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Espacio confinado



Un espacio confinado o recinto confinado es aquel que dispone de aberturas de entrada reducidas, una ventilación natural desfavorable y no está concebido para permanecer en su interior. Por ello, puede presentar una atmósfera irrespirable y albergar gases, vapores o partículas tóxicas o inflamables. Un ejemplo sería un depósito cerrado, con una concentración deficiente de oxígeno, al que se accede por mantenimiento. [1][2][3]

Aunque la definición precisa pueda variar según la normativa local o el sector, de forma general se considera que:

Las arquetas, alcantarillas, galerías de servicios, patinillos, bodegas de barco, aljibes, pozos, fosas sépticas, salas subterráneas de transformadores, depósitos, reactores, calderas, hornos, conductos, cisternas de transporte, silos y palas de aerogeneradores son ejemplos de espacios confinados.

Aunque el término suela asociarse a recintos cerrados, no deben olvidarse aquellos parcial o totalmente abiertos, en los que se identifiquen los mismos riesgos, tales como balsas de residuos, purines, fangos de EDAR, vertederos..., que presentan atmósferas deficientes en oxígeno y con gases producidos por reacciones anaerobias: metano, dióxido de carbono, monóxido de carbono, hidrógeno, sulfuro de hidrógeno, amoniaco, benceno...[3]

Además de por sus características geométricas (abiertos o cerrados) los espacios confinados suelen clasificarse en tres clases y categorías atendiendo respectivamente a sus riesgos o procedimientos de trabajo: [4]

Los accidentes en espacios confinados son especialmente relevantes en el ámbito de la Seguridad Industrial dada la exposición a riesgos muy graves tanto por parte del accidentado como del equipo de rescate.[1]​ En el sector industrial, la segunda forma de accidentes mortales más frecuente es por ahogamiento y sepultamiento (12,4 % de los accidentes en España en 2013). [5]

NIOSH (The National Institute for Occupational Safety and Health) estima que dos tercios de los accidentes mortales en espacios confinados se deben a atmósferas peligrosas, que en el 70 % de los casos estaban antes de iniciar los trabajos. Además, el hecho de que muchos accidentes ocurran durante el desempeño de trabajos no programados o imprevistos (v.g. resolución de averías, atención de urgencias...) que suele acompañar una planificación insuficiente (permisos de trabajos, instrucciones, cualificación, etc.), agrava notoriamente los riesgos propios de un espacio confinado. [4]

Por último cabe destacar que el 60 % de los fallecidos son rescatadores intentando salvar a un accidentado inconsciente, lo que demuestra la relevancia en la planificación y entrenamiento en planes de rescate.[4]

OSHA (Occupational Safety & Health Administration) considera que una atmósfera es segura si reúne las siguientes condiciones en cuanto a su composición: [6]

(De manera excepcional, dichos límites podrían sobrepasarse en operaciones de rescate o de instalación de equipos de ventilación, durante breves períodos de tiempo, siempre que se midan las concentraciones en tiempo real y se utilice protección respiratoria y otros equipos de protección individual requeridos.)

Además de las mediciones de calidad atmosférica, algunas medidas preventivas adoptadas al ejecutar estos trabajos son:



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