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Escuelas públicas



Se denomina educación pública al sistema nacional educativo de cada país, que está gestionado por la administración pública y sostenido con los impuestos. Por lo general, comprende la planificación, supervisión o ejecución directa de planes de estudio y educación escolarizada de diversos niveles académicos siendo preeminente la realización de los niveles que la norma jurídica considere obligatorios, consistiendo por lo general en la educación primaria; no obstante, ello no excluye a niveles preescolares o superiores que no se consideren obligatorios.

El objetivo de la educación pública es la accesibilidad de toda la población a la educación, y generar niveles de instrucción deseables para la obtención de una ventaja competitiva.

Regularmente la educación pública queda a cargo del gobierno, quien llega a proporcionar la planta física y docente, y hasta materiales didácticos, para la realización de los estudios y por tal motivo generalmente existen entidades de la administración pública, relacionados con el sistema educativo tales como los Departamentos o Ministerios de Educación. Estos están encargados de organizar y controlar los servicios educativos de cada país.

La educación pública se ofrece a los niños del público en general por el gobierno, ya sea nacional, regional o local, siempre por una institución de gobierno civil, y pagado, en todo o en parte, por los impuestos, principalmente de sectores vulnerables. El término se aplica generalmente a la educación básica, la educación primaria y secundaria o bien a todo el sistema comprendido entre kindergarten y el último curso de la educación secundaria.[1]​ También se aplica a la educación post-secundaria, educación superior, o las universidades, colegios y escuelas técnicas que reciben ayudas públicas.

Se sabe que los pueblos primitivos carecían de maestros, de escuelas y de doctrinas pedagógicas organizadas; aun así, la sociedad la realizaba de forma inconsciente en cada momento y la educación existía como hecho.[cita requerida]

Fue con la llegada de las grandes civilizaciones cuando la educación de la población comenzó a ser impartida en forma estructurada y organizada en muchos países. Destacan la primera universidad sobre la que se tiene conocimiento que existió en la actual China —la Escuela Superior Shang Hsiang imperial durante el período Yu-Shun, entre los años 2257 a. C.-2208 a. C.— así como, siglos más tarde, la escuela de enseñanza fundada por Confucio (que admitía a alumnos sin distinción de clase social).[2]​ También destacan los maestros griegos: los filósofos presocráticos —como Tales de Mileto y Demócrito —, platónicos y neoplatónicos, encargados de estudiar filosofía, matemáticas, astronomía, entre otras ramas de la ciencia.

La importancia fundamental que la historia de la educación tiene para cualquier educador es que permite el conocimiento del pasado educativo de la humanidad. El hecho educativo no es presentado por la historia como un hecho aislado, este es vinculado con las diversas orientaciones filosóficas, religiosas, sociales y políticas que han influido sobre él. Por eso nos permite apreciar en qué medida la educación ha sido un factor en la historia y en qué medida una cultura es fuerza determinante de una educación.

En el siglo VIII, Carlo Magno con su decreto Admonitio generalis fijó las primeras directrices de la reforma carolingia, que supuso la creación de escuelas en cada obispado, ya fueran para niños ricos o pobres. En 1179 el III Concilio de Letrán en su Canon 18, decretó el establecimiento en cada iglesia catedral de un beneficio que permita un maestro encargado de la enseñanza gratuita de los clérigos y a los estudiantes pobres.[3]

Las escuelas y colegios fueron mejorando y llegando a nuevas ciudades. En el año 1538 se fundó la primera universidad de América, la Universidad Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo, La Española (actual República Dominicana).

La primera escuela pública y gratuita de Europa la puso en marcha el español José de Calasanz. José de Calasanz, nacido en la localidad de Peralta de la Sal, era hijo del herrero y del alcalde de su localidad. Su vocación era el sacerdocio y una vez convertido en sacerdote en 1583 se trasladó a Roma en 1592, donde perfiló la idea de crear una escuela gratuita y abierta a todos los niños. En un primer momento las autoridades eclesiásticas rechazaron el proyecto por utópico pero en 1597 fundaría en la sacristía de su parroquia, la de Santa Dorotea en el barrio de Trastévere, una escuela gratuita en la que él mismo ejercía como maestro. En 1617 fundaría una escuela mayor en la ciudad italiana de Frascati, la cual dio inicio a las Escuelas Pías.[4]​ Fue canonizado en 1767.

