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Estricta Observancia



La Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (O.C.S.O. por su nombre oficial, en latín, Ordo Cisterciensis Strictioris Observantiae), conocida como Orden de la Trapa, es una orden monástica católica reformada, cuyos miembros son popularmente conocidos como trapenses. Tienen como regla la de San Benito, la cual aspiran seguir sin lenitivos. Nacieron en 1664 como una ramificación de la Orden benedictina del Císter (de 1098), que a su vez se originó como una reacción de la relajación que consideraba que tenía la Orden benedictina de Cluny (de 910), queriendo volver al espíritu original de la Orden de San Benito (de 529).

La orden se fundó en la abadía de la Trapa, ubicada en Orne, Baja Normandía (Francia), donde su abad, Armand Jean Le Bouthillier de Rancé, encabezó en 1664 una reforma de la Orden del Císter a la que pertenecía el monasterio, renunciando a todas las dispensas autorizadas por la Santa Sede y retornando a la primitiva observancia y regla de San Benito, evitando la relajación que consideraba se estaba produciendo en algunos monasterios cistercienses.

Esta reforma hecha por Armando perseveró hasta 1791 en Francia. Pero a los monjes de la Trapa se les impuso abandonar su vida monástica debido a los acontecimientos revolucionarios franceses.

El padre don Agustín tranquilizó a los monjes y se ofreció para practicar todas las diligencias necesarias para conseguir un nuevo monasterio. Pasó al cantón de Friburgo, en Suiza, para solicitar del senado el permiso de un establecimiento religioso en su territorio.

Lo obtuvo en una pequeña cartuja abandonada trece años antes, situada en montes casi inaccesibles y nieves perpetuas, con destino a la nueva colonia cisterciense para que la disfrutasen con todos los privilegios que gozaron en Trapa. Salieron algunos monjes para Suiza en mayo de 1791 y llegaron a Friburgo, donde fueron recibidos por el obispo después de penoso viaje y se dirigieron al Valle Santa. Los sesenta y cuatro que se quedaron, pensando que las cosas iban a calmarse, vieron sin embargo cómo su monasterio era vendido a unos mercaderes de hierro y convertido en un fragua para el hierro y otros menesteres industriales. Los monjes fueron echados de malas maneras del lugar. Estos monjes se dirigieron a Friburgo confiados en que sus hermanos les dieran asilo. Y así ocurrió y aunque pobres y con falta de sitio para acogerlos y sustentarlos, el rector del monasterio les abrió las puertas. Pero viendo imposible acogerlos por mucho tiempo, determinó enviar dos monjes comisionados a España para suplicar al rey Carlos IV de España la gracia especial de un trozo de tierra en algún yermo de su dilatado imperio donde fijar su morada y procurarse la subsistencia.

El padre Gerásimo y el padre Juan fueron los dos monjes comisionados que partieron de Valle Santa para España en el mes de marzo de 1793, en ruta hacia Madrid, pasando por Lucerna, y luego pasando por el monte San Gotardo, donde casi pierden la vida por el frío y donde fueron socorridos por unos capuchinos que tenían un hospicio en la cumbre de la montaña.

De allí fueron a Génova y en barco llegaron a Barcelona y se hospedaron en el convento de Santes Creus. Después se dirigieron a un monasterio de Zaragoza llamado de Santa Fe, para llegar definitivamente a Madrid e instalarse en el monasterio de Santa Ana. En Madrid se colocaron bajo la protección del duque de Híjar, por el cual presentaron al rey un memorial solicitando un terreno para vivir en él. El rey accedió a sus ruegos y acordó darles la granja llamada de Santa Inés en Murcia. El abad de Valle Santa, enterado de las buenas gestiones, envió para España desde Suiza diez religiosos para la fundación española el 2 de febrero de 1794.

Pero como la granja había pertenecido a los jesuitas y era de gran valor, los monjes negociadores dejaron en suspenso la concesión y los monjes llegados a Suiza que se habían instalado en Reus con los padres franciscanos fijaron su residencia en una ermita llamada «La Misericordia», a poca distancia de Reus, al enterarse del suspenso de la concesión.

Posteriormente se trasladaron al monasterio de Poblet, donde fueron acogidos por el vicario general del monasterio, a quien entregaron las reliquias que habían traído de Suiza.

Las negociaciones para que estos sesenta y cuatro monjes trapenses tuvieran tierras propias para instalarse prosiguieron, y el vicario general de Aragón propuso al monasterio de Escarpe la cesión de un priorato que tenía en las inmediaciones de las villas de Maella y Fabara, conviniendo desde luego el monasterio a la cesión, y aunque el edificio estaba en malas condiciones se mandó a gente para arreglarlo para su puesta en funcionamiento, el 4 de enero de 1796, cuando llegaron finalmente los diez monjes trapenses.

A causa de la expulsión de los trapenses del territorio francés, además de fundarse el monasterio de Valle Santa en Friburgo, se establecieron uno en España, otro en Westfalia, otro cerca de Turín, dos en Valais y otro en el ducado de Norfolk, en Inglaterra.

En Chile existen dos monasterios trapenses, el monasterio Nuestra Señora de Quilvo, comunidad compuesta por treinta y dos hermanas, de las cuales en el año 2007, once están en proceso de formación inicial, en donde entre las actividades que hacen para generar ingresos es la venta de la famosa Mermelada de las Hermanas Trapenses de Quilvo, y el monasterio Santa María de Miraflores, comunidad fundada en La Dehesa (Lo Barnechea, Región Metropolitana) en 1960, por los monjes de la abadía de San José, ubicada en Spencer, Massachusetts, Estados Unidos Luego, el 8 de septiembre de 1986 fue trasladado a Miraflores (Codegua, Sexta Región), a un predio agrícola ubicado en los faldeos precordilleranos de «Tunca», al nor-oriente de Rancagua. En los últimos años el número de miembros de la comunidad de Miraflores se ha mantenido en alrededor de veinte en total, de los que seis son estadounidenses y los demás de Chile, España y Venezuela. Hay siete sacerdotes en la comunidad. Existe también el monasterio Santa María de Chada, perteneciente a la Orden cisterciense.

Hay alrededor de 173 monasterios y conventos trapenses en el mundo, hogar de aproximadamente 2100 monjes y 1800 monjas.[1]

A través de los estatutos de la Orden de la Trapa se puede conocer a esta austera y venerable Orden y en este artículo se ven indicados dos artículos de los Estatutos de la Orden de Trapa para conocer su vida monástica que son los siguientes:



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