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Enciclopédico



Una enciclopedia (en griego, ἐνκύκλιoς παιδεία, enkyklios paideia, «círculo de la instrucción, educación redonda»)[1][2]​ es una obra de referencia que busca compendiar y recopilar el conocimiento humano.[3]​ La enciclopedia reúne conocimientos recurrentemente de forma alfabética o temática con una pretensión objetiva y universal (y no especializada, monotemática o subjetiva, a diferencia de un tratado, o de un ensayo).

Las enciclopedias han dispensado un importante servicio a la cultura moderna, al permitir hallar en toda la historia y con facilidad los conocimientos esenciales para casi cualquier objeto o actividad.[4][5]

Según Katz W., la enciclopedia es una obra que contiene información sobre todas las materias en la mayor parte de los campos del conocimiento.

La noción más moderna de enciclopedia de propósito general y de amplia distribución data de la época de Ephraim Chambers y su Cyclopaedia (1728). Luego le sucederían Denis Diderot y los enciclopedistas del siglo XVIII que se inspiraron en la Cyclopaedia de Chambers creando el mayor hito del periodo de la Ilustración del siglo XVIII: la Encyclopédie (1751-1772), compilada por un grupo de escritores y hombres de ciencia franceses. De manera plenamente consciente, estos hombres estaban dando la espalda tanto a la religión como a la metafísica como fuentes de conocimiento, viendo en la ciencia pura una nueva fuerza motriz intelectual según la ideología materialista y laicista propia de la clase media o burguesía entonces en auge. Reunieron en una vasta obra todos los conocimientos científicos de la época, no como un mero registro alfabético, sino como un relato del modo científico de enfrentarse al mundo.

Estos escritores esperaban forjar un poderoso instrumento para luchar contra el oscurantismo de las autoridades políticas y religiosas. La mayoría de las figuras culturales y científicas de la época colaboraron en esa empresa, destacando D'Alembert, Diderot y Voltaire.[cita requerida]

Origen: Préstamo (s. XV) del latín medieval dictionarium, derivado de dictio, dictionis ‘dicción’. De la familia etimológica de decir (V.).[6]

En Sumeria, durante el cuarto milenio antes de Cristo, se redactó un glosario temático o por temas como un primer intento de ordenar o catalogar el conocimiento del mundo y 600 años después se registra un intento similar en Ebla siguiendo un orden convencional de signos; estos primeros intentos se denominan listas lexicales.

En el Egipto antiguo se encuentran igualmente unas listas temáticas que se pueden considerar como protoenciclopedias. La Onomástica del Ramesseum, redactada hacia el 1750 a. C. es una lista de palabras agrupadas por categorías. Otra obra del mismo género, pero mucho más desarrollada, es la Onomástica de Amenofis, realizada hacia el 1100. Cuenta con 610 elementos organizados de modo temático y contendría más de 2000 informaciones distintas con la ambición de crear «un catálogo sistemático del universo». Este lejano ancestro del diccionario enciclopédico tendría el cometido «no de enseñar a escribir a los niños, sino de proponer un programa de instrucción de la humanidad fundado sobre la organización del mundo».

El filósofo griego Platón (428-348 a. C.) realizó un resumen de los conocimientos de su época en uno de sus diálogos, el Timeo: Astronomía, Cosmogonía, Física y Medicina. Esta obra puede ser considerada una "enciclopedia metódica". Su discípulo Aristóteles (384-322) produjo una larga cantidad de tratados sobre gran variedad de temas con un espíritu verdaderamente enciclopédico y sin equivalentes en el mundo antiguo (Poética, Retórica, Lógica, Política, Física, Psicología, Biología, Ética...). Sin embargo, sus esfuerzos no fueron difundidos sino 275 años después de su fallecimiento, hacia el año 50 a. C.: «La pérdida o alteración parcial de este enorme corpus, enciclopédico en el sentido más puro del término, y su recuperación progresiva gracias en primer lugar al Islam, influyó sobre la historia de las enciclopedias en Occidente durante dos milenios». Se perdió prácticamente toda la obra de escritores enciclopédicos como Demócrito y Posidonio.

Entre los romanos el primero en intentar compendiar el saber antiguo fue Varrón (116-27 a. C.), cuyas Antiquitatum rerum humanarum et divinarum libri XLI no han perdurado sino como fragmentos y extractos en otros autores y enciclopedistas posteriores. Para este autor, el camino al saber era la etimología, como lo fue para el muy posterior visigodo san Isidoro, probablemente el último en servirse de esta perdida obra de Varrón para su propia enciclopedia, las Etimologías. Para Varrón el término verbum (« palabra») venía de veritas (« verdad»), lo que legitimaba ese procedimiento. Compuesta esta obra de 41 libros, 25 estaban consagrados a los asuntos humanos y el resto a los divinos de los dioses paganos. Esta obra, desaparecida, dejó sin embargo mucho conocimiento a través de sus citas y diversas refundiciones medievales.

Hacia el comienzo del primer siglo de nuestra era, Aulo Cornelio Celso redactó una enciclopedia en 26 libros, De Artibus, que cubría materias de Agricultura, Guerra, Retórica, Filosofía, Derecho y Medicina, si bien fue este último dominio el más particularmente desarrollado, precisamente la única sección de la obra que ha llegado hasta nosotros, al menos en parte.

