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Extraterritorialidad en China



La Extraterritorialidad en China durante la época colonial tenía su base en una serie de concesiones y asentamientos coloniales dentro del territorio de China, ocupados y gobernados por administraciones extranjeras. El poder extranjero en estos territorios emanaba de los puertos abiertos, que eran ciudades portuarias que eran puertos francos, a lo largo de la costa china, aunque también podemos encontrar algunos en el Tíbet, Mongolia y Xinjiang. Dentro de estas ciudades podían encontrarse enclaves extranjeros extraterritoriales, que podían ser de dos tipos: concesiones y asentamientos.[1]

La mayor parte de estas concesiones extraterritoriales fueron concebidas a través de los Tratados Desiguales. En estos tratados se obligaba a China a abrir más puertos al comercio, a hacerlos libres de impuestos y a arrendar territorios como concesiones o asentamientos.

Aparte de alguna región menor, estas concesiones ya no existen. Los dos últimos territorios europeos en China, Hong Kong y Macao, aunque no eran propiamente concesiones, sino colonias, fueron devueltas a la República Popular China en 1997 y 1999, respectivamente.por esto se le llama extraterritorialidad en China

Los orígenes de la extraterritorialidad en China pueden trazarse en el siglo XIX, al finalizar la Primera Guerra del Opio, a través del Tratado de Nankín. Este tratado, entre otras cosas, obligaba a China a abrir sus puertos y costas al comercio (Treaty ports), a otorgar privilegios de extraterritorialidad a los súbditos extranjeros, a la creación de tribunales o cortes mixtas para resolver los conflictos entre chinos y extranjeros, y a permitir la existencia y la colaboración con destacamentos militares extranjeros bajo el pretexto de defender a las personas y los intereses de las potencias establecidas en el país.

En cada ciudad podía haber varias concesiones, por ejemplo en la ciudad de Tianjin llegaron a convivir nueve de ellas. Por norma general, los poderes extranjeros a los que se otorgaban estas concesiones eran occidentales o japoneses. Aunque cada concesión era administrada por sus respectivos gobiernos, ocasionalmente se ponían de acuerdo para convivir en un solo asentamiento, como es el caso de la Concesión Internacional de Shanghái, que se formó a través del compromiso entre el Reino Unido y los Estados Unidos.

Los "Treaty ports" o puertos del tratado, fueron ciudades portuarias o situadas al borde de los ríos navegables, como el Yangzi, en China, Japón y Corea, y abiertas al comercio extranjero a través de los Tratados Desiguales. En muchos casos estas ciudades no tenían un enclave extranjero de iure, aunque los residentes europeos o japoneses tendían a agruparse en sus propias zonas. Los misioneros tenían derecho a vivir en cualquier parte de China, así como a comprar o alquilar propiedades, pero los extranjeros laicos sólo tenían derecho a residir y realizar actividades comerciales en los Treaty ports. Los enclaves extranjeros dentro de estas ciudades podían ser de dos tipos diferentes, el asentamiento y la concesión.

Un asentamiento («Settlement») es un enclave de una superficie delimitada dentro del cual la administración, orden público y defensa militar quedaban fuera del gobierno de China y en manos de una administración consular y un consejo municipal. Sin embargo, el territorio propiamente dicho quedaba inscrito en el «Registro de la Oficina de Catastro Nacional» y los chinos también podían acceder y tener posesiones en plena propiedad dentro de la zona. Los asentamientos eran municipalidades autónomas con respecto al resto de la ciudad, y contaban con una fuerza policial. Aunque los consejos municipales de estos asentamientos estaban dirigidos por autoridades extranjeras, a partir de los años 20 se permitió también el acceso a residentes chinos. Para 1930 casi todos los enclaves incluían en sus consejos a miembros de nacionalidad y origen chino.

Las «concesiones», por su parte, eran territorios arrendados o cedidos a otro país (o a varios, como en el caso del Asentamiento internacional de Shanghái). En principio los extranjeros podían adquirir una propiedad dentro de la concesión a través del consulado correspondiente, pero no así los chinos. Para mejorar la actividad comercial y el funcionamiento de los enclaves la mayoría de las concesiones permitieron el acceso a los chinos hacia 1860. Sin embargo, dado que no tenían la nacionalidad del país al que la concesión había sido cedida, eran ciudadanos de segunda categoría. A pesar de todo, la población china en estos enclaves acabó superando considerablemente a la extranjera. Por lo demás, la administración en ambos casos es similar.

Los ciudadanos extranjeros que vivían dentro del territorio de estas concesiones desarrollaron su propia cultura, muy alejada de la del resto de China, pues los enclaves estaban muy europeizados. Se construyeron iglesias, escuelas, public houses, y otras instituciones comerciales europeas. En el caso de las concesiones japonesas, también sus tradiciones e idioma se conservaron. El sello de identidad nacional de cada país que se quiso dar a algunos de estos enclaves puede apreciarse en la arquitectura de sus construcciones.

Dado que cada concesión tenía su propia jurisdicción y fuerza policial, una actividad podía ser legal en una de ellas pero no serlo en otra. Esta jurisdicción provocó que el crimen proliferase en ciudades grandes como Shanghái o Tianjin, que albergaban varias concesiones o asentamientos pues se podía cometer un crimen en una jurisdicción y rápidamente escapar a otra. La extraterritorialidad se convirtió en un problema grave a causa del crimen organizado durante la época republicana, especialmente a principios del siglo XX durante el periodo de los señores de la guerra, al colapsarse la autoridad central. Se realizaron algunos esfuerzos de cooperación entre las fuerzas policiales de los diferentes poderes extranjeros y nacionales, pero sin mucho éxito.




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