Félix Granda cumple los años el 21 de febrero.
Félix Granda nació el día 21 de febrero de 1868.
La edad actual es 156 años. Félix Granda cumplió 156 años el 21 de febrero de este año.
Félix Granda es del signo de Piscis.
Félix Granda nació en Pola de Lena.
Félix Granda Buylla, (Pola de Lena, 21 de febrero 1868 – Madrid, 23 de febrero de 1954), fue un sacerdote, escultor, pintor y orfebre español, que fundó el taller de arte litúrgico Talleres de Arte que dirigió hasta su muerte. El taller es ahora conocido como Talleres de Arte Granda, en países de habla española y como Granda Liturgical Arts en países de habla inglesa.
Era el mayor de los seis hijos del médico Wenceslao Granda y su esposa Elvira. Comenzó sus estudios para el sacerdocio en el seminario de Oviedo a la edad de diez años, donde adquirió conocimientos en dibujo, pintura, escultura y orfebrería. Estuvo muchos veranos en Muros de Nalón, donde conoció un grupo de pintores, entre los que se encontraban Joaquín Sorolla y Cecilio Pla. Fue ordenado sacerdote de la diócesis de Madrid en 1891.
Ese mismo año, a la edad de 23 años, fundó los Talleres de Arte Granda, en Madrid. El Arzobispo-Obispo de Madrid-Alcalá, José María Cos y Macho, a quien había conocido Granda cuando Cos estaba de rector de la Catedral de Oviedo, aprobó el trabajo del joven sacerdote:
El taller original se situó en la calle Fernando el Santo, en Madrid, pero pronto se trasladó a la residencia de Hotel Las Rosas en los Altos del Hipódromo para dar cabida al creciente número de artesanos que trabajaban con él. Granda describe la ubicación:
Félix Granda vivía en el Hotel de las Rosas con su hermana Cándida, viuda sin hijos, que le ayudaba en la administración del taller. En 1900, tenía empleados a más de 200 artesanos, para la creación de retablos, esculturas, sagrarios, relicarios, custodias, y otras obras de arte sacro. Las relaciones con los artistas que Granda había establecido en sus años de formación, resultaron muy valiosas para reunir tantos artesanos en una sola empresa. Según él mismo confesaba, su deseo era conseguir bajo un mismo techo, la colaboración de especialistas en diferentes profesiones artísticas como la pintura, la escultura, la orfebrería, los esmaltes, la carpintería, los trabajos en bronce o la elaboración de bordados para religiosos.
Granda no iniciaba ningún proyecto nuevo, sin una explicación detallada de su iconografía a todos los artesanos con los que iba a trabajar. Cada estudio fue dirigido por él y enseñó a los aprendices con clases y conferencias y les dio tiempo para la formación. El escultor José Capuz, Luis Ortega Bru y Juan Vargas Cortés, fueron algunos de los discípulos que recibieron su formación.
En 1911, se realizó el Congreso Eucarístico Internacional en Madrid, Félix Granda ganó la medalla de oro en la Exposición de las Artes Decorativas en ese mismo año publicó el primer catálogo general del taller.
Bajo su dirección, se trabajaba en gran variedad de estilos: el mozárabe, Románico, Gótico, Barroco y Rococó. Granda se inspiró para su obra desde los inicios de la historia cristiana hasta su propio tiempo. Al describir los programas iconográficos en su trabajo, lo justificaba por el precedente de la antigüedad cristiana, citando estudios realizados por los arqueólogos Antonio Bosio, Giovanni Giustino Ciampini, Giuseppe Marchi, Giovanni Battista de Rossi, Louis Perret y Joseph-Alexander Martigny.
