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Enrico Martínez



Enrico Martínez, Henrrico Martín, Henrico Martín, Enrique Martínez o Heinrich Martin (¿Hamburgo?, 1550 o 1560[1]​ - Cuautitlán, México, 1632) fue cosmógrafo del rey de España, intérprete de la Santa Inquisición, impresor e ingeniero hidráulico.

Según algunas fuentes, él era descendiente de españoles; Alexander von Humboldt, en su Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España afirmó que era alemán u holandés y en otras fuentes se afirma que era mexicano educado en España. La duda sobre la nacionalidad de Heinrich Martin no quedó resuelta sino hasta que el historiador Francisco Fernández del Castillo encontró, en un proceso inquisitorial, una declaración hecha por el mismo Martin, en la cual menciona que es alemán.[2]

A pesar de haber nacido en Hamburgo y de haber practicado el protestantismo durante su juventud, Martin fue un ferviente católico debido a los años que vivió en España. Fue esta fe y su conocimiento en distintas lenguas lo que lo llevaría a servir como intérprete de la Santa Inquisición, en 1599.[2]

Durante su juventud, Martin viajó por Europa, graduándose en matemáticas y aprendiendo el oficio de impresor durante su estadía en España.

Heinrich Martin fue autor de una de las primeras obras impresas en la Ciudad de México a principios del siglo XVII en las que se combinan la astrología y la medicina. Con el título Repertorio de los Tiempos e Historia Natural de la Nueva España, su obra principal trata de temas como las descripciones geográficas y antropológicas de la naturaleza y pobladores de la Nueva España.

En 1589, Martin se embarcó hacia las Indias en la flota que condujo a su protector el virrey Luis de Velasco, I marqués de Salinas del Río Pisuerga, y a su amigo Juan Ruiz de Alarcón. Al llegar a la Ciudad de México ya contaba con el título de Cosmógrafo del Rey. A pesar de que no se conoce la fecha precisa en que obtuvo este título, es probable que lo obtuviera con el objetivo de viajar más fácilmente a las colonias.[2]

Los cosmógrafos reales tenían como función informar al Consejo de Indias acerca de los viajes, descubrimientos y enfrentamientos llevados a cabo por armadas, navíos y flotas. Un cosmógrafo del rey también estaba obligado a observar y averiguar los movimientos de los astros, a tomar las longitudes y latitudes de las tierras, ciudades, pueblos, ríos y montañas.[2]

Heinrich Martin españolizó su nombre a Enrico Martínez y fue encomendado por el virrey Luis de Velasco en 1607 para realizar los trabajos de desagüe de la Cuenca de México, que se componía de cinco lagos: Zumpango, Texcoco, Xochimilco, Chalco y Xaltocan. En temporada de lluvias, el lago de Zumpango y otro menor, San Cristóbal, rebasaban el nivel común de sus aguas, desbordándose sobre el lago de Texcoco. Éste a su vez incrementaba el nivel de los lagos interiores de la cuenca, lo que provocó, en años anteriores, grandes inundaciones en la Ciudad de México.

El plan de Enrico Martínez fue probablemente uno de los proyectos más ambiciosos de la época que consistió en excavar un canal que drenara definitivamente los lagos de la cuenca hacia el Lago de Zumpango. El trabajo comenzó el 28 de noviembre de 1607 y terminó en mayo de 1609. A pesar de su término, la obra, que había sido expuesta a la corrosión y gran cantidad de filtraciones de agua, se derrumbó, obstruyendo el paso del agua e inundando nuevamente la ciudad durante el gobierno del sucesor de Velasco, el arzobispo García Guerra. Preocupado por el peligro de la capital de la Nueva España, Felipe III, Rey de España, recibió información del virrey García en la que se cuestionaba el trabajo, costo y funcionalidad de la obra de Martínez, quien también escribió al rey para contradecir los cuestionamientos del virrey.

El sucesor de García, Don Diego Fernández de Córdoba, I marqués de Guadalcázar (1612–21), fue enviado por Felipe III con la comisión especial de resolver el problema de las inundaciones en la Ciudad de México. Del mismo modo se nombró a Íñigo Contreras embajador de España y se le envió a la corte francesa a buscar un ingeniero capaz de hacer las obras de desagüe.

Se eligió al ingeniero flamenco Adrian Boot, que llegó a México en 1614. Por órdenes del virrey, Boot y Martínez, junto con el auditor Otalora visitaron las obras, elaborando cada uno un registro sobre las mismas y las posibles soluciones que encontraban al problema. Boot afirmó en su registro que las obras de Martínez eran insuficientes y que podía arreglarlas haciendo un nuevo trabajo que costaría más que las obras originales. Martínez ofreció un plan para concluir el proyecto en el que necesitaría 100 hombres y menos de la cantidad económica solicitada por Boot.

En 1629 se registró una gran Inundación en la Ciudad de México, que comenzó el 21 de septiembre con una fuerte lluvia, que llamaron “el diluvio de San Mateo” y que se prolongó aproximadamente 40 horas. Se derrumbó el tajo de Nochistongo, dejando a la ciudad bajo dos metros de agua, lo que duró cinco años, hasta 1634. Los consejos de Martínez fueron ineficaces, pero el virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, III marqués de Cerralbo, encontró la solución: que el arquitecto carmelita fray Andrés de San Miguel reabriera el tajo, como proponía, y así pudo salir el agua. .



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