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Esparto (fibra)



Esparto es el nombre con el que se conoce en España a unas fibras obtenidas de diversas plantas silvestres del grupo de las gramíneas, así como a las plantas mismas.

Se desarrolla en zonas áridas de la península ibérica (Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Cataluña, Islas Baleares y región de Murcia) y la zona magrebí (Marruecos, Argelia, Túnez y Libia) en el norte de África.[1]

Con el nombre de esparto se conocen popularmente tanto el esparto propiamente dicho, o a la atocha (Macrochloa tenacissima), como el esparto basto o esparto de Aragón o albardín (Lygeum spartum). Sus formaciones naturales se denominan espartales, atochares y albardinales, respectivamente. Ambos forman parte de la vegetación característica de los ambientes esteparios ibéricos.[2][3]

En México, se denomina así a las especies de Fimbristylis, planta herbácea de hasta 1,5 metros, común en zonas inundables cercanas a manglares.

(Espardenyer:Espartero, en catalán) trabajando el esparto. Museo Valenciano de Etnología.

Productos de esparto. Museo Valenciano de Etnología.

Espartero vendiendo productos de esparto en el templete ferial de Albacete.

Trabajando con pleita.

Haciendo una pleita de esparto (Luis Mondejar, Albacete).

Cantimplora forrada de esparto (author: Daniel García, Albacete).

Lagarto hecho de esparto (artesanía, Eliecer Garcia, Albacete)

No existen datos que demuestren que el esparto haya sido utilizado durante el paleolítico,[4]​ habiendo hipótesis que durante el paleolítico superior la fibra de esparto podría haber sido utilizada en la península ibérica por el homo sapiens para coser.[5]​ Es a partir del Neolítico cuando ya se puede atestiguar el uso del esparto.[6]​ El único resto textil encontrado en Valencia es la huella de una alfombra formada por fajas de lata de la época del eneolítico.{sfn|Barber|1997,p.25}}

El hallazgo más destacable es un ajuar del 3500 aC de un conjunto de esqueletos humanos en La Cueva de los Murciélagos de Albuñol.[6]​ Los esqueletos llevaban indumentaria y utensilios fabricados con fibra de esparto.[6]

Durante la época ibérica fue corriente el uso del esparto para realizar diferentes objetos, como sandalias o cuerdas.[7]​ En la época romana, la producción de objetos realizados con esparto se exportaba más allá de las zonas del Mediterráneo occidental donde la planta es natural.[8]​ En la Alta Edad Media continúa el uso del esparto, aunque no hay referencias directas.[9]​ Durante la Baja Edad Media se constituyen gremios específicos para la industria del esparto, y localidades enteras basaron su economía en esta actividad hasta la década de 1960.[10]​ Por ejemplo, el Gremio de alpargateros y esparteros de Valencia fecha de 1373, y 1863 se transforma en Sociedad Industrial Filantrópica.[11]​ Otros gremios esparteros famosos eran los de Alicante, Crevillente, Aspe y Bétera.[11]

En los años cuarenta del Siglo XX el esparto adquiere una relevancia económica sin precedentes. Considerado como “fibra nacional”, fue controlado por el gobierno central y por los ayuntamientos.[12]

En estos años, Cieza (Murcia) se convierte en el primer centro de manufactura de esparto de España, con 50 fábricas, aproximadamente, y más de la mitad de su población dedicada a esta industria.[12]

En el año 2000 se puso en marcha el primer "Museo del Esparto" en Cieza, el cual recibió en 2013 el reconocimiento del Programa Líder de la Unión Europea para crear el Centro de Interpretación del Esparto.[12]

Con dichas fibras se elaboran sogas, alpargatas, cestos y estropajos; la manufactura del esparto ha sido parte importante de la economía de muchos pueblos de España y, aunque ya poco importante, aún se sigue trabajando. También se puede hacer de forma artesanal aunque lo pueden realizar máquinas caseras.[13][14]

En el ámbito de la construcción, se usa para armar la escayola, dotándola de una gran resistencia a tracción, sobre todo en la formación de sujeciones de placas de escayola armada con fibra de vidrio para la realización de falsos techos.[13]

La industria del esparto llegó a ser muy importante en España. Con la llegada del plástico, los artículos ya no resultaban prácticos ni rentables. Hoy en día los productos de esparto han sido relegados a un uso meramente decorativo. Prueba del declive del esparto es cómo han ido cerrando muchas de las tiendas donde se vendían estos productos.[2]

Barber, Antoni; Cabrera, María Rosario; Guardiola, Ismael (1997). València: Fundació Bancaixa, 1997, ed. Sobre la cultura de l'espart al territori valencià. pp. p. 252. ISBN 84-88715-91-9. 




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