Posteriormente, el tercer presidente de Estados Unidos de América, Thomas Jefferson, a finales del siglo XIX decidió que la educación debía ser pagada en común por la sociedad para que todas las personas tuvieran acceso a una educación laica y gratuita. Así fue como se iniciaron las escuelas comunales o common schools, que funcionaron entre 1830 e inicios del siglo XX para pasar a llamarse state school o escuela estatal.[5]

La educación pública está, en general, a disposición de todos. En la mayoría de los países, es obligatorio para los niños asistir a la escuela hasta una cierta edad, pero la opción de asistir a la escuela privada está abierta a muchos.

La financiación de las escuelas públicas, por otro lado, es proporcionada por los ingresos fiscales, de manera que incluso personas que no asisten a la escuela (o cuyos dependientes no asisten a la escuela), ayudarán a garantizar que la sociedad sea educada. En las sociedades asoladas por la pobreza, las autoridades suelen ser laxas en la escolarización obligatoria porque los niños son valiosos trabajadores.

La pedagogía, como movimiento histórico, nace en la segunda mitad del siglo XIX. Reconoce serios antecedentes hasta el siglo XVIII, pero se afirma y cobra fuerza en el siglo XX, particularmente después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Sin embargo, la pedagogía general, combinada con la historia, tiene entre sus misiones la de intentar un esquema que haga las veces de brújula para orientar a los educadores en el laberinto de los sistemas y técnicas pedagógicas que surcan nuestra época.[7]

Puede decirse que el pensamiento pedagógico comenzó su desarrollo desde los propios albores de la humanidad. En sí mismo no es más que una consecuencia de su devenir histórico, en correspondencia con la necesidad del ser humano de trasmitir con eficiencia y eficacia a sus congéneres las experiencias adquiridas y la información obtenida en su enfrentamiento cotidiano con su medio natural y social.

La tendencia pedagógica tradicional no profundiza en el conocimiento de los mecanismos mediante los cuales se desarrolla el proceso de aprendizaje. Ella modela los conocimientos y habilidades que se habrán de alcanzar en el estudiante, por lo que su pensamiento teórico nunca alcanza un completo desarrollo. La información la recibe el alumno en forma de discurso y la carga de trabajo práctico es mínima, sin control del desarrollo de los procesos que subyacen en la adquisición del conocimiento, cualquiera que sea la naturaleza de este, lo que determina que ese comportamiento tan importante de la medición del aprendizaje que es la evaluación esté dirigido a poner en evidencia el resultado alcanzado mediante ejercicios evaluativos meramente reproductivos, que no enfatizan, o lo hacen a menor escala, el análisis y el razonamiento.

La tendencia pedagógica tradicional tiene, desde el punto de vista curricular un carácter racionalista académico en el cual se plantea que el objetivo esencial de la capacitación del hombre es que el mismo adquiera los instrumentos necesarios que le permitan tan solo intervenir en la en la tradición cultural de la sociedad; no obstante, esta tendencia se mantiene bastante generalizada en la actualidad con la incorporación de algunos avances e influencias del modelo psicológico del conductismo que surge y se desarrolla en el siglo XX.

Esta teoría resulta ineficiente y deficiente en el plano teórico, por cuanto ve a este como un simple receptor de información, sin preocuparse de forma profunda y esencial de los procesos que intervienen en las asimilaciones del conocimiento.

La pedagogía contemporánea cuenta, entre sus aportes fundamentales, con la ampliación del concepto de la educación. A lo largo de la historia la educación ha cobrado una proyección social importante junto al desarrollo de la pedagogía.

Mientras más se amplía el concepto educativo, la pedagogía por su lado alcanza un dominio propio. Mientras que la educación va mejorando y superándose a lo lago de la historia con la realidad social y cultural que la condiciona, la pedagogía avanza de igual manera. Ambas, tanto la pedagogía como la educación, son guiadas de una manera u otra por la realidad social de un momento determinado. Se puede ver las variantes que sufrieron cada una de estas a través de la historia en diversos momentos, dependiendo de la realidad que se estaba viviendo en ese momento.

Se puede considerar que la pedagogía es la reflexión sobre la práctica de la educación, y que la educación es la acción ejercida sobre los educandos, bien sea por los padres o por los maestros. Aunque en definición no son lo mismo, se puede decir que van relacionadas, de tal manera que una reflexiona (pedagogía) la acción que debe ejercer la otra (educación).

