ella, ya que su marido debe comenzar su arresto por cinco días esa misma noche. Adela se lamenta de que la naturaleza la haya destinado a ser una simple sirvienta (Ach, warum schuf die Natur mich zur Kammerjungfer nur? - Ah, ¿por qué la naturaleza haría de mí una simple doncella?) y sale sollozando.

Mientras Rosalinda reflexiona sobre el hecho de que Alfredo haya vuelto, aparece este en la puerta. Rosalinda le pide que se vaya, ya que su marido puede aparecer en cualquier momento. Alfredo acepta, pero solo con la condición de que jure que él podrá volver. Rosalinda acepta y Alfredo se marcha.

Rosalinda se pregunta qué hacer. En ese instante entran Gabriel y el Dr. Blind discutiendo (Nein, mit solchen Advokaten ist verkauft man und verraten, da verliert man die Geduld! - ¡No, con estos abogados se ve uno vendido y traicionado, y uno pierde la paciencia!). Ambos se insultan y Rosalinda le pide a Blind que se marche porque pueden armar un escándalo. Rosalinda trata de consolar a Gabriel, y mientras lo hace se entera de que Blind ha conseguido que a Eisenstein le suban la condena de cinco a ocho días.

Eisenstein pide a Adela que ordene la más suculenta cena al "León Dorado" y que saque sus más viejas vestimentas para presentarse en la cárcel. Entra Falke, su amigo, quien le hace algunas bromas por lo que le ha sucedido. Rosalinda sale. Ya solos, Falke le revela a Gabriel que lo viene a invitar a un banquete en la villa Orlofsky, donde habrá bellas mujeres (Kommt mit mir zum Souper, es ist ganz in der Näh'! - ¡Ven conmigo al banquete, es muy cerca de aquí!). Gabriel duda en ir, pero Falke lo convence diciéndole que le hará bien a su salud y que podrá iniciar su arresto el día siguiente por la mañana. Además nadie lo reconocerá, pues lo presentará como un extranjero, el Marqués Renard. Al fin tentado, Gabriel y Falke bailan animadamente, imaginando lo bien que lo pasarán (Ein Souper uns heute winkt, wie noch gar keins dagewesen, hübsche Mädchen, auserlesen! zwanglos dort man lacht und singt! - ¡Hoy nos espera un banquete como jamás nadie disfrutó, con bellas y escogidas jovencitas! ¡Libres allí para reír y cantar!).

Rosalinda regresa con las viejas ropas de Eisenstein, pero Falke le reprocha que en la cárcel es muy posible que se encuentre con gente de alto nivel y que el mismo director de la prisión lo va a recibir. Falke se despide y Gabriel sube a cambiarse de ropa. Entra Adela con la cena enviada por el León Dorado. Rosalinda está expectante ante el regreso de Alfredo: lo recibirá, pero solo para hacer que se vaya. Sin embargo debe hacer que Adela desaparezca, por lo que le da permiso para salir.

Gabriel reaparece elegantemente vestido, y se dispone a despedirse de Rosalinda. Ésta lo retiene, lamentándose, ya que no podrá soportar su ausencia y lo recordará a cada instante (So muß allein ich bleiben acht Tage ohne dich! - ¡Entonces debo quedarme sola ocho días sin ti!), pero les queda un dulce consuelo: se volverán a ver. Eisenstein sale bailando, seguido por Adela.

Vuelve a aparecer Alfredo, quien viendo que Eisenstein se ha ido, toma su lugar y se viste con su bata. Rosalinda le suplica que se marche, pero Alfredo la invita a beber y a cantar (Trinke, Liebchen, trinke schnell, trinken macht die Augen hell! - ¡Bebe cariño, bebe aprisa, la bebida hace a los ojos brillar!).

Mientras Rosalinda cae bajo los efectos del vino y del canto de Alfredo, escucha voces en la puerta. Es Frank, el director de la prisión, quien le pide a Rosalinda que no se alarme, pues solo viene a llevar personalmente a su esposo hasta su retiro. Alfredo continúa cantando y Rosalinda le ruega que guarde silencio pues no están solos. Alfredo invita a Frank a brindar y tras esto, Frank le solicita que lo acompañe. Alfredo se niega porque él no es el señor de Eisenstein. Frank cree que le toman el pelo y Rosalinda le dice a Alfredo que tendrá que hacerse pasar por su esposo.