Posterior y una de las primeras obras enciclopédicas que han sobrevivido a los tiempos modernos es la Naturalis Historia de Plinio el Viejo, escritor romano del siglo I d. C. Compiló una obra de 37 capítulos que abarcan la historia natural del arte y la arquitectura, la medicina, la geografía, la geología y todos los aspectos del mundo que le rodeaba. Declaró en su prólogo que había compilado veinte mil hechos a partir de dos mil títulos de doscientos autores distintos, y agregó que otros muchos provenían de su propia experiencia. El trabajo fue publicado alrededor de 77 a 79 d. C.,[7]​ pero probablemente nunca terminó de corregir la obra antes de que falleciera investigando la erupción del Vesubio en 79 d. C.

En sus Noches áticas (II siglo d. C.), Aulo Gelio diserta sobre numerosas materias de literatura, artes, filosofía, historia, derecho, geometría, medicina, ciencias naturales, meteorología y geografía, aunque con un espíritu más ensayístico y erudito que sistemático y enciclopédico. Por otra parte, el Polyhistor (también llamado Las maravillas del mundo), obra del escritor romano Solino, del siglo III o IV d. C. presenta las curiosidades del mundo por regiones. Aunque la obra se ha perdido, numerosos elementos de ella, como en el caso de Varrón, fueron recogidos en las enciclopedias medievales. Nonio Marcelo redactó, a comienzos del siglo IV, el De compendiosa doctrina, una compilación o epítome de tratados sobre la lengua y diversas técnicas, arreglada y ordenada en forma alfabética. Hacia fines del siglo IV, el gramático Servio redactó un muy abundante comentario a la obra de Virgilio que puede leerse también como un vasto repertorio temático o como una enciclopedia organizada según el orden del texto del poeta. Marciano Capella, abogado que vivía en Argelia, fue autor del De nuptiis Philologiae et Mercurii ("Bodas de Filología y Mercurio"), redactado entre 410 y 429. Este manual en forma de narración alegórica sintetiza en 9 libros los conocimientos de la época: Filología, Gramática, Dialéctica, Retórica, Geometría, Aritmética, Astronomía y Armonía. Fue muy popular en época carolingia, y servirá de referencia para organizar los estudios medievales en la enseñanza básica (el Trivium) y superior (el Quadrivium). Fue leído incluso en el Renacimiento e inspiró en especial a Copérnico. Rabano Mauro redactó hacia 842 su De rerum naturis, llamado también De Universo en veinte libros, resumiendo y reordenando la obra de Isidoro de Sevilla.

Años después se crearon otras obras que eran recopilaciones o epítomes (resúmenes) de conocimientos generales. Uno de los repertorios más tempranos, conocidos y famosos, destinado a salvar los conocimientos esenciales de la cultura grecolatina clásica, es el titulado Etimologías compuesto por el escritor visigodo San Isidoro y redactado entre 627-630.[8]​Luego se escribieron, entre otros, los siguientes:

Después del desarrollo de la Revolución francesa, se publicaron estos libros:

En el siglo XVI cuando se imprimen los verdaderos documentos de referencia gracias a la llegada de la imprenta a América se inician la distribución en el nuevo continente. Una de las primeras enciclopedias de esta época fue la Historia general de las cosas de la Nueva España de fray Bernardino de Sahagún. Se tiene también la Biblioteca Hispanoamérica Septentorial de José Mariano Beristáin.

Obras españolas importantes sobre América Latina fueron el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano en 28 volúmenes (1883-1910) y la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana

Con el tiempo, se ha derivado la incorporación de contenido en Almacenamiento vital digital. El proyecto Gutenberg incentivó en la recopilación de datos antiguos.

Las principales enciclopedias modernas son:

Entre las temáticas destacan: Catholic Encyclopedia, New Catholic Encyclopaedia, Encyclopaedia Judaica, Encyclopaedia of Islam, Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, Enciclopedia de la Vida y Enciclopedia del Derecho.

Con el advenimiento de la informática han surgido las enciclopedias multimedia que a la tradicional información textual y pictórica añaden elementos audiovisuales. Ejemplos de estas son Enciclopedia Británica, Encarta, Enciclonet y Wikipedia, que pueden consultarse por medio de discos ópticos o directamente en Internet.

El primer sitio web enciclopédico fue Interpedia, creado en octubre de 1993 por Rick Gates.[13]​ Las enciclopedias electrónicas revisadas por expertos en español más extensas son: Enciclonet,[14]​ de la editorial Micronet, en edición continua, y su versión en DVD-ROM: Enciclopedia Universal Micronet, publicada en Madrid desde 1995, actualmente en su 23.ª edición, con más de 185 000 artículos.[15]

Otros sitios web enciclopédicos son Knol de Google, la Stanford Encyclopedia of Philosophy y la Enciclopedia del Derecho. Un elemento crítico en la evolución de las enciclopedias virtuales fue la inclusión de contenido abierto, iniciada por GNUpedia y continuada por su bifurcación Nupedia bajo la empresa Bomis. Tiempo después, se desarrollaron las ediciones wiki con Wikipedia y Fandom.

Adicionalmente, se elaboró software con contenido enciclopédico, y ejemplos de ello la versión suite de la Enciclopedia Británica o la desaparecida Microsoft Encarta.



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