La Expedición de Barradas, fue una fuerza militar expedicionaria contra México, ordenada por el Rey Fernando VII y dirigida por el brigadier español Isidro Barradas y el coronel Miguel Salomón, veteranos de la guerra contra Simón Bolívar en Costa Firme. La fuerza expedicionaria procedente de España había sido reunida y reorganizada en la Isla de Cuba, y transportada a las costas de Tampico (Tamaulipas) el 26 de julio de 1829 por una flotilla al mando del marino Ángel Laborde. Las tropas españolas tenían la pretensión sublevar México, reconquistarlo y restituir el gobierno español en el virreinato de Nueva España. La expedición española diezmada por el clima y enfermedades, terminó siendo derrotada militarmente tras varias batallas la Batalla de Tampico (1829), en el Combate del Fortín de La Barra, Altamira, Pueblo Viejo de Tampico y los márgenes del Río Pánuco, y rendida finalmente en Tampico el 11 de septiembre de 1829 por el Brigadier Antonio López de Santa Anna y Manuel de Mier y Terán, consolidando y afianzando la independencia de México y terminando con los intentos militares de reconquista española sobre sus antiguos virreinatos en la América continental.
En enero de 1829, Feliciano Montenegro, quien entonces era el cónsul mexicano en Nueva Orleans, envió una carta a México informando que se encontraban fuerzas expedicionarias españolas en La Habana preparándose con el objeto de reconquistar México. El general Isidro Barradas arribó a la Habana el 2 de junio de 1829, y ordenó la partida del puerto de La Habana con unos 3600 a 4000 soldados integrando el '"Real Ejército de Vanguardia"' y el 5 de julio tomó dirección rumbo a México. La flotilla estaba constituida por un buque insignia, El Soberano, 2 fragatas, 2 cañoneros y 15 buques de transporte, y estaba comandada por el almirante Ángel Laborde.
La fuerza estaba compuesta principalmente por tropa reclutada en Cuba, militares reclutados por Barradas en el viejo continente a la que se sumaban españoles exiliados que habían sido expulsados de México en 1827 y deseaban regresar al país. Los exiliados habían convencido al Rey Fernando VII y al general Isidro Barradas que los mexicanos estaban deseosos de volver al dominio español. En la Bahía de Campeche, tres días después de su salida de La Habana, la flota se dispersó por cuestión de un violento ciclón. El punto de reunión fue la Isla de Lobos, en Cabo Rojo Veracruz, pero el clima hizo difícil el encuentro. La fragata Amalia y 4 buques de transporte arribaron el 14 de julio, mientras que los demás fueron llegando en la semana siguiente. Por el día 22 de julio, casi toda la flota se encontraba ya en el punto de reunión acordado con excepción de un buque de transporte con 400 soldados, que se vio forzado a dirigirse a Nueva Orleans para ser reparado.
División de Vanguardia
El 26 de julio de 1829, tras la dispersión durante el viaje producto de la tormenta, la flota reunida ancló en la Isla de Lobos, en Cabo Rojo, cerca de Tampico, al sur del Río Pánuco. Existe una investigación para localizar el otro lugar de arribo,. Las partes sitúan el lugar de desembarco a 80 km al sur de Tampico, en la costa entre Punta Jeréz y Cabo Rojo, Veracruz. Hay un primer intento de llegar a la playa de 750 soldados y 25 botes, sin embargo la marea no les permitió desembarcar a tierra. Ante esta situación, el almirante Laborde ofreció una onza de oro a cualquier hombre que pudiera nadar a tierra y buscar noticias acerca del estado de defensa en el que México se encontraba. Eugenio Aviraneta e Ibargoyen aceptó. Tomó consigo 12 onzas de oro y una botella que contenía proclamaciones en favor de España. Una vez en tierra, habló con la gente huasteca del lugar, y le dijeron que no se encontraban tropas mexicanas en las cercanías, que si embargo, el general Felipe de la Garza se encontraba en el pueblo de Tampico con mil hombres aguardando cualquier orden del jefe militar de la zona de Veracruz, el general Antonio López de Santa Anna. Aviraneta fue informado de que el general Felipe de la Garza no sabía del arribo de los españoles, pagándoles 3 onzas a sus informantes, y le dijeron del mejor lugar de playa para desembarcar, pero rechazaron ir con ellos al desembarco temiendo represalias. Este comenzó a las 2 de esa tarde, en el lugar que les habían dicho los huastecos. Las tropas comenzaron su avance marchando hacia Tampico al norte, mientras que los barcos españoles se dirigieron al Río Pánuco. El 31 se produjo el primer combate contra fuerzas mexicanas que unos sitúan en los alrededores de Tampico Alto, en el lugar denominado Llano de Los Corchos, confundido en ocasiones con otro lugar que se atribuye el mismo combate, conocido como el Paso de los Corchos, a 5 km al sureste de Pueblo Viejo, Veracruz. El hecho es que el ejército español pronto ocupó la ciudad y Puerto de Tampico que encontró abandonada de la población, desierta y sin resistencia militar y se construyó un fortín en La Barra, al norte, en el margen Tamaulipeca de la desembocadura del Río Pánuco, desde donde controló con artillería la entrada marítima al puerto.