Rosalinda le hace notar a Frank que con su duda la ofende: en vestimentas tan íntimas y a tan altas horas de la noche, solo con su esposo podría estar. (Mein Herr, was dächten Sie von mir saß ich mit einem Fremden hier? - Señor mío, ¿qué pensaríais de mí, si yo estuviese con un extraño aquí?). Frank se disculpa y les pide que se den el beso de despedida. Si debe reemplazar a un marido, también puede besar en su lugar. Frank apura a Alfredo, ya que está invitado a una fiesta, y lo invita a ser su huésped en la cárcel (Mein schönes, großes Vogelhaus, es ist ganz nahe hier. Viel' Vögel flattern ein und aus, un finden frei Quartier... - Mi bella y amplia jaula está cerca de aquí. Muchas aves van y vienen, y encuentran alojamiento gratuito). Alfredo desea despedirse de nuevo de Rosalinda, pero Frank los separa y se lo lleva. No obstante, Alfredo escapa varias veces de manos de Frank hasta que cae el telón.

La Villa Orlofsky

Los invitados al banquete del príncipe Orlofsky esperan la llegada del anfitrión, comentando lo maravilloso que es el estar allí ante tanto esplendor (Ein Souper heut' uns winkt, wie noch keins gar dagewesen! - ¡Hoy nos aguarda una cena, como nunca se ha visto!). Entretanto llega Adela elegantemente vestida con uno de los trajes de noche que le ha "pedido secretamente prestado" a Rosalinda, y se apresura en saludar a su hermana Ida. Ésta se sorprende de ver a Adela en aquel lugar y le pregunta quién la ha invitado. Adela le dice que ella misma fue; Ida le asegura que alguien le hizo alguna broma, pero ya que está allí, la presentará como una nueva artista, la señorita Olga.

Luego aparece el Príncipe Orlofsky acompañado por Falke. Orlofsky se lamenta de que ya nada lo divierte, todo lo aburre. Falke le promete que lo hará reír de buena gana con una pequeña comedia que ha preparado y que titula "La Venganza del Murciélago". Falke le señala a Adela, uno de los personajes de la pieza. Ida la presenta al príncipe, quien adora a las artistas y les da su cartera para que vayan a jugar su dinero.

Llega Eisenstein, quien está expectante por ver a las bellas jovencitas y con poco interés saluda al príncipe. A Falke se le ocurre hacer venir a Rosalinda, por lo que escribe una nota y se la da a un sirviente. Orlofsky invita a Eisenstein a beber y le informa de sus especiales características nacionales (Ich lade gern mir Gäste ein, man lebt bei mir recht fein... - Yo agasajo gustoso a mis invitados, conmigo se goza de la vida...). Orlofsky le asevera a Eisenstein que Falke le ha prometido reírse de él, por lo que Gabriel queda muy sorprendido.

Vuelven a entrar Adela e Ida, pues han perdido todo el contenido de la cartera de Orlofsky. Eisenstein reconoce a Adela y viceversa. Falke los presenta y Eisenstein le pregunta si siempre ha sido la señorita Olga, pues tiene un parecido con su sirvienta. Adela se ofende y Orlofsky llama a los invitados para que vean la confusión que ha armado Eisenstein. Los invitados hacen notar lo grosero que fue "el Marqués" al confundirla con su sirvienta y Adela le pide más perspicacia al contemplarla, ya que su figura ni sus ademanes jamás los encontraría en una criada. Su equivocación solo da cuenta de que no puede sacar a su sirvienta de su mente y la ve en todas partes (Mein Herr Marquis, ein Mann wie Sie sollt' besser das verstehen! - Querido señor marqués, ¡un hombre como vos debería tener más perspicacia!). Eisenstein se disculpa y Adela lo perdona solo con la condición de no volverla a confundir con su sirvienta.

Ahora llega Frank, pero presentado como el "Caballero Chargrin", otro de los personajes de la comedia de Falke. Este lo presenta con Eisenstein y comienzan a hablar en francés hasta que Eisenstein le pide a Falke que haga que cese de hablar. Falke les pide que hablen en alemán, pues así conversarán con más soltura. Las mujeres desean cenar, pero Falke les solicita paciencia, pues ha invitado a una condesa húngara (Rosalinda) que vendrá enmascarada. En la villa Orlofsky eso se respeta. Los invitados optan por dar un paseo por el jardín.

Eisenstein aún continúa mirando a Adela y saca un reloj de repetición que muestra a Adela, quien queda maravillada. En eso llega Rosalinda, vestida con un traje de noche y una máscara negra. Falke se apresura en recibirla y le muestra a su marido con Adela, lo que irrita a Rosalinda. Eisenstein ve a Rosalinda y queda encantado. Se separa de Frank y Falke, y se dirgige hacia la Condesa, sacando su reloj. Rosalinda le sigue el juego y aparenta quedar maravillada; si consigue quitarle el reloj, esa sería la prueba del delito.