El educador y experto en temas de educación de origen brasileño, Paulo Freire, habla de la educación como una inversión de enorme rentabilidad, individual y social, concluyendo así que una población más educada será una población con mayores niveles de tolerancia social y convivencia.[8]

También toca el tema de las grandezas de la educación y el riesgo que estas podrían sufrir debido a las políticas públicas que abandonan su tradición democrático-liberal, sabiendo el daño que estas causarían. El riesgo que se confrontaría es que la ruptura del compromiso por la educación pública pueda significar y anticipar la ruptura del pacto democrático en las sociedades latinoamericanas.[9]

Otro tema que aborda es la relación con la educación popular, enfatizando que el verdadero problema de la educación no es metodológico ni pedagógico, sino político. Freire propone la concienciación y el desarrollo de la convivencia crítica, planteando que el docente y el alumno establezcan una relación horizontal, no asimétrica, con la finalidad de que el estudiante recupere cierta autonomía que le permita ejercer su participación en el centro educativo de la misma manera que los docentes.

Por eso también se[¿quién?] llega a la conclusión de que la educación es una estrategia del estado para la sociedad señalando que: "todo grupo humano, comunidad o sociedad ha considerado necesaria la transferencia de los distintos saberes que se consideran valiosos a sus miembros más jóvenes. Parte de ahí que la educación, vista desde la práctica de los protagonistas, se constituye en una entidad social a partir del desarrollo de una acción estratégica culturalmente reproductora".[10]

Esto se ve reflejado en lo dicho por Julia Vicuña Yacarine en su artículo "Educación: Un derecho, no un servicio comerciable". Ella cita lo siguiente:

Esto fue dicho por Moriana Hernández, coordinadora de la Campaña Regional por una Educación No Sexista y Anti Discriminatoria en Uruguay.[11]​ De esto se infiere que la mercantilización de un derecho humano es muy grave debido a que la lógica del negocio tiene una matriz ideológica capitalismo que busca la ampliación del capital, pero no la mejora de la educación.[12]

La educación pública a menudo implica las siguientes pautas:

En cuanto a los sistemas de educación hay dos características comunes, enseñaban religión y mantenían las tradiciones de los pueblos; en el antiguo Egipto, las escuelas del templo enseñaban no solo religión, sino también los principios de la escritura, ciencias, matemáticas y arquitectura. De igual manera en la India la mayor parte de la educación estaba en las manos de los sacerdotes. La educación en la antigua China se centraba en la filosofía, la poesía y la religión, de acuerdo con las enseñanzas de Confucio, Lao-tse y otros filósofos.

Se podría decir entonces que la idea central de este capítulo sería dar a conocer que la relación de la cultura de un país y su filosofía de vida teniendo en cuenta su estilo de vida e idiosincrasia es parte de la educación, ya que esta se complementa con las demás para subsistir.

En algunos países el gobierno puede tener una intervención mínima en la educación pública, como en el caso de Chile o el Reino Unido, donde la educación pública queda a cargo de la comunidad (a través de escuelas privadas o comunitarias), o por el contrario, tener el control total del sistema educativo, como en el caso de los países socialistas.

El término "educación pública" no es sinónimo de "enseñanza pública". La educación pública se puede proporcionar en el hogar, que emplea a profesores visitantes, la supervisión de los profesores y/o el aprendizaje a distancia.

En algunos países, como Alemania, las iglesias o asociaciones privadas pueden hacer funcionar sus escuelas de acuerdo a sus propios principios, siempre y cuando cumplan con ciertos requisitos del Estado. Cuando se cumplen los requisitos, especialmente en el ámbito de los programas escolares, las escuelas podrán optar a recibir financiación estatal. Luego se tratan y financieramente para la acreditación como parte del sistema de educación pública, a pesar de que tomar decisiones sobre la contratación y la política de la escuela (no contratación de los ateos, por ejemplo), que el estado no podría hacerse. Es un sistema similar al de la Educación Concertada en la España actual.

Los que apoyan la educación pública afirman que es necesaria debido a la necesidad en la sociedad moderna para mejorar las capacidades en torno a la lectura, escritura y cálculo matemático de sus ciudadanos. Sin embargo, algunos argumentan que la educación estaría mejor administrada por el sector privado, ya que la inversión de esta podría incrementar las facilidades en cuanto a tecnología de sus estudiantes.



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