Santa Anna ya se estaba preparado contra esta expedición sin embargo, tenía organizada una fuerza de 1000 soldados de infantería, 500 de caballería, 4 piezas de artillería, así como una flota de 3 bergantines, 4 goletas y 5 botes artilleros, que se movilizaron para bloquear a las fuerzas de Barrada y comenzar la batalla. Las poblaciones mexicanas cercanas a Tampico fueron evacuadas por sus pobladores por lo que los españoles no encontraron el apoyo político, social ni militar esperado. La carencia de alimentos, las enfermedades y el clima mermó la división de Vanguardia que decidió esperar en Tampico los refuerzos militares que llegarían desde Cuba, y a partir de entonces empezar la marcha por el camino tierra adentro del país. Los ejércitos mexicanos movilizados fueron sitiando a los españoles desde el Pueblo Viejo de Tampico, Las Piedras y El Humo, en la margen veracruzana del Río Pánuco, así como desde Villerías y Doña Cecilia en el lado tamaulipeco.
La Batalla de Tampico (1829), se desarrolló el 21 de agosto en el centro de la población, fue un ataque nocturno a las posiciones españolas ubicadas en la Plaza del Muelle y la Plaza de Armas de Tampico. Aprovechando que Barradas y el grueso de su ejército se encontraban en Municipio de Altamira a 24 km al norte de Tampico, las tropas mexicanas con Santa Anna a la cabeza cruzaron el río Pánuco desde el Pueblo Viejo, y combatieron hasta las 2 de la tarde para ocupar la ciudad de Tampico, defendida por el coronel Miguel Salomón, cuando los españoles izaron la bandera blanca para negociar una suspensión de armas, dar tiempo a la llegada de refuerzos, mientras Santa Anna pedía la rendición de la plaza y la partida de los expedicionarios a Cuba. El oportuno retorno del Gral. Barradas a Tampico obligó al retiro de las tropas mexicanas, y se permitió a Santa Anna, ahora acorralado, pero bajo el amparo de la tregua solicitada por los españoles, que pudiese regresar a su cuartel en Pueblo Viejo, desde donde volvería a dirigir el sitio a Tampico. Paralelamente, la Toma fallida del Combate del Fortín de La Barra de Tampico en la desembocadura del Río Pánuco entre los días 10 y 11 de septiembre de 1829 marcó el final del conflicto entre Barradas y Santa Anna de someterse a una rendición incondicional de los españoles. Los mexicanos con 1,200 hombres sitiaron el Fortín con 600 españoles adentro. Después de combatir toda la noche, al amanecer los españoles y mexicanos acuerdan un alto al fuego para recoger heridos. Llegan más refuerzos al ejército mexicano y antes de reiniciar las hostilidades el Gral. Barradas, sitiado en Tampico y La Barra, solicita parlamento y finalmente deciden acordar una capitulación negociada por el que Barradas se rinde con sus tropas el 11 de septiembre ante el general Antonio López de Santa Anna, firmándose la capitulación en el Pueblo Viejo de Tampico junto al general Manuel Mier y Terán. El ejército español entregó las armas, banderas, cajas y pertrechos de guerra en sus posiciones de la Plaza del Muelle en Tampico y en el Fortín de La Barra en la playa. Los soldados españoles quedaron acantonados como prisioneros de guerra en distintas poblaciones huastecas cercanas hasta que fueron embarcados a La Habana, Cuba durante los siguientes 3 meses. En la Capitulación de Tampico el ejército español se comprometió a no volver a tomar las armas contra la incipiente República con lo que se consolidó la independencia de México con respecto de España.
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