Eisenstein le pide que se quite la máscara, pero Rosalinda le dice que solo lo hará al día siguiente. Eisenstein trata de engatusarla, Rosalinda se resiste (Dieser Anstand so manierlich, diese Taille fein und zierlich.../ Statt zu schmachten im Arreste, amüsiert er sich auf's Beste... - Esa apostura tan distinguida, ese talle fino y elegante.../ En lugar de consumirse en la cárcel, se divierte todo lo que puede...) . Eisenstein hace sonar el reloj y el corazón de Rosalinda late con más fuerza. Ella le pregunta a Eisenstein si sus latidos irán acordes con el tic-tac de su reloj. Eisenstein le sugiere contarlos; él contará los tic-tac y Rosalinda sus latidos, hasta que ésta pide cambio. Eisenstein le da el reloj y cuentan. Gabriel intenta recuperar su reloj, pero Rosalinda no se lo permite.

Aparecen nuevamente los invitados, y las mujeres apuestan a que la condesa en verdad no es húngara, lo que Rosalinda desmiente cantando una czarda (Klänge der Heimat, ihr weckt mir das Sehnen... - Sones de mi país, en mí despertáis la nostalgia...). Los invitados piden a Falke que les cuente la historia de "El Murciélago". Eisenstein escucha y él mismo termina narrando la historia: tres años antes, ambos asistieron a un baile de máscaras, Eisenstein vestido de mariposa y Falke de murciélago. Gabriel hizo que Falke bebiera más de la cuenta y lo dejó bajo un árbol durmiendo. Falke debió regresar a la ciudad en pleno día vestido de Murciélago, siendo escoltado por una muchedumbre de pilluelos. Desde ese día Falke era conocido como el "Doctor Murciélago".

Orlofsky pide a los invitados ir a la mesa y ofrece un brindis por el Champagne, rey de todos los vinos (Im Feuerstrom der Reben... - En la hoguera de la vid...). Viendo que todos están en pareja y que "muchos corazones se abrasan de amor", ofrece que todos sean una gran cofradía de hermanos y hermanas (Brüderlein, Brüderlein und Schwesterlein... - Hermanitos, hermanitos y hermanitas...).

Luego de esto aparecen un ballet español, uno ruso, una polca bohemia y otro ballet húngaro. Tras el ballet todos bailan un vals, mientras Eisenstein y Falke se tambalean. Frank le dice a Eisenstein que su reloj anda mal, que vea cómo anda el suyo. Eisenstein recuerda que Rosalinda se lo quitó, y se lo pide, pero ésta se niega a entregárselo. Gabriel le pide que por lo menos se quite la máscara; Rosalinda alega tener un grano en la nariz, pero Eisenstein no le teme y sale persiguiéndola en medio de los danzantes, perdiéndose de vista. Suenan seis campanadas. Eisenstein y Frank exigen sus abrigos y sombreros: Frank debe volver a casa (la cárcel) y Eisenstein debe comenzar su arresto. Eisenstein y Frank, aún tambaleándose, salen cogidos del brazo y rodeados por los danzantes mientras cae el telón.

Despacho de Frank, en la cárcel

Amanece en la cárcel. Frosch, el carcelero hace su entrada con un gran manojo de llaves en el cinto, una linterna y bastante borracho. Alfredo canta desde su celda el "Täubchen, holdes Täubchen mein...". Frosch lo hace callar, pues está prohibido en el reglamento interno, según él.

Mientras Frosch sale, por la izquierda entra Frank tratando inútilmente de mantener el equilibrio. Mientras se quita el abrigo se mece bajo los compases del vals y cree estar en la fiesta. Luego se sienta, prepara un poco de té y se dispone a leer el periódico, pero se queda dormido.

Vuelve a entrar Frosch, quien al ver que el director está muy concentrado en su lectura, le grita que viene a darle su informe. Frank despierta sobresaltado y le dice que se acerque más. Frosch no puede ya que se tamabalea sin cesar y Frank está muy mareado. Finalmente Frosch le comunica que el señor von Eisenstein ha pedido un abogado y que ha llamado a un tal Dr. Blind.