Sin embargo, también mantuvo correspondencia con los arquitectos del modernismo catalán, como Antonio Gaudí, quien representó a la vanguardia artística de su tiempo, y compartió su entusiasmo por la incorporación de la audacia de las formas naturales en el arte sacro. Por ejemplo, tanto Gaudí como Granda gustaban de utilizar las figuras de las tortugas marinas como soportes; Gaudí para las bases de las columnas de la Sagrada Familia, y Granda como peanas de sus custodias. Granda fue a veces incluso más audaz que Gaudí en sus imágenes. Él escribió:
Granda discernió sus principios de un intenso estudio de la historia del arte, la escritura, la patrística, la liturgia sagrada, la tradición religiosa y la naturaleza, su propósito era aplicar los mismos principios a todo lo hecho en sus talleres, independientemente de su estilo histórico. En 1929, Demetrio Zurbitu Recalde, escribió un ensayo sobre la obra de Talleres de Arte, según él, toda la filosofía de Félix Granda sobre el arte podría ser resumida en cuatro palabras: la dignidad, la religiosidad, la popularidad y el simbolismo.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la calidad de arte religioso declinó, y las tradiciones artesanales fueron sustituidas por modelos industriales de producción. Un estilo de producción masiva de arte, conocido como el «arte de Saint-Sulpice» de un barrio parisino famoso por sus tiendas de artículos religiosos, se convirtió en la norma internacional del arte sacro de la Iglesia católica. Zurbitu denunció las normas prevalentes artísticas de su tiempo:
En contraste, la obra de arte producida en el taller de Granda, se hacía de acuerdo con las calidades más altas de la artesanía y de sus materiales. Las obras sagradas producidas allí, eran las más ricas que se producían en España, adornadas con repujado, piedras preciosas, tallado de marfil, esmaltes, y medallas, estatuillas y frisos trabajados en metal. Sin embargo, Granda también creyó que los objetos más humildes, producido para iglesias y monasterios, sin clientes adinerados, aunque carecieran del esplendor de la riqueza no debía faltar la dignidad de la belleza. Él escribió que: tiene más valor que un hombre venere una estatua de arcilla que una escultura de oro con forma de arte decadente.Granda prefirió la talla directa en madera y piedra para realizar la escultura, tenía la creencia de que los métodos de producción en masa daban lugar a una paganización sensual de la forma. Las esculturas talladas por sus artesanos fueron más bien de carácter noble y sobrio, lleno de gravedad y de pureza, sin poses o gestos trágicos excesivos, la más adecuada a la serena belleza del arte religioso. Granda denunció la teatralidad en el arte religioso, como San Jerónimo la condenó de la retórica pomposa: como una ramera en la calle, no tienen por objeto instruir al público, sino ganar su favor.
El segundo principio de Félix Granda fue la religiosidad, escribió: que su deseo para el uso del arte era como el uso del lenguaje, hablar y enseñar acerca de Cristo - no para enseñar acerca de nosotros mismos, y mucho menos para presumir de nuestro lujo y de vanidad.Sagrada Escritura, que él describió como un tesoro inextinguible de motivos y figuras. Zurbitu comentó:
Como un sacerdote piadoso, la imaginación de Granda estaba saturada con las imágenes de laComo ejemplo, Zurbitu explicó el simbolismo de una custodia que Granda había diseñado para la Adoración nocturna en Madrid. Las figuras de los veinticuatro ancianos que adoran al Cordero en el Apocalipsis de San Juan están colocadas alrededor de la base, separadas en tres grupos, ocho de rodillas, ocho inclinadas profundamente, y ocho, de pie, con las copas de incienso, en función de su grado de perfección espiritual. Alrededor de la base del trono de la custodia, los personajes del Antiguo Testamento prefiguran el sacrificio eucarístico como cariátides. Abraham e Isaac, en pie dirigiéndose al monte Moriá, recordando el sacrificio del Calvario. Moisés y los israelitas representan la salvación a través de la Santa Cruz. Melquisedec presenta su oferta de pan y de vino, Isaías y David proclaman sus profecías mesiánicas.
Demetrio Zurbitu escribió que el embellecimiento de nuestros templos no puede ser un regalo exclusivo para unos pocos estetas, sino que necesita ser entendido y saboreado por las masas creyentes. De acuerdo con este espíritu, Félix Granda insistió en que el arte producido en su taller no era abstracto, tenía que ser entendido y disfrutado por todos los fieles, incluyendo la gente más sencilla y no escolarizada. Así las formas empleadas se traducían en la imaginación popular, los ángeles y demonios, monstruos y criaturas mitológicas, la flora y la fauna regional, y los hombres en sus labores cotidianas.
La restauración de un simbolismo para el arte sagrado fue un principio fundamental de su taller. En sus primeras instrucciones a Félix Granda en 1891, el Arzobispo Cos le animó a recuperar en los objetos del culto divino el simbolismo sagrado que habían perdido a través de los siglos. Ernest Grimaud Decaux escribió del padre de Granda:
Granda escribió:
Bajo la dirección de Félix Granda:
Grandes escultores trabajaron en los talleres Granda y realizaron obras muy importantes:
El maestro escultor Luis Ortega Bru trabajó para talleres Granda entre 1955 y 1958, de este período destacan:
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