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Eructo



El eructo es la liberación de gas a través de la boca desde el tracto digestivo (principalmente del esófago y estómago) al quedar atrapado durante la ingesta de alimentos. A menudo es acompañado de un sonido característico.[1]

Los bebés están particularmente sujetos a la acumulación del gas en el estómago mientras se alimentan. Esto puede causar molestias considerables al niño a menos que eructe. El acto de hacer eructar a un bebé implica el colocarlo en una posición conducente a la expulsión del gas (por ejemplo sobre el hombro, con el estómago del infante reclinándose sobre el pecho del adulto) y acariciarle la espalda. Es normal que el eructo pueda ir acompañado de un poco de regurgitación.[8]

Es posible inducir voluntariamente el eructo tragando aire y después, con la manipulación en la zona vocal, producir el habla. Los niños a menudo hacen esto como entretenimiento. En personas que han sufrido una laringotomía puede funcionar como forma alternativa de vocalización, sustituyendo la fonación de la laringe. Este método se denomina erigmofonía.[9]

Estos eructos, por lo general, suelen producirse por un alto contenido de ácido sulfúrico, sulfuro de hidrógeno o de azufre obtenido del estómago e intestinos por la proliferación de microorganismos como Helicobacter pylori, Giardia lamblia, entre otros, causados por mala digestión, por consumir alimentos dañados o con un alto contenido de dietas ricas de proteínas. Otras causas pueden ser por prescripciones médicas.[10]

-Eso de erutar no entiendo -dijo Sancho. Y don Quijote le dijo:
-Erutar, Sancho, quiere decir regoldar, y este es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy significativo; y así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice eructar, y a los regüeldos, eructaciones; y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan, y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso.
-En verdad, señor -dijo Sancho-, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque suelo hacerlo muy a menudo.
-Erutar, Sancho, que no regoldar -dijo don Quijote.



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