Llaman a la puerta. Frosch mira por la ventana y ve a dos damas, que dicen ser Olga e Ida y que desean hablar con el caballero Chargrin. Frank queda sorprendido y le dice a Frosch que las deje pasar y que se retire. Adela viene a que Frank la ayude a prepararse para ingresar en el teatro, pues no es artista, sino criada en casa de los Eisenstein. Frank se indigna pues en la fiesta le ha besado la mano, pero Adela le recuerda que en la boca también. Frank le pregunta si al menos tiene talento, lo que Adela le demuestra actuando como una ingenua aldeana, una reina y una dama parisina (Spiel ich die Unschuld vom Lande, natürlich im kurzen Gewande... - Haciendo el papel de ingenua aldeana, con faldita corta naturalmente...). Frank queda maravillado ante tanta desenvoltura por parte de una sirvienta.

Llaman nuevamente a la puerta. Por la ventana, Frank ve a Eisenstein y pide a Frosch que lleve a ambas mujeres a la celda 13, para que el "Marqués" no las vea. Eisenstein entra y se sorprende de ver a Frank allí; piensa que lo han encerrado por algún disturbio público. Frank le comunica que no es ningún Caballero Chargrin, sino el director de la Cárcel. Eisenstein se ríe a carcajadas creyendo que es una broma, pero Frank le demuestra la verdad haciendo que Frosch lo espose y se lo lleve.

Comprobado esto, Eisenstein le dice que él tampoco es Marqués sino un nuevo huésped para su cárcel. Ahora es Frank quien se ríe, pues el señor von Eisenstein fue llevado por él personalmente desde su casa hasta allí. Gabriel queda intrigado por saber quién es el que ocupó su lugar. Llaman a la puerta de nuevo, esta vez es otra dama completamente velada que Frosch llevó al locutorio. Frank se disculpa y va a ver quién es. Frosch reaparece ahora junto al Dr. Blind y le dice a este que espere pues va por Eisenstein. Cuando Frosch sale, Blind le pregunta a Eisenstein qué es lo que pasa, si él está allí y no en la celda.

Aprovechando que Blind apareció, Eisenstein idea vestirse con la ropa y la peluca de Blind para poder interrogar al supuesto Eisenstein. Ambos salen. Frosch vuelve a entrar con Alfredo, pero como Blind no está, se retira. Entra Rosalinda y le dice Alfredo que debe salir inmediatamente de allí. Alfredo la despreocupa pues para eso hizo llamar a un abogado. Eisenstein aparece vestido cómo él, y con la firme intención de saber si ocurrió algo entre ellos, a tal punto que las preguntas incomodan a Alfredo y a Rosalinda (Ich stehe voll Zagen, was wird er mich fragen? /Um Rat ihn zu fragen, muss alles ich sagen.../Pack' ich ihn beim Kragen, so wird er nichts sagen. - Me siento intranquila, ¿qué me preguntará?/En respuesta a sus preguntas, debo decirle todo.../Si le cogiera del cuello, entonces no diría nada.). Tras contarle todo y haberle dicho que pretenden darle una lección a Eisenstein, este se enfada aún más y revela su identidad, ante el asombro de Rosalinda y Alfredo. Eisenstein clama venganza, lo mismo hace Rosalinda. Los dos se engañaron, Rosalinda con Alfredo y Gabriel con la "Condesa".

Rosalinda saca el reloj que le quitó a Eisenstein y este queda estupefacto por lo tonto que fue. Alfredo le devuelve su bata a Eisenstein y le exige a Eisenstein que vaya a la celda 12 pues aún le quedan siete días de condena. Adela e Ida se arrancan de su celda y entonces aparecen todos los invitados a la fiesta, quienes piden a Falke que deje en paz a su víctima (O Fledermaus, o Fledermaus, laß endlich jetzt dein Opfer aus! - ¡Oh murciélago, oh murciélago, deja ya en paz a tu víctima!). Eisenstein no entiende nada, y por ello Falke le explica que todos sus quebraderos de cabeza son producto de una broma suya, en la que todos participaron. Adela le pregunta a Frank que va a ser de ella, y este le responde que como un padre y un amigo la preparará para el teatro; pero el Príncipe Orlofsky no permitirá que tal talento se pierda y será su mecenas.

Eisenstein pide a Rosalinda que lo perdone, pues toda la culpa ha sido del champagne. Rosalinda lo disculpa, pues el champagne le ha demostrado la fidelidad de su esposo. De este modo, la opereta finaliza alegremente.

La más conocidas de grabaciones de esta operetta son:

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Die Fledermaus ha sido adaptado muchas veces para la televisión y el cine:

En el episodio de Tom y Jerry The Hollywood Bowl se utilizó su obertura para musicalizar este corto de 1950 de Metro-Goldwyn-Mayer, así como también en la introducción del capítulo de la serie Ren y Stimpy, El dolor de muelas de Ren (Ren's Toothache)



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